viernes, 4 de diciembre de 2009

Con la mirada en "Drácula"


Como iba diciendo...
Fui sincero. Nada más empezar dije, "lo estuve pensando seriamente, no sabía si decirlo hoy aquí, pero voy a decirlo, a mi no me gusta Crepúsculo". La idea de mi buen amigo Antonio Rentero era la de animar el ambiente justo el día antes del estreno de "Luna Nueva", que en un principio se iba a estrenar el día después de la charla-coloquio (posteriormente se cambió la fecha de estreno de "Luna nueva"), pero la verdad es que yo soy de los que en todo caso, hubiera proyectado "Déjame entrar", que me parece la verdadera sorpresa de la temporada. Pese a todo, les dije a la escasa -y agradecida- decena y pico de asistentes (ya se sabe que a estas cosas nunca va nadie salvo que uno se llame Arturo Pérez Reverte y como no es mi caso...), "pero no se preocupen, aunque ahora vayamos a ver Crepúsculo verán como después le podemos sacar punta al asunto". "Crepúsculo" tiene una cuestión muy interesante y además un momento muy divertido, para mi, el mejor de la película, la escena en la que la familia de vampiros le prepara la cena a Bela, "nos has dado una excusa para estrenar la cocina" dice uno de los vampiros. Esto está muy bien, porque ejemplifica muy bien una cuestión que no siempre se ha reflejado del todo en la gran pantalla, la necesidad imperiosa de los vampiros de confundirse, de mezclarse con la sociedad. En "Drácula", la novela, en un pasaje de sus primeros capítulos, Harker le dice al vampiro, "habla usted muy bien inglés" y Drácula le contesta, "no lo suficiente, aún se percibe por mi acento que soy extranjero, no quiero que la gente en Londres perciba que no soy inglés". Drácula no quiere llamar la atención, muy al contrario, se quiere fusionar con la sociedad londinense, para corromperla desde dentro. Y si la primera cuestión (la necesidad del vampiro de querer confundirse con la sociedad contemporánea) se ha entendido a las malas, la de corromper la moral ha sido una cuestión todavía más peliaguda de entender y no digamos, de aplicar.
Mi buen amigo Antonio Rentero, haciendo de un oportuno cuestionario para la ocasión, me preguntó por qué en "Crepúsculo", se insiste en esa variante "romántica", "enamoradiza" del vampiro, cuando según lo expuesto antes, un vampiro no es así. Yo de entrada, tengo que admitirlo, le eché la culpa a "Drácula de Bram Stoker" de Francis Ford Coppola. Ese vampiro que atravesaba océanos de tiempo creo que le hizo mucho daño al personaje, sobre todo a aquellos que no ha leído la novela original (que son muchos) y que creen que la obra de Bram Stoker es una historia de amor... Llegados a este punto, retomé el concepto original del romanticismo, como esa corriente existencial que nada tiene que ver con una quinceañera mirando con cara de boba a la Luna y si mucho con un atávico miedo a lo desconocido. Y el Drácula de Stoker es precisamente eso, y mucho más que eso. Se ha escrito mucho sobre la novela y sus virtudes tanto, que hay quien pone en serias dudas que la escribiera Bram Stoker, cuyas otras obras no alcanzan los niveles de calidad de "Drácula" ni de lejos. "Drácula" no sólo era una personificación del miedo romántico del hombre a lo desconocido (por aquellos años del Londres victoriano, Rumanía era poco menos que el inframundo y si lo pensamos un poco, lo cierto es que aún lo sigue siendo) sino una evidencia de determinadas obsesiones muy propias del hombre. Porque, y esto es importante, "Drácula" es una obra profundamente machista y por extensión, sus mejores adaptaciones, también lo son. Estos nos condujo ha otra cuestión, ¿cual es la mejor adaptación que ha tenido la novela de Stoker? Yo lo tengo claro. Las de Terence Fisher para la Hammer (en la imagen). Aquellas películas fueron las primeras que destaparon el poso profundamente sexual que nadie quiso, supo, se atrevió o pudo ver en su día. De hecho, la imagen que tenemos del Drácula "sexualizado" (como esos ojos inyectados en sangre o la propia presencia de los colmillos) se lo debemos precisamente a las películas de la Hammer, puesto que antes, Murnau mostró al vampiro como un ser animalizado y la Universal como un gentelman demasiado exquisito para provenir del infierno.
En fin..., cómo digo, la cosa dio y daría para mucho. Después la charla se extendió con unas cervezas de por medio. Cosa fina.., un día memorable.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Vampiros, literatura y cine...


Aunque no soy muy dado a publicitarme, ya que tengo un blog creo que es lo mínimo que debería hacer...
El próximo jueves, tres de diciembre, un servidor expondrá sus conocimientos sobre vampiros, literatura y cine en la Biblioteca Regional de la Región de Murcia, a eso de las siete, si no recuerdo mal. La charla entra dentro del ciclo Biblioteca de Cine que está coordinando mi buen amigo Antonio Rentero, de modo que todos los amigos, interesados y demás desocupados, os espero ahí...
Un saludo y a ver que sale.

jueves, 26 de noviembre de 2009

"Miedo en la noche" de Jimmy Sangster. 1972


La legendaria productora británica Hammer Films no se alimentó sólo de monstruos clásicos. A finales de los sesenta, y muy especialmente en la década de los setenta, cuando aparecieron películas como "Psicosis", "La noche de los muertos vivientes" o "El exorcista", la Hammer entendió que los monstruos habían dejado de dar miedo. El principal responsable de re-encauzar los derroteros de la productora británica fue Jimmy Sangster, un prodigio de ascensión en una empresa (empezó como botones) que terminó escribiendo los guiones de las películas que situaron a la Hammer en la cabeza del cine de terror de los 50 y buena parte de los 60.
A Sangster, particularmente, le desconcertó (para bien) "Psicosis", ese terror psicológico que impregnó todo el film de Hitchcock ya rondaba los guiones de Sangster, aunque fuera de forma solapada y maquillada por figuras como Drácula o Frankenstein. Pero el éxito de "Psicosis" dio la razón a Sangster, el público pedía un terror más cercano, más plausible, más posible de manifestarse en el salón de tu casa que en un castillo remoto de la lejana Transilvania. Jimmy Sangster ya había tratado de darle forma a las obsesiones del subconsciente pero no le terminaban de salir. No fue hasta el éxito de "Psicosis" cuando la Hammer dio carta blanca al guionista y también director ocasional.
"Miedo en la noche" nos cuenta la historia de Peggy, una joven casada con un prometedor profesor que una noche es atacada por un misterioso hombre manco. Nadie termina de creerla, pero Peggy insiste en su versión. Ella y su marido se trasladan a vivir a las afueras de Londres junto a un majestuoso colegio regentado por Michael Carmaichel, un portentoso Peter Cushing que se come con patatas cada escena en la que hace acto de presencia. Se da la circunstancia de que al habitual estremecimiento que provoca la sola presencia de Cushing, Carmichael es manco...
Lo cierto es que Jimmy Sangster se toma su tiempo para presentar a los personajes y situarlos en su escenario. Se agradece la templanza y el tempo con el que Sangster rueda las escenas, por más que se empeñe en introducir algún que otro molesto zoom. Sangster vuelve a demostrar que además de ser un estupendo guionista, en su director con ideas. En general "Miedo en la noche" se deja ver muy bien, no aburre y si que inquieta, lo que no es poco. Además Sangster tiene algunas ideas visuales ciertamente admirables, como ese plano de apertura del film, el mismo plano que cierra la película, o esas gafas agujereadas de Carmaichael... Es cierto que a la película le falta empaque, algo más de tensión, pero su trama resulta lo suficientemente inquietante como para disfrutar de un film de la Hammer alejado de Drácula y Frankenstein.

domingo, 22 de noviembre de 2009

"Pagafantas" de Borja Cobeaba. 2009


Aprovechando el tirón de la serie de televisión "Cuestión de sexo" y sobre todo de la simpatía de su personaje Gonzalo, el joven actor vasco Gorka Otxoa se lanza a la aventura del cine con su primera película como protagonista absoluto, "Pagafantas", un relato pensado, no por casualidad para explotar, precisamente, esa variante ingenua y un poco simplona de su personaje en "Cuestión de sexo". El autor del invento no es otro que Borja Cobeaba, un joven director, también vasco, hijo de la generación de los licenciados en Comunicación Audiovisual (ósea, de la mía), guionista y realizador de diferentes programas de televisión, director del corto "La primera vez" nominado al Goya y "Éramos pocos", nominado al Oscar, pero no al Goya esta vez...
Para Cobeaba "Paganfantas" también era su ópera primera y como tal, no me extraña que la abordara calculando los riesgos al máximo y maximizando en todo lo posible sus posibilidades comerciales. La intención está clara, y se nota. "Pagafantas" cuenta la eterna historia de amor no correspondido aunque desde una óptica muy particular que además, muchos de nosotros hemos experimentado en nuestras carnes, estar enamorado de una chica que nos considera su mejor amigo pero...., nada más. Un putada, créanme, se de lo que hablo... Como digo, la propuesta tiene su gracia, Gorka Otxoa sigue en su rol y resulta simpático porque la verdad es que tiene cara de ser el pringado que nos relata la película (que no digo que lo sea en absoluto). Por su parte, Sabrina Garciarena, muy guapa ella, eso si, poco puede hacer con un rol que le exige más bien poco, pues eso, ser guapa y simpática.
"Pagafantas" es un buen ejemplo del algunos de los mejores ejemplos que tenemos en el cine español, es decir, gente bien formada, que sabe lo que se hace, pero que por alguna razón no lo logra reflejar en la pantalla. Por ejemplo, no hace falta ser ningún lumbreras para advertir que el punto fuerte de "Pagafantas" está, dejando a un lado a Gorka Otxoa, en su guión, en sus ocurrencias. El texto no está mal escrito, pero dista mucho de ser brillante; tiene a sus personajes completamente descuidados (que estemos ante una comedia no significa que tenga que estar protagonizada por pasmarotes), su trama resulta previsible y sus diálogos no son ningún prodigio. La película, justo es decirlo, cumple sus objetivos, eso también es verdad (uno puede ver "Pagafantas" de un suspiro, lo que no es poco), pero con un nivel muy bajo. Prometedor no obstante, porque hay mala uva en la cabeza de Cobeaba y eso siempre es de agradecer en la comedia y se aprecia también un intento, moderado, pero intento al fin y al cabo, de evitar ciertos tópicos, aunque no todos, claro.
Y todo esto que suele implicar, pues que muchas de las películas que surgen de nuestra maltrecha cinematografía cuenten con un guión bueno, moderado o excelente, pero con un cuidado escénico muy, muy pobre. Da la sensación de que Borja Cobeaba y su co-guionista Diego San José es de esa generación e jóvenes guionistas a los que algún insensato a convencido de que el guión es lo más importante y como tal, debe de ser de hierro antes de rodar un sólo plano. Llama la atención que semejante discurso haya calado tanto en las universidades de este país y que dos personajes tan dispares entre sí como Luis García Berlanga y John Lasseter suelten una risotada cuando alguien les menciona el término "guión de hierro". No caballeros, el cine es arte y como tal, no se puede comprimir ni medir como al hierro. El cine es también, o sobre todo, imagen en movimiento, y eso es lo más descuidado de muchas películas de nuestro cine, una de ellas, "Pagafantas". Hay en la película de Cobeaba una pequeña persecución a una motocicleta; la escena está muy mal montada. Mucho. Pero es que además hay poca intención visual, escasa aproximación fílmica a los personajes, todo resulta demasiado plano, seco, sin alma, sin vida, como si la película hubiera dado igual quien la hubiera filmado. Una pena, porque como digo, yo creo que había material en "Paganfantas" para hacer una muy buena película.

martes, 17 de noviembre de 2009

"Diario de los muertos" George A. Romero. 2007


Parece ser que George A. Romero no quedó del todo satisfecho con su anterior "La tierra de los muertos", según parece, la Universal, que financió el asunto, no dejó toda la libertad a Romero que el realizador hubiera querido. Cosas de Hollywood supongo, porque el film, con sus inconveniencias y todo, era de lo mejor que había filmado Romero desde lo tiempos de "Martin", allá por 1977. El caso es que Romero, ni corto ni perezoso, se fue a una productora independiente y ahora que los zombis, y por tanto su nombre, vuelven a estar en el candelero, el hombre se propuso empezar de cero con una película que fuera un nuevo comienzo de la consabida epidemia de zombis y no una secuela de "La noche de los muertos vivientes" como lo fue "La tierra de los muertos". Una novedad de entrada, interesante. Segunda novedad, ser una de esas películas filmadas con cámara en mano, es decir, desde el hipotético punto de vista subjetivo de uno de los personajes que no deja de grabar pase lo que pase. ¡Horror!, pensé yo. No es que no me gusten este tipo de películas, soy de los pocos que defienden con uñas y dientes "El proyecto de la bruja de Blair" y como supongo que a todo el mundo, me gustó mucho "[REC]", pero esto no quita que el recurso en si me produzca cierto escepticismo, así de entrada. La propuestas, formal y dramáticamente, se sostiene con hilos, nadie se cree que alguien esté grabando hasta la angustia en según que circunstancias. Además se está extendiendo la moda y eso nunca es del todo bueno (se harán por tanto películas buenas y otras no tanto) y de hecho, ya vi hace unos meses precisamente un film de zombis filmado cámara en mano que me dejó bastante frío. Por tanto, una cuestión fundamental, George A. Romero se suma a una moda que no conoce.
Sin embargo y contra todo pronóstico, "Diario de los muertos" termina resultando un film ciertamente solvente aunque esté muy lejos de los logros de "La noche de los muertos vivientes" (por infinidad de razones, contexto sociocultural, frescura de su realizador, circunstancias de producción...). Fundamentalmente por una cuestión, creo yo, y es que Romero se ajusta a las exigencias dramáticas de un tipo que se supone está rodando toda la película cámara en mano lo justo. Es decir, no vale la pena preguntarse por que se cambia de plano en determinados momentos o por qué un tipo se supone que graba esto o aquello, porque el personaje que se supone está grabando todo lo que acontece no tarda en ser asimilado por Romero, y es entonces cuando "Diario de los muertos" realmente funciona. Es entonces cuando la película consigue verdaderamente crear inquietud, atmósfera, suspense y todo aunque Romero juegue con fuego cuando filma una escena que uno de los personajes ha criticado nada más empezar la película, uno de esos tópicos infalibles de todo film de terror que aquí Romero reproduce y sobre el que parece vertir cierto tono reflexivo.
Es lo bueno que tiene esta película, porque por una vez George A. Romero, desde hace mucho tiempo, se permite ir más allá del mero juego del horror y plantear una aproximación al fenómeno zombi con cierta poso intelectual detrás, o mejor, reflexivo. No demasiado no crean, pero bueno, menos da una piedra. Algo que por otro lado tampoco me extraña, porque lo cierto es que Romero lleva filmando películas de zombis media vida (aún tiene pendiente de estreno en España de su siguiente película sobre el tema "Survival of the Dead" que se estrenó en Sitges) y parece lógico que de vez en cuando el director de "La mitad oscura" se detenga unos segundos y reflexione, aunque sólo sea un poco, sobre lo que está haciendo. Además, la excusa de estar grabando todo lo que ocurre a manos de uno de los personajes, le permite también que Romero ahorrarnos determinadas escenas a todas luces superfluas (el asalto de los soldados a los protagonistas) sin que esto afecte en absoluto al resultado final, muy al contrario, lo beneficia. Cosa rara viniendo del director de la aburridísima "El día de los muertos". Bueno, nunca es tarde para madurar...

viernes, 6 de noviembre de 2009

"Los hombres que no amaban a las mujeres" de Neils Arden Opley (2009)


Me debo estar haciendo viejo. No sólo no me entero de los últimos acontecimientos cinematográficos hasta que los tengo encima sino que además, cuando los tengo delante, no entiendo a que viene tanto revuelo. Esto es lo que me ha pasado con "Los hombres que no amaban a las mujeres". Empecé a leer la novela, alguien me dijo que me iba a gustar, pero tras cien páginas decidí que no iba a esperar más para ver la película, no por nada, sino porque aquel libro no me estaba terminando de enganchar. Vista la película, creo que voy a dejar a un lado la novela de Steig Larsson.
Y no es que "Los hombres que no amaban a las mujeres" sea un pestiño, el film se deja ver y se puede seguir con moderado interés, pero nada más. De hecho, la película de Arden Opley resulta un tanto mecánica, plana, cercana al telefilme. Da la sensación de que le falte pasión, personalidad, por lo que todo termina resultando demasiado lineal, sus actores, su guión, su trama, sus tópicos. De este modo, "Los hombres que no amaban a las mujeres" sospecho que es uno de esos fenómenos de aeropuerto, fruto de un libro que se debe beber con facilidad (generalmente en los aeropuertos, trenes o terrazas veraniegas), de un esquema calcado de los clásicos americanos y que por extensión ha entrado con suma facilidad en el resto de los países del globo.
En suma, nada nuevo sobre el horizonte, el cine sueco sigue de momento donde estaba. Algo más rico, eso si, pero donde estaba.

martes, 3 de noviembre de 2009

"Cinco tumbas al Cairo" de Billy Wilder. 1943


Con esta película me pasaba algo muy curioso, que no sabía si hacía tanto tiempo que la había visto que la había olvidado o si es que realmente, era una de las escasas películas de Billy Wilder que no había visto aún. En cualquier caso, el otro día, no se todavía del todo, si la volví a ver o la vi por primera vez. En fin..., tampoco importa demasiado. "Cinco tumbas al Cairo" es una película que se sitúa entre dos obras importantes de Billy Wilder, "La mayor y la menor", su ópera primera y "Perdición", su primera Obra Maestra. Entre ambas, busca su espacio como buenamente "Cinco tumbas al Cairo" un film que ha sobrevivido al paso de los años como una obra menor del genial Wilder. El director de "Con faldas y a lo loco", que como casi todo director que se precie de trabajar en Hollywood, tocó casi todos los géneros (salvo el terror y la ciencia ficción), penetró de lleno en el cine bélico con su segunda película como director, empresa delicada donde las haya. Basada en una obra teatral, "Cinco tumbas al Cairo" fue fruto del primer gran colaborador con el que trabajo Wilder, Charles Brackett, con quien prolongaría su colaboración hasta "El crepúsculo de los dioses", a partir de cuyo momento Wilder comenzaría a trabajar con su otro gran aliado, I.A.L. Diamond.
En cualquier caso lo cierto es que "Cinco tumbas al Cairo" sea la obra de un consumado guionista y de un director novato (ambos en una misma persona), lo cierto es que el film ofrece con bastante precisión algunos apuntes ya, típicamente wilderianos. Y tal vez, su particularidad más patenta sea lo bien equilibrada que está la película que nunca se termina de tomar así misma en serio pero que en cambio, si que funciona muy bien como producto de suspense. Es decir, en "Cinco tumbas al Cairo" hay de todo lo necesario para que el film funcionara en las taquillas de la época, suspense, acción, héroes y villanos, secundario cómico y unas gotitas de romance, amén de un regusto propagandístico que imagino, vendría con los años que se atravesaban por aquel entonces. De hecho, en su día el film fue duramente criticado, por tomarse tan a la ligera un acontecimiento tan dramático por aquel entonces como la II Guerra Mundial. Pero lo cierto es que "Cinco tumbas al Cairo" no era más que un sanísimo entretenimiento que además, gozaba de una importante honestidad.
La presencia de Erich von Stroheim (en la imagen) no sólo la da al conjunto un empaque inusual para un film de novato, sino que además revela por parte de Wilder, un profundo respeto por el militar alemán, con ente abstracto, valiente y muy hábil alejada de ese tópico que presentaba a los militares germanos como ineptos y de paso, haciendo un significativo matiz, Wilder detestaba a los nazis pero no los alemanes y por extensión, tampoco a los militares alemanes en su conjunto, que en suma, sólo obedecía órdenes.
En cualquier caso "Cinco tumbas al Cairo" es un de esas película que cuando veo, o vuelvo a ver, no hace sino confirmarme la desconcertante infalibilidad de Billy Wilder. Me quito el sombrero, me asombra poderosamente comprobar como Wilder podía abordar casi cualquier tema y salir indemne (la foto de ahí arriba no es casual, claro...). Y todo, porque además, "Cinco tumbas al Cairo" es un film muy fácil de ver y apasionante de disfrutar con una intriga muy bien construida, un desarrollo interesante y un final sorprendente. Tal vez sea una muestra menor de lo que vendría a ser el genio de Billy Wilder años después, pero en cualquier caso, una muestra genial.

miércoles, 28 de octubre de 2009

"Cleaner" de Renny Harlin. (2007)


Ver una película de Renny Harling es, por definición, una temeridad. Aunque bien es verdad que al menos a mi, es un tipo que me resulta simpático. A mi modo de ver Renny Harling es el perfecto ejemplo de director malo, pero entretenido. Sus propuestas, de descabelladas e hilarantes, terminan por resultar divertidas. Es curioso. Michael Bay se cree demasiado su propia seriedad, pero es como si Harling fuera consciente de que no puede ir más allá. Según tengo entendido no esto lo que precisamente, pasa por la cabeza del director de origen finlandés, pero ahí están sus descacharrantes películas para comprobarlo. Luego, también es verdad una cuestión. Con todo lo malo que es Renny Harling, bien habría que romper una lanza en su favor a propósito de "El exorcista. El comienzo". No quiero decir que la versión de Harling sea mejor que la de Paul Schrader, media un abismo entre ambas, pero también es verdad que Harling se hizo con las riendas de un proyecto ya empezado, ido de presupuesto, con las prisas en los talones, que tenía que llevar a buen puerto. No hizo una gran película, es Renny Harling, pero si que salvó los muebles con moderada dignidad, lo que no es poco viniendo de un producto de encargo de las características de "El exorcista. El comienzo" y de un realizador como Harling, que si te despistas te hace un "Driven" y se queda tan pancho el hombre.
Dicho esto, "Cleaner" es una película de suspense filmada en 2007 por Renny Harling tras el desaguisado aquel que fue "La alianza del mal". Pues bien caballeros, contra todo pronóstico, "Cleaner" está bastante bien. Fundamentalmente porque pese a ser una película de Renny Harlin el guión no le brindaba al director finlandés una sola oportunidad para que pusiera en marcha toda su arrolladora maquinaria de efectismo fílmico. "Cleaner" es básicamente una película de diálogos, vagamente hitchckociana que nos cuenta la historia de un limpiador de escenas de crímenes que es utilizado por no se sabe quien, para limpiar la escena de un crimen encubierto.
Harling, contra todo pronóstico, insisto, lleva la historia con soltura y dotándola de cierta solidez interna, sobre todo por un guión (obra del hasta ahora desconocido Matthew Aldrich) que se preocupa, aunque sólo sea un poco por sus personajes, logrando crear la ilusión de que estos, son algo parecido a seres humanos. De este modo, "Cleaner" se deja ver con asombrosa fluidez viniendo de quien viene, no chirría y además, ofrece algún que otro hallazgo visual. Y es que el film de Harling es una película extrañamente contenida, en sus propuestas, en sus aspiraciones, hasta Samuel L. Jackson no pega un sólo grito y bueno, también es verdad, que ahí está Ed Harris, que este hombre siempre hace mucho allí donde interviene. Una agradable aunque contenida sorpresa. Lo digo porque nadie vaya verla con la botella de champagne en una mano y los cohetes en la otra...

sábado, 24 de octubre de 2009

Censura


Resulta que "Saw VI" es tal apología de la violencia que únicamente se va a proyectar en salas X. Imagino que el asiduo a este tipo de salas se detenga un minuto antes de meterse a una proyección que según nuestro Gobierno podría traumatizar a cualquiera. Me he sentido muchas veces tentado a escribir sobre cuestiones políticas, pero me he mordido la lengua, hasta ahora... Clama al cielo que una ministra de cultura como la que tenemos sea quien es y que luego se diga que el cine español no está politizado. Clama al cielo y a todos los santos que una -hipotética- profesional del cine como Ángeles González-Sinde ose apoyar la censura de una película tan banal y vacía como "Saw VI" sin haberse parado a pensar ni por un momento, que semejante medida sólo va acrecentar la curiosidad por verla. Yo me quedé en "Saw III", y creía que ya había visto bastante, pero caballeros, yo veré "Saw VI". Necesito saber que es tan extraordinariamente dañino para la sociedad, que ha revuelto el alma de nuestro ministerio de Cultura, qué ha provocado que la creatividad de un cineasta se vea sesgada por una decisión tan desconcertante.
Pero todavía me llama más la atención si cabe, que semejante medida venga de un Gobierno que se jacta de su progresismo y que mira a la oposición como una pandilla de retrógrados anclados en el pasado. No voy a entrar en comparar qué películas eran o han sido explícitas apologías de la violencia ("Asesinos natos") y no ha pasado nada con ellas, porque lo verdaderamente preocupante del asunto es el mero y simple hecho en si.
Caballeros del ministerio, ustedes han decidido por toda España que esa película no debe consumirse de forma masiva. ¿Por qué? Pues porque deben pensar que si cualquiera puede salir de ver "Saw VI" con ganas de torturar al vecino de enfrente. Sin embargo, las tardes de todos los días continúan salpicadas de mierda televisiva, nociva hasta el asco para cualquier niño que se le ocurra poner el canal equivocado a horas tan descabelladas como las cinco de la tarde. Nadie objeta que el otro día viera una felación en plena calle en uno de esos programas, o que un personaje de dibujos animados dijera a las dos y media de la tarde "te voy a dejar el chichi en carne viva" ("Padre Made in USA"). No, es mucho más peligroso una idiotez sanguinolenta como "Saw VI". Me gustaría a mi saber qué piensa Ángeles González-Sinde de películas como "Posesión infernal" o "Briandead", si las ha visto, o eso es basura indigna de mancillar sus preciosos ojos al lado de las descomunales obras maestras que todos los años se hacen en España.
Es un gesto muy peligroso censurar una película, sea cual sea. Es un primer paso, un primer paso para volver atrás. Para acercarnos más a esas sociedades como la norteamericana que tanto criticamos, que clasifica X "Cowboy de medianoche" y nosotros nos escandalizamos. Que yo sepa "Saw VI" se ha estrenado en USA sin problemas, ¿no, o me equivoco? Ahora, eso si, ¿sexo?, todo el que quieran, eso si, con eso no hay ningún problema. Ahí está Bigas Luna, que seguramente a estas alturas ya esté filmando el culo de Elsa Pataki.
Estas cosas me dan vergüenza.

viernes, 23 de octubre de 2009

"Los sustitutos" de Jonathan Mostow. 2009


A mi esta película me ha dejado un par de cosas muy claras. La primera, que Jonathan Mostow, que era un directo muy simpático, artífice de entretenimientos tan sanos como sencillos como "Breackdown" y "U-571", y que desde "Terminator 3" lleva un caída en picado que "Los sustitutos" no hace más que confirmar. Y se preguntarán ustedes, ¿cómo he llegado yo a esta conclusión? Pues en el fondo es muy sencillo. Primero, Mostow era un director que escribía sus propios guiones. "Breackdown" y "U-571" no eran un prodigio de escritura cinematográfica, pero eran películas apañadas, bien construidas, bien articuladas. Y segundo, Jonathan Mostow es, o era, un director que filmaba con cierta percepción sobre el montaje. Esto además, es algo que se suele ver muy bien en las denominadas set pieces, es decir, aquellos momentos álgidos de cada película. Mostow filmaba con apego, con conocimiento de causa. Para comprobar esto, sólo hace falta comparar cualquier escena de acción de "Breackdown" o "U-571", con cualquier escena de acción de "Terminator 3" o "Los sustitutos". ¿Qué ha pasado entonces? ¿Qué extraño virus ha afectado a Jonathan Mostow? Pues bien, sin ser pitoniso, yo se lo diré? Hollywood. El Hollywod más peligroso.
Visto lo visto, tengo la impresión de que a Mostow le dieron un telefonazo después de comprobar que tanto "Breackdown" y "U-571" fueron películas muy majas y que por definición, no lo serían otras películas de Mostow. Ahora bien... Primer problema, a Mostow le dieron unos guiones hechos con un nivel del intervención, sospecho, que bien escaso. Y segundo y más importante aún, Mostow fue, filmó sus escenas, y se volvió a casa. Esto se puede comprobar con asombrosa claridad en la planificación de las escenas de acción. Las escenas de acción de "Breackdown" y "U-571" estaban muy filmadas, pero las escenas de "Terminator 3" y "Los sustitutos" parece que las ha rodado Perico el de los Palotes. No hay ningún tipo de intención narrativo ni muchísimo narrativa. Es celuloide positivado, sin un ápice de pasión, de interés de nada... Esas escenas no las ha podido filmar el mismo director de "U-571" o mejor aún, no las ha podido montar el mismo director. O dicho de otro modo, que tanto "Terminator 3" como "Los sustitutos" fueron películas en las que el director fue contratado por uno estudios para que rodara el film para que después fuera montada bajo la supervision de los productores y ahí termina la autoría del director de una película en el Hollywood más perverso.
Esto implica varias cosas. Que a este paso, Jonathan Mostow terminará filmando series de televisión, que dando luz verde a este tipo de proyectos, no me extraña que lo estudios estén en números rojos porque a ver, ¿qué tenía "Los sustitutos" sobre el papel?; a Bruce Willis, efectos especiales y un punto de partida interesante. Todo lo demás, créanme, es pura basura.

sábado, 17 de octubre de 2009

"Señales del futuro" de Alex Proyas. 2009


Tiene uno de esos puntos de partida absolutamente intrigantes. Un curioso ejercicio de clase provoca que llegue a manos de un astrofísico una sucesión numérica, aparentemente sin sentido, que una vez desentrañada, parece apuntar algunas de las catástrofes más importantes de la historia del hombre y lo que es más, señala tres catástrofes más cuando el astrofísico en cuestión da con el papelito de marras. Tela...
El asunto además gana puntos porque detrás está Alex Proyas, un director de tendencias peligrosas, responsable/culpable de la inefable "El cuervo", pero que expió todos sus pecados, fundamentalmente con "Dark City" y luego también, hay que admitirlo, con "Yo, robot", que con Will Smith y todo, la película estaba muy bien para lo que era, un producto de acción para el lucimiento de Smith.
A mi, visto lo visto, Alex Proyas me parece algo así como el hermano menor de Zack Snyder. Un director de tendencias modernillas, juguetón, aficionado a los fuegos artificiales, pero también, con un mínimo de inquietudes. Yo creo que Snyder tiene más inquietudes que Proyas, que es más arriesgado.
Dejando a un lado el generoso problema que implica la cada vez más molesta presencia de Nicolas Cage (¡por dios, que se cambie ese corte de pelo!), "Señales del futuro" es una película que se deja ver muy bien, intrigante, que conforme va avanzando va dejando al descubierto sus intenciones más cercanas a la ciencia ficción (el género que sospecho, más le interesa a Proyas) que a las paranoias existenciales tipo "23" (por cierto, ¡que estropicio de películas!). El film,
discurre con fluidez, no hay grandes hallazgos escénicos, ni grandes muestras de puesta en escena, en realidad, Proyas nunca ha destacado por esto. Lo que más interesa del cine de Alex Proyas son sus propuestas sobre el papel y como mucho, su conexión atmosférica, que es lo que tenía "Dark City". Tema y atmósfera visual estaban muy bien conexionadas. En "Señales del futuro" el asunto ya no está tan claro. En general es una película bastante convencional, lo único que llama la atención son, en todo caso, el principio y el final, que desvelan unas intenciones quizá, un pelín pretenciosas por parte de su director, algo así como pretender ser el Stanley Kubrick del siglo XXI. El hombre quiere, a veces surgen milagros como "Dark City", pero no le terminan de salir. Ese final de "Señales del futuro" suena a pretencioso y lo que es peor, no llega a calar.
Otro problema que tiene Proyas es que se deja seducir demasiado por las virtudes de la tecnología digital. Hay escenas, tan vistosas y a la vez, tan vacías, que ponen en evidencia las acartonadas intenciones del director. A veces parece, que sólo es eso lo que le interesa. Ese es el gran problema de esta película, que en ocasiones pone en evidencia lo mucho que le interesan los efectos visuales, poniendo a la altura del betún cualquier tipo de aspiración dramática. Ahora bien, no nos engañemos, "Señales del futuro" no es más que eso, distracción visual y poco más. Admite un disfrute adicional por que tiene un tema interesante, eso es lo que tiene Proyas, y porque hay cierta conexión entre su puesta en escena y su tema central.
En suma, película entretenida, cuyo final defraudará a algunos y quizá entusiasmará a otros, pero en cualquier caso un largometraje que no provoca la sensación de haber tirado por el retrete dos horas de nuestra vida.
Por cierto... Alex Proyas prepara otra aproximación al mito de Drácula. La idea es filmar un relato que combine la historia real de Vlad el Empalador histórico y las aventuras del Drácula literario. "Dracula. Year One". Tela...

miércoles, 14 de octubre de 2009

"Mar adentro" de Alejandro Amenábar. 2004


Cuando todo el mundo aplaude al unísono una misma película, es que algo huele a podrido, y no precisamente en Dinamarca. Yo siempre he dicho que la realización de una película como "Mar adentro" en un director como Alejandro Amenábar era como cuando Spielberg quiso ponerse serio y le salió "El color púrpura", después lo intentó de nuevo con "El imperio del sol", siguió erre que erre con "Always", hasta que llegó "La lista de Shindler" o "Inteligencia Artificial" sin antes, volver a tropezar con la misma piedra en "Amistad". O dicho de otro modo, si a Alejandro Amenábar le dan quince goyas y un Oscar por "Mar adentro", ¿cuando el hombre madure qué le van a dar? Porque, ¿alguien cree de verdad que Alejandor Amenabar a hecho su gran película? Yo no lo creo, en absoluto, aún es muy joven, aún le queda recorrido para llegar a su particular "Vértigo" o a su personal "Apolipsey Now" por más que aquí lo adoremos como maná caído del cielo.
En realidad, esta adoración generalizada en torno al cine de Amenábar viene, creo yo, de lo escasamente atractivo que le resulta al gran público el cine español en general. Y no es que lo diga yo, es que lo dicen las cifras todos los años. Cada vez menos gente ve cine español, el Gobierno sigue inflando las subvenciones, pero el público no ve cine español. Supongo que fundamentalmente, porque le aburre.
Entonces aparece Amenábar, un joven director que ha bebido cine de Hollywood desde que tuvo conciencia de su propia existencia y traslada sus modelos a España, "Tesis", "Abre los ojos", "Los otros" y desde luego, "Mar adentro". Por eso también, Hollywood le dio un Oscar, porque la película sigue al dictado las estructuras, las formas y los esquemas de la Tierra de los Sueños. Su planteamiento, sus pasajes intimistas en combinación con las ensoñaciones de Ramón Sanpedro, sus movimientos de cámara, su música (del propio Amenábar), todo, esta extraído de los modelos hollywoodienses. Y nosotros mientras, faltaría más, lo laureamos como nuestro tesoro más preciado sin reparar en el hecho de que el cine de Amenabar se alimenta de Hollywood, y no de España. Pero eso da igual, da dinero, y eso es lo que nos importa.
Y es una pena, que "Mar adentro" se articule en torno a modelos de Hollywood, porque a la película le hubiera venido mucho mejor una planificación más naturalista, menos cinematográfica, para un film con un elenco de actores insuperable (con la excepción de una moderada Belen Rueda) que le aporta a la película un tono costumbrista verdaderamente asombrosos y que hubiera podido calar mucho más hondo si Amenábar hubiera mantenido las distancias, hubiera calmado su cámara, hubiera filmado con una planificación más realista, planos más abiertos, más inestables, menos cuidadoso todo y algo más intuitivo, aunque hubiera sido en apariencia.
De este modo, a mi modo de ver las cosas, "Mar adentro" es un film hábil, muy hábil, como todo el cine de Amenábar, pero facilón. Su lágrima fácil se impone ante una historia tremenda que además aboga por cuestiones muy peliagudas con demasiada ligereza. O dicho de otro modo, que a Amenábar, como a "Mar adentro" le falta complejidad, densidad, lecturas, excitación, y no todo lo contrario.

lunes, 5 de octubre de 2009

"Watchmen" de Zack Snyder (2009)


No había visto yo "Watchmen" de Zack Snyder, cacareada superproducción de Hollywood de más de 130 millones de dólares que recaudó en todo el mundo poco más de 185 millones, poco, muy poco, para un largometraje de este calibre. Y lo cierto es que no me extraña, una vez vista la película de Snyder, porque "Watchmen", más allá de la carnavalescas apariciones de sus superpersonajes, es una película muy inusual. Los que me conocen saben que no soy ningún erudito del mundo de los cómic, pero a juzgar por las versiones que han sido llevadas al cine de sus novelas gráficas ("Desde el infierno" y "La liga de los hombres extraordinarios"), "Watchmen" es de lejos la más atípica y arriesgada. Y arriesgada es también, muy arriesgada es el film de Zack Snyder.
La verdad es que mientras estaba viendo la película por momentos tuve la sensación de estar viendo una obra maestra, una sensación de estar ante una producción casi vanguardista en su género pero entonces pasó algo, esencialmente pasaron dos horas y tres cuartos de metraje. Mucho. Pese a todo, me dejó un buen sabor de boca, de esos regustos que aguardan en el paladar hasta un segundo visionado, y esto es algo que no suele pasar todos los días.
Tengo la sensación de que "Watchmen" es en última instancia una película desequilibrada por sus aspiraciones, por su constante intento de configurarse como una obra cumbre por derecho propio, un pelín excesiva, sobre todo en sus formas, que a veces sobrepasa su discurso, tan trasgresor en ocasiones como convencional en según que momento. Lo que lleva a mi particular preocupación sobre el film en particular y su director Zack Snyder. Me preocupa Snyder, me preocupa que me esté tomando el pelo, si señor. No se si el director de "300" es un visionario realizador de formas exquisitas o un simple vendedor de fuegos de artificio. Sus películas, incluida "Watchmen" resultan visualmente muy seductoras para el ojo actual pero a la vez no se alejan demasiado de determinados -y muy criticados- estereotipos. Pero a la vez, las películas de Snyder suelen ser también propuestas parcialmente inusuales, con cierto riesgo, con ciertas complejidades y hasta ambigüedades dramáticas, lo que enriquecen el producto. Salvo "Amanecer de los muertos", que no pretendía ser más que un adrenalítico film de terror, muy bien rodado y a efectos prácticos, redondo, mejor incluso que el original de Romero. Por su parte "300" ya poseía cierta extrañeza en su propuesta, tanto formal como dramática, con apuntes tan interesantes como maneras sospechosas de estar dando gato por liebre. Pues bien, algo así pasa también con "Watchmen", sus cuidadas imágenes, sus constantes cámaras lentas y sus espectaculares efectos especiales me hacen sospechar que la película en el fondo, no es más que un puñado de palomitas para degustar una tarde de domingo, pero a la vez, su riesgo dramático y su perfecta comunión entre forma y contenido, su osadía a la hora de retratar a unos héroes muy poco heroicos, me hacen querer ver que "Watchmen" es algo más que un mero blockbuster.
Estoy seguro de que antes o después Zack Snyder bajará la guardia y se mostrara tal cual es, como un simple mago con chistera o como un cineasta con inquietudes, de momento, creo que hay pocas dudas de que al menos, Snyder es un director interesante, al que conviene no perderle la pista y algo que me dice que con la capacidad suficiente para que dentro de unos años, nos pueda ofrecer una obra maestra.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

"El malvado Zaroff" de Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack (1932)

Es uno de esos clásicos engullidos por la poderosa sombra de la Universal, que durante los años 30 y 40 monopolizó el cine de terror. Parecía que nada se hacía más allá de las paredes de los estudios de la familia Laemmle. Nada más lejos de la realidad. Hay unas cuantas obras maestras que poblaron la cinematografía del horror de aquellos, pero si hay un estudio que más y mejor supo ver en el cine de terror un interesante potencial económico y también, subversivo, esa fue sin duda la RKO. Y no es raro, puesto que tras la decadencia de los estudios Universal y de sus revisitaciones de los mitos clásicos del horror, sería precisamente la RKO quien tomaría el relevo como el estimulante del cine de terror más importante en Hollywood. Pero antes de aquellos años de vino y rosas de la RKO fueron los años 30. La Universal estrenó "Drácula" con un éxito que nadie se esperaba y algo parecido ocurrió con "El doctor Frankenstein" y con "La momia". En el cine de terror había una mina y había quedarse tiempo para explotarla si la RKO también quería su pedazo de pastel.
De este modo, más o menos, debió de alimentarse la idea de hacer un film de terror en los estudios RKO. De hecho, la majors no se tomó el asunto a broma y puso a trabajar en su película a algunos de los nombres más importantes que por aquel momento tenía en nómina, los productores David O. Selznick y Merian C. Cooper, el director Ernest B. Schoesdack, el compositor Max Steiner y los actores Joel McRea y Fay Wray. Estaba toda la carne en el asador y así nació "El mlavado Zaroff", una interesante adaptación del relato de Richard Conell "El juego más peligroso".
Lo primero y más curioso de esta película es que en muchos sentidos, "El malvado Zaroff" es un aperitivo de lo que vendría a ser un par de años más tarde "King Kong", y ya no sólo por determinadas similitudes dramáticas (un barco zozobra y el único superviviente va a parar a una misteriosa isla) sino porque entre sus créditos ya se encontraban algunos de los responsables del mítico film, Cooper, Schoesdack, Wray... También se nota el interés de los responsables de "El malvado Zaroff" por la jungla y sus accidentadas circunstancias y se advierte también un afán técnico verdaderamente importante para la época. Algunas de las escenas de acción están rodadas con asombrosa virtuosismo y con una cámara asombrosamente autónoma para aquellos años, recordemos, 1932.
La película nos propone un interesante cambio de roles ante un cazador que de pronto se verá situado en el lugar del cazado. Resulta que el malvado Zaroff que da título a la cinta es un curtido cazador que ha perdido el interés por la caza, digamos, convencional y ha encontrado en la caza de seres humanos su particular pasión. "El malvado Zaroff" nos propone por tanto retroceder hasta los orígenes más animales del hombre ante una implacable caza por una frondosa jungla que no puede sino recordar al futuro paisaje donde habitará el rey Kong. El film además, en una etapa como la de principios de los años 30 plantea también la abisma diferencia que los norteamericanos encontraban en los europeos, situando a Zaroff como un emigrado ruso huido de la revolución de Octubre. Lo curioso del caso es que 70 años los americanos siguen mirando al viejo continente con cierto recelo, como si en Europa se dieran las mayores atrocidades de una sociedad aún con sus raíces ancestrales todavía muy presentes. Ahí está si ir más lejos, "Hostel", donde unos jóvenes americanos penetran en las profundidades de una Europa anquilosada, casi en la Edad Media.
El film dura unos escasos 68 minutos y no le falta nada. Es más, la película está llena de significativos matices, como esa aldaba con la que se abre el largometraje en donde un demonizado centauro herido de una flecha y una mujer entre los brazos surge victorioso, una imagen muy similar de lo que en suma, nos va a proponer "El malvado Zaroff", un encarnizada lucha en definitiva, por la posesión de una mujer, lo que además, le añade al conjunto unas interesantes pulsiones sexuales que si cabe, enrarece todavía más una película impecable.

lunes, 28 de septiembre de 2009

"Malditos bastardos" de Quentin Tarantino (2009)

Ya saben los que me conocen que a mi Quentin Tarantino es un tipo que me cae regular. Desde luego, el hombre sabe de cine y eso se nota. Planifica sus películas con envidiable sobriedad y escribe guiones repletos de frescura y ocurrencias, pero creo, sinceramente, que no hay nadie detrás que le indique hasta donde llegar, cómo domesticar su ingenio, que sin duda, lo tiene. Esta incapacidad para moderar sus estallidos de genialidad, en ocasiones lo conducen a una exposición de su genio excesiva, desmedida, de modo que alcanzados ciertos extremos, pueden llegar a perjudicar un film esencialmente brillante.
Algo así, creo yo, es lo que le ocurre a "Malditos bastardos". Una historia bien planteada, desarrollada y resuelta se ve inevitablemente lastrada por esos momentos tan del gusto del cine de Tarantino, en el que las escenas se alargan mucho más allá de lo aconsejable a base de diálogos virtuosos, interpretaciones soberbias, situaciones disparatadas o atmósferas asfixiantes. El arranque de "Malditos bastardos" es un ejemplo perfecto de esto. Un coronel nazi, interroga a un pobre granjero de la Francia ocupada. En la conversación, lo que al fin y al cabo se viene a decir es que el oficial nazi anda buscando a una familia judía que vivía por los alrededores y de los que no se sabe nada. Entre una cosa y otra, el coronel le termina diciendo que haga lo que quiera pero que si está ocultando a judíos en su casa lo mejor será que se lo diga si no quiere sufrir las consecuencias.
Pues bien..., lo cierto es que no tenía un cronómetro a mano pero la escena, fácil, fácil, puede llegar a los quince minutos, sino veinte, tranquilamente, y todo, sin que haya nada mal hecho en conjunto, al contrario. Magnífica planificación, extraordinaria interpretación de Crhistoph Waltz y un suspense que se va incrementando cada minuto que pasa. ¿Problemas? que cuando un se percata el tiempo que le ha dedicado Tarantino a semejante planteamiento resulta imposible no preguntarse por qué no lo habrá hecho de una forma más directa, más concreta. Habrá quien asegure que en ese tempo reside buena parte del alma de Tarantino, pero una cosa es el tempo y otra la más absoluta de las detenciones. Durante minutos enteros la narración no avanza, es verdad que uno se puede regodear con los múltiples matices que Waltz imprime en su personaje, pero no deja de resulta demasiado paralítico todo, como para no terminar resintiendo al espectador.
Este mismo ejemplo, se puede aplicar a otras -memorables- escenas, como el encuentro con una espía en una taberna que termina con un formidable tiroteo, pero resulta inevitable que escena tras escena, pese a la virtud de Tarantino con su pluma y su cámara, al final uno termine por preguntarse por qué tanto tiempo para tantos matices que en el fondo sólo son eso, matices, nada particularmente esclarecedor ni para la trama ni para el drama.
Quizá por esto, cuando "Malditos Bastardos" se anima del todo es en su tercio final. Cuando se nota que a Tarantino le entran las prisas (como saben, el director recortó la película una vez se hubo estrenado en Cannes) y las cosas son más directas, más concretas. Lo bueno de esto, es que esa concreción dramática y formal no afecta en absoluta al conjunto, razón por la que sospecho, todo se podría haber reducido un poco más, sobre todo, en su primera mitad.
A mi, que no me gustó nada en absoluto "Kill Bill" (hasta el extremo, de que no he visto ni pienso ver, de momento, "Kill Bill 2") ni muchísimo menos "Death Proof" tengo que admitir que "Malditos bastardos" me ha resultado un entretenimiento bastante digno. Por qué, y esto es importante recordarlo, el cine de Quentin Tarantino, más allá de sus referencias culturales a la subcultura de movimientos pasados que el director actualiza para venderlas como vanguardia, su cine es mero y puro entretenimiento, tanto como una película de Indiana Jones. Y uno, con "Malditos bastardos" puede pasar un buen rato. Brad Pitt está casi grotesco de lo caricaturesco que resulta, hay momentos desternillantes y la acción, aunque siempre muy contenida, resulta brutal en cada momento. De modo que nada que objetas, excepto sus veinte o treinta minutos que sin duda, le sobran...

jueves, 24 de septiembre de 2009

Master of Horror. Temporada II. Peter Medak

Agradable sorpresa la que nos ofrece el penúltimo episodio de la segunda temporada de la serie de televisión "Master of Horror". Por partida doble porque primero, los capítulos habían empezado a decaer alarmantemente y segundo, porque hacía tiempo que no veíamos a un director como Peter Medak haciendo cosas interesantes, al menos, que se hayan podido ver por estas latitudes. La historia de "Los washingtonianos" es la siguiente, una agradable familia media americana se traslada a un pequeño pueblecito de Virginia. Allí, apacibles ellos, escarbando entre las posesiones de su abuela encuentran un retrato del ex presidente George Washington que, sorpresa, descubre en su reverso un manuscrito, al parecer, del propio Washington, en el que reconoce su pasión por cocer niños y comérselos...
Dicho esto, y hecho público el descubrimiento entre los simpáticos lugareños del lugar, la apacible familia de pronto, comienza a verse acosada por unos extraños personajes. Ataviados con ropajes del siglo XVIII, acosan a la familia exigiéndole que le devuelvan el dichoso manuscrito. Hasta aquí, "Los washingtonianos" no ofrece nada nuevo, familia apacible acosada por extraño descubrimiento..., nada nuevo sobre el horizonte, pero se agradece la puesta en escena de Medak que sabe como empañar de inquietud momentos, en principio, no particularmente terroríficos.
Pero cuando el asunto se pone de verdad interesante viene después. No voy a desvelar mucho del resto porque le quitaría la gracia al asunto, digamos sólo que "Los washingtonianos" resulta un saludable ejemplo de autocrítica hacía los Estados Unidos, la divinización que su pueblo tiene sobre el presidente de los Estados Unidos, y un dardo envenenado final especialmente dedicado a George Bush que no tiene ningún desperdicio.
El resultado final es una película saludable, con sus momentos de vísceras y sangre por doquier, inquietud y unas notas de intriga y suspense muy bien dosificadas, para que nos vamos a engañar. Lo bueno de todo quizá sea que al final, "Los washingtonianos" demuestra ser un chiste y nada más, un chiste con mala uva si, un chiste ácido, pero un chiste, y eso es algo que no se suele ver en el cine de terror. La última vez, tal vez, en la propia "Master of Horror" con el episodio de Joe Dante "El regreso" o "El ejército de los muertos" creo que se tituló por aquí.

martes, 22 de septiembre de 2009

"Superhero Movie" de Graig Mazin

Mi buen migo Pedro solía decir que como más cine se aprende es viendo malas películas. Porque según esa teoría, de ese modo veías lo que nunca se debía hacer... Dejando a un lado afirmaciones tan radicales como esta, lo cierto es que de vez en cuando, el cuerpo pide un encefalograma plano. Y nada mejor para semejante empresa que un film de humor de la calaña de "Superhero Movie". De todos modos, es películas de esta naturaleza, también existen sus matices, sus aciertos y sus defectos. Y la verdad sea dicha, asumiendo que clase de película es "Superhero Movie", el largometraje de Graig Mazin tiene más virtudes que defectos, algo que ateniéndonos a sus créditos podemos deducir por qué. Primero porque David Zucker, director de "Aterriza como puedas", "Top Secret!" y "Agárralo como puedas", verdaderos clásicos modernos del humor absurdo, es su productor. Y por qué aún más por encima de él, están detrás de Zucker los hermanos Harvey y Bob Weinstein, unos hombres coléricos pero que saben como moderar el humor zafío tan habitual en este tipo de producciones y que se procuran un guión con un mínimo de planteamiento, nudo y desenlace, tan escaso habitualmente en películas similares.
"Superhero Movie" es por tanto, una parodia, fundamentalmente de "Spider-Man", aunque también deja caer alguna que otra mención hacía producciones de éxito como "X-Men" o "Los cuatro fantásticos". Pero mientras largometrajes como "Skary Movie" o "Epic Movie" se fundamentan sobre inconsistentes referencias a los más recientes éxitos del momento, al menos "Superhero Movie" enlaza las referencias con un mínimo de sentido, de coherencia narrativa. Además, "Superhero Movie" también contiene sus chistes de trazo grueso -que no significa que no los tenga- y esos chistes protagonizados por afroamaericanos y su cultura que francamente, nunca he entendido que gracia pueden llegar a tener. Es más, "Superhero Movie" tiene algunas caídas francamente buenas en sus diálogos y hasta en determinados momentos visuales, como ese travellíng circular que se detiene ante el mareo de los actores...
En fin, una tontería donde uno puede pasar el rato echando unas cuantas risas sinceras, lo que no es poco, y una película con un mínimo de dignidad y sobre todo de respeto por la inteligencia del espectador. De todos modos, bien lejos quedan todavía aquellas maravillas esperpénticas del trío Zucker-Abraham-Zucker, y yo me preguntó por qué. ¿Por qué el humor es cada vez más disparatado e hilarante (lo que no tiene nada de malo) pero a la vez, resulta menos coherente, menos y peor hilado todo? ¿Por qué no se hacen ya comedias absurdas con un trama, y no se confecciona una parodia a partir de su historia, y no del hecho simple y directo de ridiculizar éxitos recientes? ¿Por qué? ¿Porque da más dinero? No lo tengo yo muy claro...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

"Doomsday" de Neil Marshall (2008)


Tengo que admitir que mi opinión sobre Neil Marshall es contradictoria. No me gusta como filma, tengo la impresión de que coloca diecisiete cámaras para rodar cualquier escena y que después ya veremos cómo le da forma. Para mi eso no es cine. Para mi eso cachondeo, arbitrariedad, suerte, no se..., cualquier cosa, menos cine. Pero por otro lado tengo que admitir que abordó un tema tan trillado como el de los hombres lobo en "Dog Soldier" y lo hizo bastante bien. Con pulso, tensión y sobre todo abordando un tema que ya para muchos suena a broma con seriedad. No se crean, eso no es fácil. Y luego también tengo que admitir que también me gusto, si cabe más aún, "The Descent". Algo mejor rodada, Marshall se atrevió con uno de esos rodajes complejos por necesidad (ente grutas, cuevas y claro, estudio) al relatar la claustrofóbica historia de un grupo de espeleólogas que se pierden en el interior de una cueva laberíntica minada de extrañas criaturas.
Quizá mi moderada antipatía por Marshall venga de la rabia que me da que él, haya logrado destacar dentro de la cinematográfica británica con un cine, en cierto modo, fácil, y que un hombre como Rob Green, director de la fantástica "El bunker" (una película más difícil con sabor a cine de terror clásico), que no ha logrado filmar otra película desde entonces -hace ya siete años-, que apunto estuvo de alimentarse de los éxitos de Marshall al coger las riendas de "Dog Soldier 2" (al final abandonó el proyecto) y que ahora se ha metido en el rodaje de una cosa que se titula "Gladiadores Vs. Hombres lobo" que no me pregunten qué es que no lo tengo muy claro.
El caso es que, tenía yo cierta expectación por ver "Doomsday" aunque tengo que admitir, que de entrada, no me llamaba demasiado la atención. Tenía una pinta regular, y en efecto, es una película regular. Primero porque la historia de la sociedad al borde de la extinción aunque interesante, es un tema un pelín manido y además "Doomsday" sólo lo toca de pasada, porque lo que al film le interesa son otras cosas. Segundo porque "Doomsday" es antes que nada y sobre todas las cosas una película de acción, salpicada de bastante sangre, pero una película de acción que conforme avanza el metraje desvela que había más interés por rodas escenas de acción que por terminar diciendo algo. Tercero porque la idea de sociedades nacidas de los desechos de una civilización aparentemente extinta, recuerda demasiado a "Mad Max" y "Doomsday" no disimula esto en absoluto. Y cuarto porque cuando uno llega al ecuador del film empiezan a pasar ciertas cosas que hacen que el espectador empieza a preguntarse si no estará ante una de esas películas vestidas de cine adulto pero en el fondo, una aparatosa broma.
En este último sentido, creo que radica buena parte del desencanto de "Doomsday", en que Neil Marshall no define el sentido último de la película. El final es un completo disparate que es imposible, nadie se pueda tomar en serio y en cambio, el tono general de la película es presuntamente adulto, presumiblemente trascendental. A esto hay que sumarle que Marshall, que había demostrado tener muy buena mano para crear ambientes claustrofóbicos y generar suspense, se pierda en una película con demasiados escenarios, mucho espacio abierto teóricamente opresor y una trama que a partir de la segunda parte del metraje se pierde por completo, divaga en exceso, pierde el norte y nada de lo tocado, resulta lo suficientemente consistente.
A todo esto habría que añadirle cierto aire heredado del cine de John Carpenter (de hecho, uno de los personajes se apellida como el director), una agradable y simpática sorpresa que no dura demasiado. "Doomsday" me recuerda bastante a "1997. Rescate en Nueva York", esos estrafalarios uniformes de los soldados y alguna que otra pincelada acerca del honor, la amistad y a fuerza de los personajes femeninos, pero nada deja huella. Si, si uno se empeña, de "Doomsday" se pueden sacar determinadas lecturas acerca la naturaleza violenta del hombre, de la monstruosa naturaleza del ser humano, de lo fácil que es corromper a la sociedad, de lo frágil que resulta desmoronar la sociedad, pero todo dicho de manera muy superficial, muy trillada, nada nuevo en suma. O dicho de otro modo, bastante aburrida.

lunes, 14 de septiembre de 2009

"Crepúsculo" de Catherine Hardwicke (2008)


No había visto yo "Crepúsculo". Si, ya se, que dicen por ahí, es el acontecimiento cinematográfico-literario del momento, pero me debo de estar haciendo mayor, de eso no cabe duda. Hace unos años sabría más de la saga de "Crepúsculo" que sus propios creadores antes incluso que el día de su estreno. Pero ahora, me enteré de que la película en cuestión estaba basada en un libro superventas cuando vi la noticia en un informativo. La verdad sea dicha, no me llamaba demasiado la atención ver la película en cuestión, pero un amigo me ha invitado a dar una charla en la Biblioteca Regional de Murcia justo el día antes que se estrena "Luna nueva" para que hable de vampiros, cine y literatura. Como no podía ser de otro modo, acepté encantado, aunque en lo que llevo de vida habrá dado cinco charlas y en cuatro de ellas ha sido para hablar de vampiros, por lo que empieza a preocuparme que un día me salgan colmillos...
Así que me pongo a verla, tengo que admitir, que con cierto recelo. De entrada, una historia de amor adolescente con vampiros de por medio, por mucho que me gusten los no-muertos, no es mi propuesta ideal para un domingo por la tarde, pero en fin... Tengo que admitir que receloso y todo, "Crepúsculo" no me disgustó. Hice desde luego un esfuerzo por obviar todos y cada uno de los tópicos que aparecen en la película así como esa sensación de estar viendo "Sensación de vivir" en su versión vampírica, pero debajo de todo esto, había al menos un film entretenido. Sobre todo, creo yo, por una cuestión, a mi parecer, fundamental. Y es que en "Crepúsculo", al contrario que en muchas otras películas el vampiro no es un ser marginado que se esconde de la sociedad, sino un personaje que se confunde con los humanos, fundamentalmente para corromperlo.
El acierto de "Crepúsculo" es verdad, llega hasta aquí. Los vampiros del film de Hardwicke (por qué aparece su título al final de la película, porque resulta tan impersonal que podría haberla dirigido casi cualquiera), los buenos y los malos, no aspiran a corromper nada, aquí los vampiros se limitan, unos, a pasar lo más desapercibidos posibles, otros, a cazar humanos. Aquí habita uno de los mejores momentos de “Crepúsculo”, ver a los vampiros cocinar, jugar al baseball, en suma, hacer cosas mundanas... Pero el enfrentamiento entre buenos y malos es sólo cuestión de tiempo y la excusa perfecta para ofrecer un digno espectáculo de acción y efectos especiales aunque eso si, todo pasado por el filtro "Matrix".
Pero el problema de base de "Crepúsculo", creo yo, es la actual tendencia que tenemos todos de humanizar a los mitos y leyendas, de forma que los desprendemos de su misterio y se quedan en vulgares monigotes. O dicho de otro modo, aunque "Drácula de Bram Stoker" articulara tosa su trama en torno al romance entre el popular vampiro y Mina Harker, un vampiro, por esencia, por definición, no puede, ni debe sentir piedad, y muchísimo menos amor. Si, podemos pasar por el aro porque no nos queda más remedio, pero siempre siendo conscientes de que eso ya no es un vampiro. Un vampiro es malo, y hace el mal porque esa es su forma de vida, su naturaleza. No es que haga el mal por hacerlo, sino porque no entiende otra forma de vivir. Pero más allá, su mal, no se queda en matar y comer a seres humanos, sino a corromper el alma humana, forzando al hombre a mirarse ante un espejo para descubrir que él, no es en su raíz, menos malo que la bestia que está tratando de destruir.
Nada de esto hay en "Crepúsculo", entre otras cosas porque no era esa su intención, eso está claro, y por supuesto, es una decisión legítima, pero lo que a mi me preocupa es que las próximas generaciones, las que no se han leído y ni piensan leerse "Drácula" y crean que la novela tiene algo que ver con el film de Coppola, y se queden con cosas como "Crepúsculo", asumiendo que un vampiro es un lastimero que puede decidir entre beber sangre humana o sangre de animal y al final, el legendario mito del no muerto, que lleva acompañando al hombre desde la cueva de Altamira, se convierta en una vulgar marioneta.

viernes, 11 de septiembre de 2009

"Despedidas" de Joe Hisaishi (2008)


A mi novia, ahora mi mujer, no le gusta en absoluto la música de cine, lo cual complica un poco, no crean, mis momentos para podes escuchar música, sin embargo, si le gusta Joe Hisaishi. El asunto tiene su gracia, porque Joe Hisaishi es uno de los compositores más melódicos y sensibles que habitan el actual panorama mundial. Su verano de Kikujiro es simple y llanamente genial, una melodía a piano tan sencilla como pegadiza, habita una banda sonora impecable. Sus colaboraciones con el cine de Takeshi Kitano, no suelen tener desperdicio alguno. Y sus trabajos para el cine de animación de Hayao Miyazaki son absolutamente arrebatadores, quizá, con "La princesa Mononoke" a la cabeza.
El compositor, que el próximo mes de diciembre cumplirá los 49 años, en plena madurez creativa, es probablemente el músico más solicitado de Japón. Uno de sus últimos trabajos ha sido para la película nipona "Okuribito", traducida en nuestro país como "Despedidas", del director japonés Yojiro Takita, responsable de la que fue la auténtica sorpresa de los últimas Oscar al hacerse con la estatuilla al mejor de film de habla no inglesa. La película, que yo sepa, aún no se ha estrenado en nuestras salas, y si lo llega a hacer, sabe Dios si legará a las santas salas de esta, mi reverenciada Región, en fin...
El caso, es que aún sin haber visto la película, y sabiendo que el film trata sobre un joven que encuentra trabajo en una funeraria amortajando cadáveres, la música compuesta por Hisaishi desvela, que además de una honda sensibilidad, el largometraje de Takita debe de estar empapado de optimismo. Y todo, amortajando muertos, si. Desde luego, "Despedidas" no es "El verano de Kikujiro", en el sentido de que no tiene esa melodía tan pegadiza y de una forma tan insistente, pero probablemente eso no fuera lo que se estaba buscando para el film de Takita. "Despedidas" es otra cosa bien distinta, pero también bellísima. Su leit motiv es total y absolutamente arrebatador, menos fácil que el de Kikujro, pero igualmente bello.
De este modo, lo cierto es que Hisaishi no ha hecho más que demostrar que está en pleno momento álgido y que es ahora cuando todavía, puede llegar a superarse, en cuyo momento, francamente, no se va que va a pasar, porque se me hace imposible imaginar melodías más emotivas y sensibles que las que ya ha compuesto el músico japonés. Pero son precisamente partituras como la de "Despedidas", las que mejor ponen en evidencia el talento de un músico que todavía sigue creciendo y que lo demuestra con cada nuevo trabajo. Que no tiene miedo a experimentar y que además sabe como ofrecer un trabajo aparentemente sencillo pero esencialmente complejo y siempre, bello.
Para los que no se hayan convencido, aquí os dejo el leit motiv y ya os adelanto en cualquier caso que si bien, se trata del tema principal de la BSO, no es la variación más arrebatadora, para eso, hay que esperar al penúltimo tema. En todo caso, lo que si está claro es que la película, habrá que verla si o si.

jueves, 10 de septiembre de 2009

"El niño con el pijama a rayas" de Mark Herman (2008)


Vaya por delante que no he leído la novela original de John Boyne, lo cual, también vaya por delante, he lamentado profundamente una vez he visto "El niño con el pijama a rayas" de Mark Herman, por qué me siento incapaz de definir a partir de qué punto empiezan y termina los logros del libro original y a partir de que punto arrancan las virtudes y los defectos del film de Herman. Lo que por otro lado, sitúa sobre un castillo de naipes una de mis teorías más cacareadas y defendidas por un servidor; que no haber leído el libro en el que se basa una película siempre nos permitiría analizar con mayor objetividad las virtudes y los defectos del film. Lo que ocurre con "El niño del pijama a rayas" es que se trata de un film tan correcto como falto de garra, de igual modo que se trata de una película sorprendente como sospecho, es el libro de Boyne.
Yo, por si acaso, recomendaría a todos aquellos que no hayan visto la película y que no hayan leído el libro, que lo lean, por qué al fin y al cabo, independientemente de lo sano que es leer, "El niño del pijama a rayas" de John Boyne es un volumen, por lo que recuerdo al verlo en las tiendas, bastante finito, de esos que se puede leer en dos o tres tardes y, visto lo visto en el film, creo que merece la pena.
De todos modos, hay algo que sí que resulta evidente en "El niño del pijama a rayas", una producción de Miramax, es que detrás de los populares estudios ya no está Harvey Weinstein. Se ha dicho un millón de veces que sólo apreciamos lo que realmente queremos cuando carecemos de ello y en Miramax, por colérico, tirano y peligroso que resultara Harveyu Weinstein lo cierto es que sólo alguien como él era capaz de sacar un éxito de propuestas, sobre el papel tan arriesgadas como "Shakespeare in Love", "Chicago" o hasta "Gangs of New York", que pese a su irregular resultado, dejó un buen resultado en las taquillas de todo el mundo. Harvey, desde luego, como todo el mundo, cometió errores ("Kate & Leopold", una comedia romántica de 40 millones de dólares que fue un fracaso absoluto, o "Todos los caballos son bellos") pero salvo imprevistas contrariedades de producción y/o creativas, "El niño con el pijama a rayas" era la propuesta perfecta para que Weinstein hubiera amasado miles de millones de dólares y que además hubiera ganado algún que otro Oscar. En cambio, la película de Herman, como digo, no tiene garra propia, tal vez porque su director no tiene intuición, su reparto siendo correcto, no trasciende, o porque su guión, siendo impecable, no se arriesga más allá de lo que, sospecho, propone el libro.
Una pena, porque como digo, el film está llevado con suma corrección. Además se nota que tenía la mirada puesta en los Oscar, factura impecable, reconstrucción histórica al dedillo (el niño del pijama de marras está clavado), preciosa melodía de James Horner, trágico y sorprendente final... Si es que la película tenía todos los ingredientes, pero insisto, hay algo en el conjunto que no llega. Desde luego, resulta muy complicado permanecer impasible ante el largometraje y muy especialmente a su cuarto de hora final, pero hay algo en el largometraje de Herman que no funciona, como si no pretendiera ir más allá, como si su única pretensión fuera reflejar lo mejor posible el relato de Boyne, sin añadir nada más de su propia cosecha. La decisión es desde luego legítima y a veces, es mejor esto que irse por las ramas y hacer un "Drácula de Bram Stoker" o algo parecido, pero resulta inevitable que se eche de menos algo de personalidad, algún apunte personal.
Insisto, esa es la impresión que me ha dado el film de Mark Herman, porque como he dicho, no he leído de Boyne. Ahora bien, prometo que lo leeré y entonces, volveremos a retomar la cuestión.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

"The Wicker Man" de Neil LaBute (2006)


En su día, "The Wiker Man" (literalmente, "El hombre de mimbre", un ritual asociado al ámbito céltico donde al parecer, se llevaban a cabo sacrificios humanos) fue recibida con moderado entusiasmo, pero de una forma mucho más calurosa que cualquier thriler de suspense al uso manufacturado en Hollywood. Y lo cierto es que el film de Neil LaBute está por encima de la media. El cineasta norteamericano se atrevió con un inquietante relato de Anthony Shaffer que ya fue objeto de una adaptación en 1973 a manos de Robin Hardy en una película del mismo título que tengo que admitir, no he visto.
En cualquier caso, hay que admitirle a "The Wicker Man" una inquietante atmósfera conseguida no a partir de los resortes habituales del terror (oscuridad, sombras amenazantes, rayos y truenos...) y muy al contrario, la película se situa en un entorno abierto a plena luz del día. Tal vez por esto, y porque la trama recuerda inevitablemente a una película como "El bosque", se dijo en su día que "The Wicker Man" era una de las primeras respuestas a la senda estilística de M. Night Shyamalan. Al menos con "The Wicker Man", LaBute pareció exponer unos intereses cinematográficos muy similares a los de Shyamalan, aunque con una finalidad muy distinta, unos recursos narrativos que mantienen cierta distancia y en suma con resultados bastante dispares.
Y es que, mientras el cine de M. Night Shyamalan, guste o no, siempre se ha situado en un extraño lugar dentro del cine de Hollywood, lo cierto es que "The Wicker Man", más allá de su inquietante propuesta dramática, no termina de encontrar un lugar en el universo de Hollywood, quedándose a medio camino entre la propuesta convencional y la radical. Esto es así, creo yo, porque el film de LaBute primero, está planificado con bastante desgana, es decir, con escasa o poca inventiva visual, con poca o ninguna sensación de que el director estuviera rodando con la mente puesta en el montaje, salvo en momentos muy concretos y si pensaba en el montaje, estaba pensando en un montaje muy insustancial, poco revelador. Por si fuera, el film juega además a una falsa espectacularidad dentro de la trama que propone, que da muy poco juego en este sentido. Un ejemplo, si el protagonista, Nicolas Cage, se queda colgando a través de una plantilla, la música sube y LaBute filma el momento con cinco o seis cámaras que se superponen en una sucesión de planos poco estimulante y si muy banal, convencional.
Pese a todo, insisto, "The Wicker Man" está por encima de la media. A mi modo de ver, a años luz del cine de M. Night Shyamalan, o a otras propuestas recientes de cine de género como "Los extraños", para mi, de lo mejor del año pasado y está si, marcando las distancias con el cine de Hollywood, por más que contará con intérpretes del tirón comercial de Liv Tyler. En cierto modo, y en ese sentido, a "The Wicker Man" le pasa algo muy similar porque aunque cuente con la presencia de Nicolas Cage, la película es un film independiente de 40 millones de dólares (poco para el rasero de Hollyood y hasta para algunas producciones supuestamente independientes aunque "Los extraños" sólo rondara los 10 millones si bien es cierto, la complejidad de "The Wicker Man" debió de resultar bastante más costosa que la de "Los extraños" que al fin y al cabo se desarrollaba íntegramente en un único escenario, una casa) que salió adelante gracias a la apuesta personal de Cage que produjo el film a través de su productora y además garantizo su presencia al frente del reparto, lo que siempre es bien visto en Hollyood. Eso si, hasta nuevo aviso..

martes, 8 de septiembre de 2009

"Encantada" de Kevin Lima (2007)


Como decía en la anterior entrada me encanta el cine musical y además, también el cine de animación. Por esta razón, cuando Walt Dsney anunció que dejaría de producir películas de animación tradicional sentí una profunda tristeza. Recuerdo que fui a ver su última película de animación tradicional casi como si de una ceremonia se tratase. Fui solo. Había niños, pero muy pocos al lado de cualquier producción Pixar. "Zafarrancho en el rancho" costó algo más de cien millones de dólares y en Estados Unidos recaudó sólo la mitad. Era un fracaso. Aquella película había sido la última oportunidad que Disney se dio a si misma para seguir adelante con el cine de animación tradicional o no.
Tal vez por está razón me causó una singular simpatía el estreno de "Encantada", especialmente por ese arranque en animación tradicional que recordaba a los mejores tiempos de la casa del tío Walt. Pero obviamente, la película iba por otro camino. La propuesta tenía si gracia, recurrir a todos los tópicos del cine de animación de Disney y para convertir la película en parodia. Tenía su gracia y su habilidad la idea, y más aún en unos tiempos en que esos mismos tópicos habían pesado a provocar cierta distancia entre el respetable que se había empezado a inclinar por otros tópicos, los del cine Pixar, que también los tiene.
De este modo, en "Encantada" ocurre lo impensable, una joven princesa de cuento de hadas recibe la maldición de rigor de la imprescindible bruja, sólo que en esta ocasión la maldición de marras no consiste en sumirla en un sueño eterno, sino en enviarla al Nueva York real del siglo XXI. El contraste ya se lo pueden imaginar. Giselle (Amy Adams), vive literalmente en un cuento de hadas, de modo que no tiene inconveniente en ponerse a cantar en mitad de Central Park ante la atónita mirada de los transeúntes o de pedir ayuda a los pajaritos para que le ayuden a hacer las labores del hogar...
Por esto digo que en el fondo "Encantada" es un film prototípico del Disney más clásico, porque bajo todas estas caídas que ponen en evidencia la ingenuidad de su recursos más habituales, habitan sin problema alguno todos y cada uno de sus tópicos, aunque estén situados en el mundo real bajo una cuidada tecnología en tres dimensiones, como ocurre al final del film con el espectacular dragón que casi destruye un edificio de la Gran Manzana. Hay baile, historia de amor con un inesperado príncipe azul, un ridículo caballero andante, una bruja (Susan Sarandon, nada menos), en fin, todo está ahí.
Y no es de extrañar, su director, Kevin Lima, era un formado alumno de los estudios Disney. Director del que tal vez fue el último éxito de Disney en el terreno de la animación tradicional, "Tarzan", Lima también había dirigido la simpática "Goofy e hijo" y la innecesaria y desesperada secuela "102 dálmatas". Lima por tanto conocía los resortes que dieron un nombre a Disney que para la ocasión, iban a ser trasteados a golpe de parodia. por contar, Lima contó con el ya legendario Alan Menken (una vez más soberbio, Menken es un tipo que no falla), antaño, imprescindible compositor de toda producción Disney autor de las BSO de los últimos grandes éxitos de la productora, "La sirenita", "La bella y la bestia", "Aladdin", "Pocahontas", "El jorobado de Notre Damme", "Hércules" y hasta "Zafarrancho en el rancho".
"Encantada" por tanto es, además de un perfecto film para los más pequeños también un agradecido vistazo para los más adultos a ese mundo Disney que tantas ilusiones creo y que hoy no puede o no sabe como mantener el tipo. Y además "Encantada" permite un disfrute adicional para los mayores, contemplar una suerte de parodia de ese mismo mundo que dio fama y éxito a Disney. No es ninguna obra maestra, pero es un film muy agradecido de contemplar que va algo más allá de su mera apariencia infantil que es seguro, habrá echado para atrás a más de uno.

lunes, 7 de septiembre de 2009

"Mamma Mia!" de Pyllida Lloyd (2008)


Qué le voy a hacer, me encantan los musicales. Me gusta cuando un personaje, sin venir aparentemente a cuento se pone a cantar y a bailar y súbitamente, un coro anónimo se une al baile al unísono. No se, me parece un acto de confraternidad y optimismo generalizado muy raro de vez en la vida real. Tal vez por eso, un musical sea un género eminentemente fantástico, irreal. De hecho, habida cuenta de las complejidades añadidas que implica filmar un musical resulta casi un milagro que hoy día se sigan rodando musicales. Una película musical conlleva un esfuerzo extra y un importante gasto adicional que no siempre se ve recompensado. Quizá por esto, he procurado no perderme un sólo musical en los últimos años, y probablemente por mi admiración por el género, casi todos me han gustado mucho, dejando a un lado sus carencias y obviando el único título musical que consiguió que me rasgara las vestiduras y que de hecho me negué a terminar de ver, "Moulin Rouge" (si, ya se que está película tiene una legión de fans pero es que yo no la soporto).
Recuerdo que en su día, cuando se estrenó "Mamma Mia!", leí una crítica en un periódico nacional que decía algo así como que resultaba bastante complicado sacarle una sola pega a la película aún admitiendo que era un film cinematográficamente muy deficiente, porque la película conseguía de cabo a rabo que el espectador, y hasta algunos críticos, pasaran un rato de lo más entretenido. Y algo de verdad hay en esto. "Mamma Mia!" como película, como narración cinematográfica es una propuesta bastante endeble, sus personajes no es que sean endebles, es que son raquíticos. Sus motivaciones resultaba bastante irrisorias y en conjunto, dramáticamente, la película de Lloyd no tiene nada digno de mención que aportar. Ahora bien...
Es también cierto que "Mamma Mia!" supone uno de esos dignos de ejemplos que de vez en cuando nos ofrece Hollywood en favor del puro entretenimiento sin más ambiciones que esas, algo por otro lado, nada malo. No hay una intención digamos, intelectual, pero tampoco la necesitaba para lo que buscaba una película como "Mamma Mia!". Pyllida Lloyd consigue los mínimos, pasar un buen rato, esbozar una perpetua mueca de sonrisa en el espectador y que termine por creerse que esa idílica vida en una remota isla de Grecia puede ocurrir de verdad. Al fin y al cabo, como decíamos al principio, el musical es un género eminentemente irreal, por esto los decorados, sean reales o no, tienen un tono de falsos, de artificiales. Y eso es bueno, a la vista del conjunto de la película.
Además, en esencia, "Mamma Mia!" respeta determinados postulados clásicos del cine musical, optimismo contagioso, cierto aire folletinesco e inesperadas actuaciones de un público aparentemente ajeno a los números musicales que de pronto se suma a una canción. Es cierto que ya no hay grúas que trasmitan grandes cosas, en su lugar hay mucho montaje. Las cosas cambian y no siempre para bien. También cambia su contenido, o su mensaje. Si en el cine clásico el musical era un canto a la vida provocado generalmente por un amor verdadero o por un éxito profesional -o por ambas cosas-, "Mamma Mia!" es un canto a la lozanía, a la lujuriosa juventud, a la expectativas vitales de la juventud que con todo parece poder y cuyas estupidez propias de la edad del pavo, se tornan sólidos justificantes existenciales. Aquí habrá opiniones para todos los gustos. De hecho, "Mamma Mia!" tiene algo de ese "Mucho ruido y pocas nueces" de Kenneth Branagh, con esa villa de tintes europeos que parece erigirse como una burbuja existencial donde los deberes y obligaciones desaparecen y donde todo el mundo se entrega a la vida, el amor y la diversión. No es lo mismo Shakespeare que Abba estamos de acuerdo, pero hay poso común, eso está claro.
En cualquier caso "Mamma Mia!" se deja ver con agrado y además la película ofrece algunas agradecidas sorpresas. Julie Walters y Christine Baranski está verdaderamente espectaculares en su rol de hilarante amigas de Donna, una Meryl Streep por otro lado, que sigue destilando una madura lozanía ciertamente agradable de contemplar. Hay muchas canciones, algunos dirán que demasiadas, bueno, es un musical de lo que estamos hablando (de hecho es la adaptación de un musical propiamente dicho, que no es exactamente lo mismo que una película musical al estilo de "Cantando bajo la lluvia") y se nota eso si, que todos se lo pasaron de fábula rodando la película. Al menos consiguen, que el público también disfrute, que no es poco.

domingo, 6 de septiembre de 2009

"Valkiria" de Bryan Singer (2008)


"Valkiria" está muy bien. Vaya por delante. Si, ya se que ahora Tom Cruise cae mal y que por tanto hay que ponerlo a parir siempre que se tiene oportunidad, pero atacar un film como "Valkiria" por la sola presencia del actor norteamericano me parece un ejercicio de hipocresía bastante importante. La película de Bryan Singer funciona a la perfección, desde el primer al último plano, y lo hace -y esto es lo más difícil- con una historia cuya final conocemos, el fracaso de la operación Valkiria y el fusilamiento de sus principales responsables. De hecho, y por está razón, "Valkiria" es la prueba más reciente que nada como Hollywood para hacer trepidante y entretenido un relato real y complejo como fue aquel intento de golpe de estado contra el régimen nazi. O dicho de otro modo, "Valkiria" es una película de Hollywood, con todos sus tics pero sin que ello implique que estemos ante una mala película. "Valkiria", que nadie se vaya por las ramas, es lo que es, un film de suspense, y por esto funciona.
Singer, que sabe muy bien como crear tensión y suspense, aunque tengo la sensación de que filma con demasiadas cámaras y con la cabeza ocasionalmente puesta en el montaje, logra además que el último tercio del film sea un arrebatador cresccendo que concluye, como hemos dicho, con la muerte de su protagonista. "Valkiria", más que un drama histórico es a todas luces un thriller político de conspiraciones para destronar al diabólico Hitler del poder. De hecho, las escenas en las que interviene el Führer están rodadas con especial detenimiento, con un patente espíritu ceremonial, que combinado con los lentos movimientos de Hitler (David Bamber), dotan a esas escenas de una particular atmósfera de inquietud, como si tuviéramos delante al mismísimo Satanás.
Como digo, película con el pulso de acero y in una sola pega formal. Hay alguna que otra concesión si, como digo, había que simplificar y acercar al gran público un acontecimiento muy complicado que además se llevó a cabo en secreto, entre susurros dentro de los muros del Tercer Reich. De hecho, si algo flojea con mayor clarividencia esto sin duda, la relación familiar de Stauffemberg (Cruise), hay un intento por situar a la mujer y los hijos del protagonista como verdadero pilar emocional del personaje, pero lo que manda en "Valkiria" es la conspiración, la colaboración, y como el engranaje nazi a punto estuvo de darle la vuelta a la tortilla aún estando Hitler vivito y coleando.
"Valkiria" es por tanto un afortunado regreso del mejor Bryan Singer, porque creo yo, los fracasos y los tirones de orejas, tanto del público como de la crítica, siempre vienen muy bien. Suele ser un jarro de agua fría que, de vez en cuando, hace que algunos directores bajen de las nubes y se centren en lo que mejor saben hacer. Singer, que teniendo fantásticas películas a sus espaladas, había perdido últimamente el norte con largometrajes tan malos o simplemente, carentes de todo interés como "X-Men 2" y "Superman Returns". El director de "Verano de corrupción" se estaba volviendo cada vez más ceremonioso y también, más caro, pero sus objetivos, el peso específico de sus propuestas habían caído en picado.
Por esto creo que cuando "Superman Returns" no funcionó como nadie esperaba (y no me extraña porque la película es un tostón de dos horas y pico complicado de digerir), Singer se bajo de su particular pedestal y ahora en "Valkiria" se ha limitado a hacer lo que mejor saber hacer, narrar suspense.

sábado, 5 de septiembre de 2009

"Indiana Jones y la tumba del emperador" de Clint Bajakian


Bueno, pues ya estoy de vuelta. Como algunos sabrán, estos días no se me ha ocurrido mejor cosa que casarme. Si señores, como lo leen. Ya soy un hombre casado. Y como es bien sabido, a la habitual parafernalia social y festiva que suele acompañar a estos momentos, he tenido la suerte además de pegarme un generoso viajes a Praga y Berlín. La capital checa ya la conocía para ha sido en esta ocasión cuando he averiguado por qué me gusta tanto esa ciudad, porque es un perfecto escenario natural de una película de la Hammer. Qué callejuelas, qué edificios, qué estatuas...
Berlín, por su parte es una cosa bien distinta. Afortunadamente menos cargada de turistas (Praga tenía algo de Disneyworld), la capital alemana es una megalópolis tan o más grande que un Londres, pero también más fría, demasiado expandida, como si hubiera demasiada ciudad como para que todas sus calles estuviera constantemente transitadas por viandantes. Y además, también un poco sucia, un poco inquietante en según qué callejones, y mucha gente de todas las culturas, edades y además, mucho pinta, mucho vagabundo, mucho estrafalario, mucho punky, mucho tipo raro... Cuando llegué a la estación central de seis plantas rodeado de carteles en alemán que no entendía ni por asomo, cargado con dos maletones de veinte kilos cada una y me recibió un vagabundo orinando en pleno andén, me sentí como Paco Martínez Soria en "La ciudad no es para mi".
Y se preguntarán ustedes, que qué tiene que ver todo esto con el videojuego que titula esta entrada, pues les cuento. Andaba yo por Berlín, ya algo más situado y menos acomplejado por no entender un carao de alemán, y como hice en Praga, no hubo tienda de discos, DVD o similares que se me resistiera al menos, a una cordial visita de cortesía. Estaba yo por tanto, en pleno centro de Berlín y no se me ocurre mejor cosa que meterme a una tienda de discos que de entrada, casi parecía más un sex shop, con carteles amarillos anunciado lo que vendían en su interior, en un entresuelo desde fuera, un poco siniestro. Pero el caso es que cuando entro...
Yo creo, sinceramente, que no recuerdo haberme topado con una sección de música de cine más grande. Cuando fui consciente de lo que tenía delante, os juro por Dios que me puse a temblar, me flojearon las piernas, y mi tarjeta de crédito se temió lo peor...
Afortunadamente, o no, aún no lo se, la verdad, hice de tripas corazón y me retuve hasta extremos que yo mismo me sorprendo. Y fue allí, escarbando entre miles de bandas sonoras cuando me topé con esto, la banda sonora del videojuego "Indiana Jones y la tumba del emperador". Así, de entrada, entiendo que uno debe de pensar que se tiene que ser muy freak para comprarse la BSO de un videojuego y hombre, razón no le falta a quien sospeche eso, pero no es menos que cierto que en más de una ocasión, las consolas han servido de nutritivo campo de formación para algunos de los compositores modernos más representativos. El caso, sin duda, más claro en este sentido es el de Michael Giacchino, curtido entre videojuegos y posteriormente formidable compositores de BSO´s como "Los increíbles", "Ratatouille", "Up", "Mission: Impossible III" o "Star Treck".
El caso es que aún arriesgándome a que el CD en cuestión sonora a huevos fritos (no es la primera vez que Perico, el de los palotes, coge una marca registrada tipo Indiana Jones o Star Wars e con un órgano Sony en ristre se pone a tararear determinados temas por más que se anuncien como Orquestas Sinfónicas de sabe Dios que condición y calaña...), me lo compré. Y no era precisamente barato. Pero ahí estaba yo, en mi plena condición de freak y más aún, si es de Indiana Jones de quien hablamos.
Como digo, el CD de marras, presidido, eso sí, por el nombre de John Williams, como irrefutable autor de determinados temas (los clásicos de Indiana), la BSO venía también acompañada por el nombre de Clint Bajakian (en aquel momento y para mi humilde conocimiento, un Perico el de los palotes) y una de esas temidas orquestas de las que uno no ha oído hablar en su vida, la Northwest Sinfonia Orchesta. Insisto, yo, no sin cierto temor, me lo compré.
Luego, para tranquilidad mía me fijé que en los créditos del CD aparecía George Lucas como productor ejecutivo. Eso significa, como bien saben ustedes que a efectos prácticas Lucas autorizó la música y que dio el visto bueno a explotar tanto su creación (Indiana) como su nombre a la BSO. No será una total castaña, pensé yo... Y bueno, la verdad, no me equivoqué del todo...
Hombre, se nota que detrás no está la Orquesta Sinfónica de Londres, y también que el señor Bajakian, con toda su buena intención, no es Williams, y también se nota que "Indiana Jones y la tumba del emperador", es la BSO de un videojuego (algunos temas duran escasamente veinte o treinta segundos), pero el compacto, como curiosidad, está bastante bien. Conserva, desde luego la "Raiders March", aunque sea en estos momentos, cuando la Northwest Sinfonia Orchesta más pone de relieve sus deficiencias. Lo mejor de "La tumba del emperador" es cuando se aventura con nuevos temas y nuevas propuestas musicales. El resultado es una BSO entretenida, fácil de oír y que sobre todo, hace soñar con una nueva BSO del Williams de los buenos, y no con ese prestigioso imitador del compositor de "Star Wars" que compuso "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal", aunque claro con una película así, era difícil encontrar la inspiración, eso también...
Por si fuera poco, la BSO de "Indiana Jones y la tumba del emperador" contiene un par de suites de otros dos videojuego sde Bajakian de Indiana, "Indiana Jones and de Fate of Atlantis" e "Indiana Jones and the Infernal Machine" y además, un jugosa selección de nada menos que veinte cortes de la música de "The Young Indiana Jones Cronichles", osea, tela... y además, todo muy cuiroso. Si señor.