jueves, 30 de abril de 2009

La BSO que nunca sonó...


Con más frecuencia de lo que solemos pensar, muchos compositores ven aterrados como su música no forma parte del montaje final de una película. Sin duda, el ejemplo más recurrido de esto es la partitura que Alex North compuso para "2001" que Kubrick desestimó en favor de obras clásicas. Cuentan que cuando Noth fue al estreno de la película no tenía ni idea de que su música había sido descartada, de modo que cuando arrancó la película y comenzó a percatarse de que no había una sola nota compuesta por él, el hombre quedó bastante hundido allí, en plena sala de cine, en pleno estreno. Imaginen la cara que le debió poner a Kubrick cuando se encendieron las luces. Por fortuna, años después, Jerry Goldsmith recuperó la partitura original de Roth que se editó en un CD imprescindible para todos los amantes de la película, el cine y la música.
Pero esto, sigue pasando, y mucho. Hace unas semanas les contaba en este, mi humilde blog, como David Arnold veía como su música para "La isla de las cabezas cortadas" se veía desterrada por un Renny Harling que al parecer, desde un principio, no encajó con Arnold. Yo, cuando pensé que había por ahí una BSO rechaza de esa película compuesta por David Arnold casi me da un infarto, pero el propio compositor dijo que no, que sólo llegó a componer un tema, que en todo caso, mataría por escuchar...
Otro caso curioso fue Alan Silvestri que, que yo recuerde ahora mismo, ha visto dos partituras suyas mandadas a la basura. La primera fue la de "Mission: Impossible" que al final terminó componiendo Danny Elfman, de forma apresurada en un par de semanas. Por lo visto, Silvestri (que dicho sea de paso, es un monstruo componiendo) no quería utilizar en su score el célebre tema de Lalo Schifrin para la serie original. Yo, particularmente creo que aquello fue un error por parte de Silvestri y de hecho, Tom Cruise, productor del evento, debió de pensar lo mismo y le indicó a Silvestri, ignoró el nivel de cortesía, donde estaba la puerta. Yo, he escuchado la BSO rechazada de Silvestri para "Mission: Impossible" (en la imagen la portada del CD con la música de Silvestri rechazada para "Mission:Impossible") y, con todos mis respetos a Elfman, nada que ver... Silvestri se come con creces a Elfman con su extraordinario dominio de la orquesta y sus excepcionales temas de acción. Lo que digo, nada que ver...
Otra partitura de Silvestri que terminó en paradero desconocido fue "Piratas del Caribe". El temible Jerry Bruckheimer, con muy buen juicio, eso si, contrató a Sivestri para que compusiera la BSO de la película, pero resultó que cuando el compositor le enseñó a Bruckheimer la música que había compuesto, el temible productor de la película considero que aquello no sonaba a película de piratas... Yo también he escuchado ese tema y la verdad sea dicha, aunque resulta una música muy singular, tiene un punto de riesgo que me parece lógico, un tipo tan mass media como Bruckheimer rechazara. ¿Plan B? Echar mano de la tropa Zimmer. Por lo visto, Hans Zimmer o estaba hasta el cuello de trabajo o simplemente no le apetecía y entonces el propio compositor alemán le pasó el testigo a uno de sus más recientes pupilos, Klaus Badelt. Pero en realidad, dada la complejidad y el volumen de música de una película como "Piratas del Caribe" y dado el poco tiempo del que se disponía, en realidad, Badelt, más que el compositor con todas las palabras, fue algo así como el coordinador de una BSO que terminó componiendo mucha gente con multitud de compositores encargados de la música adicional y con Hans Zimmer produciendo el desaguisado. ¿Resultado? Una BSO perfectamente encuadrada dentro de los denominados Mediaventure, con todos sus tics, tópicos y aciertos. ¿Quien es el autor de ese pegadizo tema principal de la película? ¡Ah! Esa es la pregunta del millón de dólares aunque muchos apostarían su alma al diablo a que el autor del mencionado tema es, sin ningún género de dudas, Hasn Zimmer. Yo, no lo tengo tan claro.
Y ya termino con otro caso que a mi me resulta particularmente curioso, "El guerrero nº13", fantástica aunque menospreciada película de John McTiernan. Resulta que el montaje de "El guerrero nº13" se atascó un pelín y McTiernan y el otro productor del invento, Michael Crichton, autor también de la novela en la que se basaba el film, tuvieron algún que otro problemilla. A McTiernan se le echaba el tiempo encima que ya se había comprometido para rodar "El secreto de Thomas Crow" y aunque asegura que en la postproducción de la película todo fue más o menos normal y nunca ha renegado del film, según cuentan algunos la película terminó siendo montada por Crichton. Y una de las decisiones salomónicas que tomó el autor de "Parque Jurásico" fue descartar la partitura compuesta por Graeme Revell, un autor un pelín gris que ha compuesto mucha música no editada dado que suele ser un asiduo a películas con demasiadas canciones ("El cuervo", "Abierto hasta el amanecer"...) por lo que sus BSO rara vez ven la luz con moderada normalidad. Yo también he podido escuchar la BSO de Revell para "El guerrero nº13" y la verdad sea dicha, se trata de una obra muy extraña. Claro que esto respondería a algunas incógnitas, como los supuestos choques de opiniones entre McTiernan y Crichton y unas declaraciones que dejó caer Antonio Banderas en su día que afirmaba que "El guerrero nº13" era una película de aventuras arriesgada, porque lo cierto es que la BSO de Revell encaja a la perfección con eso, con un film de aventuras, arriesgado. Música muy rítmica, poca orquesta, escasamente épica... Todo lo contrario que terminó componiendo Jerry Goldsmith, dicho sea de paso, a mi parecer, una de sus últimas grandes partituras. Aunque tal vez un poco repetitiva con su leit motiv, lo cierto es que el trabajo de Goldsmith en conjunto es impecable, épico, sinfónico, violento, bien adecuado a las imágenes... en suma formidable lo que resulta un poco extraño al suponer que el compositor de "Rambo" no debió de disponer de demasiado tiempo para componer esta nueva BSO.
En fin, cosas de Hollywood y de sus célebres diferencias creativas...

miércoles, 29 de abril de 2009

"Slumdog Millionaire" de Danny Boyle


Bueno, pues ya la he visto. Vaya por delante que a mi, por suerte o por desgracia, Danny Boyle siempre me ha parecido un modernillo lo cual, nunca lo he interpretado como algo bueno. Es uno de esos cineastas que embelesan al espectador a base de imágenes impactantes, montaje sincopado y música actual generalmente muy pegadiza. Lo que pasa es que Boyle es un tipo muy listo, y creo yo que acorde con su forma de entender el cine suele involucrarse en proyectos en los que su pegadiza visualización del mundo encajan con bastante coherencia. Lo hizo con "Trainspotting", "Una historia diferente" y "28 días después" (no he visto ni "La playa" ni "Millones"). En "Shushine" le salió el tiro un poco por la culata, pero nadie es perfecto y "A tumba abierta", pese a ser una película divertidísima, escapa a esa concepción que Boyle tiene hoy del cine tan heredera del video-clip y la televisión.
Por está razón, en "Slumdog Millionaire", la coherencia prima sobre la atiborrada planificación de Boyle, lo que no quita en el fondo, que se esté insistiendo en una tendencia visual muy actual y muy discutible patentada por la escuela Bruckheimer y toda su tropa de seguidores. Es decir, sin perder el contenido dramático del plano, aliñarlo estéticamente para que también quede bonito. Hay un signo elementar en este tipo de asuntos y es cuando en un plano, se cruza un elemento en primer plano desenfocado. Le da un peso estético al plano muy curioso, genera cierta distancia y resulta muy atractivo y por tanto, de un consumo mucho más fácil para el gran público. ¿Mala decisión? Tal vez, pero desde luego, con truco.
Otra cuestión es desde luego el guión y las intenciones de "Slumdog Millionaire", que es donde realmente creo que despunta el film de Boyle. Primero por su mera estructura, un joven indio que asiste a un programa de televisión de preguntas y que con cada cuestión, veremos cómo y de qué manera el protagonista ha ido adquiriendo esos conocimientos, una idea muy curiosa porque entronca con una cuestión muy poco atendida, como es la sabiduría popular, es decir, cómo aprendermos lo que aprendemos sin necesidad de que nos lo enseñen en un aula. Y eso es muy importante, porque como todo aquel que haya pasado por una universidad sabrá, no las mejores enseñanzas se aprenden entre las cuatro paredes de un aula. Cuestión muy matizable desde luego, pero valiosa, creo yo.
Otro asunto interesante de "Slumdog Millionaire" es como la idea de globalización se filtra entre los ritmicos planos del film, como es programa de "¿Quiere ser millonario?" resulta casi calcado a otros programas similares que se emiten en todo el mundo, empezando por la propia España. El exotismo y la miseria que por otro lado se respira en la India que visualiza Boyle, no deja de resultar extrañamente cercana, esas chavolas, esos niños corretenado delante de la policía, esos turistas que acuden como ganado a visitar los obligados monumentos de interés y muy especialmente esos teleoperadores, que atienden las llamadas del primer mundo, fulminando las evidentes fronteras que existen entre por ejemplo, Inglaterra y la India. Y también esos apabullantes edificios repletos de negocios, muchos de ellos, seguramente, con sede central en Europa o Estados Unidos. La idea por tanto parece clara, la India se ha levantado sobre los escombros de la pobreza, de los perros callejeros que sobreviven como puedo en las grietas de una sociedad que a ojos del mundo globalizado quiere ofrecer su mejor cara como nueva -y en cierto modo, acartonada- potencia emergente.
El resultado es por tanto una película agridulce, áspera ante las descripciones que hace de los métodos de tortura de la policía india o de los episodios de explotación de menores que retrata (algo a lo que en el fondo, no somos tan ajenos aquí en el civilizado Occidente) y dulce por esa idílica historia de amor de fondo que empapa todo el film. Una historia de amor de cuento de hadas, que va más allá incluso de los océanos de tiempo del Drácula de Coppola, un amor que no se marchita con el tiempo y que al contrario, se reafirma. Por esto, como dejaba caer Tonio L. Alaracón en su agradecido estudio sobre Boyle, pese a la apariencia rompedora y transgreosa de Boyle, en relidad, a poco que se detenga uno a contemplar sus películas, descubrirá que el director de "Trainspotting" es en realidad un moralista, incluso, y hasta cierto punto, y esto lo añado yo, un optimista. Esto es al menos lo que se desprende de "Slumdog Millionaire", y no sólo por ese happy end ligado a los mayores clásicos del melodrama romántico americano situado, no por casualidad, en una estación de tren, obligado punto de encuentro, o desencuentro de todo enamorado que se precie, sino por ese epílogo musical, en el fondo un canto a la magia y al diversión en un contexto profundamente cruel, salpicado de montones de canalladas. En ese momento, y habiendo elegido la opción "D: Estaba escrito", Bolye antepone su dulcificada visión de la existencia por encima incluso, de las miserias de un país como la India.
En suma. Un largometraje simpático, curioso, agradecido y en ultima instancia, de los denominados bonitos. Ya me extrañaba a mi que le hubieran dado tanto Oscar a una película desgarradora sobre la siciedad india y es que como hemos visto, al final, lo que queda, no es eso. Me llama eso si, mucho la atención, la miope visión de los distribuidores americanos que no veían en el film de Boyle un éxito comercial. De hecho, el asunto llegó a tal punto que falto esto para que "Slumdog Millionaire" fuera directamente a los video-clubs y por extensión pasara de largo en multitud de festivales, incluyendo los Oscar. Al final fue Fox Searchlight (la filial de la 20th Century Fox destinada a comprar y producir cine independiente) la que se prestó a poner la pasta para distribuir el film. ¿Qué cosas, no?

jueves, 23 de abril de 2009

Master of Horror. Temporada I. Mick Garris


El otro día me tropiezo en televisión "Sensaciones extremas", primera apuesta terrorífica del cada vez más temido Mick Garris, cosas de este nuestro universo conocido, alma y corazón de esta irregular pero interesantísima serie. Garris, que ya he dejado caer en alguna que otra ocasión mi más absoluto rechazo, vuelve a poner sobre la mesa con "Sensaciones extremas" la poca mano que tiene para el cine en general y el terror en particular, por no saber, no sabe ni escribir un buen guión y no digamos crear la atmósfera adecuada. Parece que Garris da por sentado que, por el mero hecho de estar viendo un film de terror, uno ya está predispuesto a pasar miedo de tal forma, que no hace falta crear atmósfera, que ésta, ya viene con el agradecido espectador...
"Sensaciones extremas" nos cuenta la historia de Jamie (Henry Thomas, si, el niño de "E.T"), un joven divorciado que de pronto, sin saber muy por qué ni a cuento de qué, comienza a sentir algunas sensaciones de otra persona, una bellísima Sue (Katherine Hosman). Y ya está. Aquí se acaba el asunto, Jaime, cada vez más torturado por determinadas experiencias, explota cuando siente como mata a alguien (en realidad, la susodicha Sue) y entonces, decide buscarla. Obviamente Sue no cree una palabra, ambos se enzarzan en una disputa y como dijo Groucho Marx en uno de sus gloriosos momentos, el sacó un cuchillo y yo le pegué un tiro.
La historia ya no es que sea inverosímil y completa, total y absolutamente falta de consistencia dramática, es que no interesa desde el primer minuto. Tal vez con otro director detrás de la cámara el asunto hubiera resultado más inquietante, pero con Garris al mando, nada de nada. Aburrida, sin atmósfera, sin interés, sin gracia, sin mala uva, sin nada. Vamos, uno de los peores episodios de la serie. Nada Garris, sigue así que llegarás lejos...

miércoles, 22 de abril de 2009

"Juegos secretos" de Todd Field


Todd Field consiguió una inesperada repercusión internacional con su película "En la habitación", largometraje que hizo a más de un nominado hacer temer por su estatuilla en la gala de los Oscar del año 2002. El asunto venía acompañado de la anécdota de que Field era también actor (o mejor, era un actor pasado a director) y que había sido recientemente visto en "Eyes Wide Shut", interpretando al pianista amigo del personaje de Tom Cruise que le invita a acudir a la célebre orgía que tiene lugar en el film de Stanley Kubrick. Pues bien, después de aquel revuelo, Field regresó a la gran pantalla en su faceta de director con la película "Juegos secretos", protagonizada por la reina del mundo de "Titanic" Kate Winslet.
"Juegos secretos", como "En la habitación" es un largometraje contenido y pausado que gusta de penetrar en los personales dramas de un barrio modelo americano. En un entorno idílico salpicado de bonitos jardines y bellas calles donde al perecer, nunca pasa nada, resulta que bajo esa delicada y apacible apariencia, un poco como hizo Douglas Sirk en Hollywood, habita latente el germen de la tragedia. Tragedias a veces fruto del desamor, otras como consecuencia del desengaño, el aburrimiento, la culpa, la obsesión, o la simple enfermedad. A Field le gusta penetrar en con su cámara en los recovecos del ideal americano para poner en evidencia que el ser humano, en el fondo, es muy complejo.
Pero además de su cuidadísima puesta en escena, su montaje contenido y sus formidables interpretaciones (empezando por la propia Kate Winslet que está formidable en ese papel de niña mona pero no especialmente agraciada), lo que a mi más me llamó la atención de "Juegos secretos" es que pese a su tono pesimista y un tanto oscuro, en el fondo, o mejor, en última instancia, se trata de un film con una luz al final del túnel. Los personajes de "Juegos secretos" han actuado mal en el pasado, o actúan mal durante el presente, flirtean con el desastre anímico y algunos de ellos incluso, tocan fondo, pero siempre, al menos desde la óptica de Field hay un momento en el que bajarse del tren, mirar con atención lo que tenemos a nuestro alrededor, apreciar lo bueno y lo malo de lo que hemos construido y entonces, de una forma más pausada, retomar el buen camino, o por lo menos decidir con la cabeza como necesario filtro de lo que nos dicta nuestro corazón. En este sentido, en realidad "Juegos secretos" es una película abocada a un instante, aquel en el que recuperamos la cordura, porque el pasado no debería, al menos en teoría, condicionar nuestro presente, pero en donde también el futuro, es una hoja en blanco que a nosotros nos atañe completar.
En cualquier caso el aspecto más siniestro recae sobre Ronnie (Jackie Earle Haley, al que hemos podido cuasi ver, porque iba enmascarado, recientemente en "Watchmen") como un pedófilo que acaba de salir de prisión. Su madre, convencida de que su hijo en una buena persona lo anima a salir con chicas pero no hay nada que hacer. Con la muerte de su madre, Ronnie se quedará sólo al borde del abismo, hasta extremos imprevisibles... Hay un momento, casi terrorífico, en el que vemos a Sarah (Kate Winslet) por la noche paseando a su hijita en un columpio mientras espera a otra persona y entonces, en segundo plano, vemos entrar a Ronnie tambaleándose. Se teme lo peor... De hecho, este parque, resulta un enclave muy curioso en "Juegos secretos". Para su filmación nocturna, fue uno de los pocos emplazamientos construidos en decorados y no sólo eso, la película termina con un plano del jardín, de noche, sólo, sin ruido ni música. Desde hace un tiempo me han obsesionado los planos finales de las películas porque de algún modo, suelen aglutinar el sentido último de una historia, y el parque de "Juegos secretos", donde empieza y acaba todo, tiene mucho de condensación del drama de Field. Un lugar, supuestamente idílico, perfecto para que jueguen los niños, también un lugar ideal para que los adultos confraternicen, intimen y hasta puede, que salte alguna chispa... Y es que las chispas adultas suelen penetrar en derroteros, a veces imprevisibles, y es a partir de aquí cuando el asunto se puede poner chungo... En cualquier caso película perfecta que no chirría por ningún lado, no cuenta algo particularmente original, pero lo hace con una sensibilidad y una contención dramática, que bien merece la pena asomarse de vez en cuando a productos tan bien resueltos como el que firma Todd Field.

martes, 21 de abril de 2009

"Horton" de John Powell


Hacía tiempo que me había hecho con esta BSO, pero no había tenido tiempo aún de saborearla. Y es que, "Horton" de John Powell, es una de esas partituras tan ricas, tan llena de matices, melodías, ritmos y en suma, de música (más de treinta cortes) que se hace difícil extraer una conclusión unificada al primer golpe de oído. Pero lo cierto es que "Horton" es un auténtico festival de música, sinfónica en su mayoría, la BSO también está salpicada de pegadizos ritmos, arrebatadoras melodías y disparatados momentos de frenetismo y épica orquestal. "Horton" no tiene un solo desperdicio.
En el fondo me fastidia (además de resultarme contradictorio), que un tipo tan seco y áspero como John Powell, pueda generar tanta música y tan divertida, tan llena de garra y emotividad. Es muy raro, la verdad. "Horton" no da un sólo segundo de respira, arranca con una bella y suave melodía de viento que poco a poco va convirtiéndose en un sugerente ritmo de cuerdas hasta su explosión sinfónica (coros incluidos), que no desciende hasta el final. Además, como es habitual en la obra de Powell, "Horton" contiene uno de esos leitmotivs emocionantes y arrebatadores, insisto, poco lógico para un personaje tan apático.
Pero claro, ante tanto genio e ingenio, uno no puede evitar preguntarse si habrá gato encerrado. Quiero decir, John Powell dice que no orquesta sus propias obras porque tiene un "problema de atención", porque piensa que es "lo mismo otra vez". Piensen que actualmente los compositores de música y más aún, un hombre como Powell, hijo de la escuela híper moderna de Hans Zimmer, compone con un ordenador. Es decir, crea las melodías y las genera de forma premeditadamente con sonidos metálicos y sintetizados para que los productores se hagan una idea de la música. Cuando se da el visto bueno, es entonces cuando esa obra primigenia se convierte en partitura orquestal, que adapta un orquestador.
Para un enamorado de las BSO como yo, la orquestación supone uno de los trabajos más apasionantes de la composición, porque es el momento de pulir, añadir matices, incluir o quitar aquello que termina de cuajar o no. Tal vez por eso, existe la figura del compositor de música adicional (de ahí han salido algunos nombres que cada vez pujan con mas fuerza como Richard Marvin autor de "U-571", el propio Powell, compuso música adicional para Hans Zimmer ). Pero a mi me parece bastante temerario dejar esa fase en manos de otro, por más que Powell esté supervisando todo el proceso. John Powell dice que orquesta cuando ya no hay más remedio, generalmente porque el dinero se acaba, de modo que no es una cuestión de poder o no poder, y además, Powell ha demostrado ser un magnífico orquestador con partituras como las de "Pluto Nash" (nefasta película pero desconcertante BSO de los buena que es).
Digo todo esto porque en una BSO como "Norton", tan excelsa y tan llena de matices y tan ricos, uno se pregunta donde empieza y termina el talento de Powell. No pongo en duda la creación, por ejemplo, de un leit motiv, pero esos matices... Y más aún en un hombre que dice, le aburre orquestal En fin.., como digo, Powell, un hombre desconcertante, árido personaje muy poco cercano y nada simpático y en cambio, firmante de algunas de las BSO más ingeniosas, ricas y apabullantes del actual panorama musical cinematográfico. Absolutamente desconcertante.

viernes, 17 de abril de 2009

"Distrito apache" de Daniel Petrie


Si lo pensamos un poco, poner a un actor como Paul Newman con un director como Daniel Petrie es una insensatez. Aunque eso sí, una insensatez lógica para aquellos años. Corría el año 1981, Steven Spielberg estrenaba "En busca del arca perdida" y ya había causados estragos de éxito con "Encuentros en la tercera fase" y "Tiburón". George Lucas también había montado la gorda con "La guerra de las galaxias" y "El imperio contraataca", o dicho de otro modo, los tiempos estaban cambiando a golpe de dólar.
Paul Newman, no por ser un clásico, había dejado de intervenir en muchas películas. De hecho, todavía en los setenta arrancaría algunos éxitos impecables con películas como "El golpe" (1973), "El coloso en llamas" (1974), una impecabilidad que se fue difuminando en la segunda mitad de la década con apuestas como "El castañazo (1977). Pero bueno, ahí seguía. Desgraciadamente los nuevos cineastas no repararon en él, habiendo tirado Francis Ford Coppola de Marlon Brandon para "El padrino" y cosas así. Por mucho que los tiempos hubieran cambiado Newman parecía tener claro que eso de retirarse del cine no estaba presente en su agenda más inmediata.
No resulta tampoco extraño que ante una etapa en la que todavía no estaba del todo claro cual era el papel que iba a desempeñar el denominado Nuevo Hollywood (Spielberg, Lucas, Scorsese, Coppola, De Palma...), echara mano de la generación de la televisión para poner en escena una historia clásica de policías y ladrones. Más o menos... Daniel Petrie era todo un consumado realizador de televisión y director de multitud de programas, telefilmes y reportajes. Había filmado antes alguna que otra peliculilla, pero la presencia de un Titán como Newman debió inspirar una confianza en el fondo, bien lógica.
"Distrito apache" se desarrolla en el barrio del Bornx de Nueva York, en una comisaría que nada tendría que envidiar a la del distrito 13 de John Carpenter, desaliñada y caótica, se trata pese a todo del centro neurálgico de la delincuencia de uno de los barrios más conflictivos de Nueva York. Lo curioso de entrada de "Distrito apache" es su guión, no en vano redactado por Heywood Gould, autor del éxito de Franklin J. Schaffner de un par de años antes (1978) "Los hijos del Brasil", es su estructura muy poco narrativa y si descriptiva. Es decir, "Distrito apache" no es tanto una historia con planteamiento, nudo y desenlace como una descripción de la deshumanizada y turbulenta situación que rodea a los policías que patrullan el Bronx. Hay cierto nudo narrativo con el asesinato a manos de un policía de un joven neoyorquino del que es testigo el personaje de Newman, pero no se trata tanto de un hilo argumental pleno de la película como de una forma de desarrollar un clímax donde concluya el largometraje.
Pero el principal problema de la película es su pertenencia al cine de los setena cuando los 80 ya estaban allí. La partitura de Jonathan Tunick, la planificación de Petrie y hasta determinados recursos narrativos (ese plano final...) anclan a "Distrito apache" en un entorno anacrónico que si bien, no deja de tener su valor, ya nació envejecido. Y digo que no deje de tener su valor porque al fin y al cabo, con arrugas en la cara y todo, "Distrito apache" es un film apreciable. Dejando a un lado que Puel Newman esté fenomenal (¿cuando no lo ha estado?), lo cierto es que "Distrito apache" deja sentir un aura de desolación que años después vi replicada/imitada o llámese como quiera en otra película como "Colors" de Dennis Hooper, algo más convencional tal vez, pero con intenciones muy similares, la deshumanización de la sociedad a través de entornos decadentes y pesimistas. De hecho, "Distrito apache" tiene ocurrencias ciertamente desoladoras como esa prostituta que asesina con una cuchilla en la boca para robar unos cuantos dólares a un triste infeliz en mitad del Bronx, niveles de degradación social que la misma "Colors" no llegó a rebasar. La propia puesta en escena de Daniel Petrie, tal vez por que es un tanto insípida, imprime a la película una distancia y cierto tono de realismo que la hace mucho más cruda y por tanto, mucho más efectiva como retrato de lo peor del ser humano en una gran urbe como Nueva York. Fría y dura "Distrito apache" resulta ser una película casi, milagrosamente efectiva, porque si bien es verdad que su actor protagonista y su guionista, ofrecían cierta garantía final, su director, Daniel Petrie, después ha demostrado que los logros alcanzados en este largometraje fueron más, fruto de casual decisión narrativa, que de una reflexión apropiada hacia el proyecto que tenía entre manos.

"Perdidos en Brujas" de Martin McDonagh


No había visto yo "Perdidos en Brujas", ópera prima de Martin McDonagh. Recuerdo que en su día la película se presentó casi como una comedia de misterio en un entorno de fábula como la ciudad belga de Brujas. De hecho, el propio cartel de la película no difiere demasiado en este sentido, pues también planta a unos personajes con muecas en la cara y alguna pistola en la mano con la bella ciudad como telón de fondo. Pero lo cierto es que poco de todo esto hay en "Perdidos en Brujas". La película de McDonagh recurre a determinados elementos propios del thriller y hasta cierto tipo de comedia, pero desde luego, nada que ver con las intenciones y los resultados del film.
"Perdidos en Brujas" nos cuenta la historia de Ray y Ken (Colin Farrell y Brendan Gleeson), al parecer, dos asesinos no particularmente curtidos en eso de quitar vidas aunque alguna que otra se hayan llevado por delante. Sobre todo Ray, que al cometer su primer asesinato, mató sin querer a un niño, una pesadilla que lleva en su cabeza y que no le deja vivir en paz. Ray y Ken, pierden por tanto el tiempo en Brujas paseando, tomando alguna cerveza y muy a pesar de Ray, visitando algún edificio histórico a la espera de que Harry (como siempre, un soberbio Ralph Fiennes) los llame por teléfono para no se sabe qué.
McDonagh, también guionista de la película, se toma su tiempo para presentar a los personajes y para ir entrando en situación y sobre todo para transmitir esa sensación de espera, un sentimiento complicado de transmitir al público, dado que como es sabido, éste se aburre con facilidad. Pero McDonagh aguanta el tipo. La relación entre Ray y Ken es pintoresca. Ray es un joven con ganas de volver a Londres que opina que Brujas es una basura y que sólo quiere tomarse unas cervezas y si tiene oportunidad, que la tendrá, ligar con una belga. Ken en cambio es un hombre mucho más pausado. Prefiere pasear por la ciudad, visitar edificios históricos, quedarse por la noche en el hotel y como mucho, tomarse una cerveza.
Pero entonces, llama Harry. Y la misión que propone a Ken, no es fácil de digerir. A lo largo de todo este tiempo hemos visto sobre todo como Ray se hunde ante esa imagen de frívolo juerguita que ofrece y se revela como un alma desangelada ante el constante recuerdo de la muerte de aquel niño al que sin querer le quitó la vida. O dicho de otro modo, Ray quiere morir.
Todo esto ocurre mientras la situación en Brujas se va enredando y todo se va convirtiendo en algo pesadillesco. De pronto, la bella ciudad que acoge a estos dos curiosos personajes se va tornando menos apacible y más oscura. Hay de hecho en el film de McDonagh una explícita referencia a "Sed de mal", pero yo también me acordé mucho de "El cuarto hombre" de Carol Reed, por esa imagen que ambos directores ofrecen de los entornos urbanos donde se desarrolla la acción (cada uno a su manera) y por ese final, con Ken en lo alto de una torre mirando al vacío, pero sin poder contemplar a la gente como hormigas, debido a una espesa niebla.
Se deja sentir en "Perdidos en brujas" cierto tufillo tarantinesco a la hora de mezclar gangster de barrios bajos en un entorno europeo, determinados momentos de cierta violencia explícita y algunas conversaciones que pretenden ser más divertidas y ocurrentes de lo que en realidad son, pero bueno, se puede pasar porque al fin y al cabo, que Tarantino ha influido y mucho al cine norteamericano es una realidad que no nos podemos poner a negar a estas alturas. Pero también es cierto que al contrario que Tarantino, el film de McDonagh es una película bastante más honesta. No encandila al espectador con imágenes deslumbrantes y milimétricamente estudiadas, efectistas en suma, y prefiere alejarse del drama que está contando para dejar que sea la historia la que coga las riendas del film. El guión está muy bien cerrado, de modo que gracias a esto, al película no hace aguas en ningún momento.
Los actores, están todos magníficos, de Farrell, a Fiennes, pasando por Gleeson, y al final, de ser una película de gangster ligera de empaque, desciende a los infiernos de una pesadilla en busca de redención para al final, concluir con un personaje que sobre todo, quiere vivir. Curioso final para una película que gira en torno a un personaje que quiere morir, que de hecho a punto está de pegarse un tiro y que además, termina siendo perseguido por más de uno para agujerearle la cabeza.
En cualquier caso "Perdidos en Brujas" es una película simpática. Sin grandes y espectaculares aciertos pero también, sin molestos defectos. El film fluye con bastante fluidez y su director y guionista se revela como un hombre interesado en el cine y en contar bien historias sin demasiados aspavientos, lo que siempre es bueno. No es una gran película, quizá a algunos no le digan gran cosa, pero en su interior, creo yo, hay indicios de buen cine.

jueves, 16 de abril de 2009

"Caza de brujas"


Acabo de terminar de leerme "Caza de brujas" de Román Gubern. Como es bien sabido, se trata de un lamentable episodio político-ideológico que asoló Estados Unidos en general y Hollywood en particular en la década de los 50 en busca de seguidores del comunismo y sospechosos de promulgar su ideología por las santificadas tierras norteamericanas. El libro, viniendo de un monstruo como Gubern es impecable, tal vez, demasiado impecable, puesto que al trabajo sospecho le falta alma, pasión, poso humano, y se limita a una exposición de los hechos con tanta corrección y clarividencia como aséptica. Pese a todo, se trata de un libro fundamental.
Yo, tengo que admitir que la Caza de Brujas era un episodio del que tenía conciencia de su existencia pero que no conocía con demasiados detalles, error fundamental, dado que en muchos sentidos la Caza de Brujas nos explica determinadas circunstancias que condicionaron el cine de Hollywood de la época y en cierta medida también, el inicio de la Edad Dorada del Hollywood clásico. Por lo visto, Hollywood se dividió entre acusados y por tanto, demonizados, y por otro lado los exculpados o simplemente chivatos que dieron nombres de otros compañeros supuestamente comunistas. La malos estaban en las denominadas listas negras, elaboradas por los propios estudios y por tanto profesionales vetados para trabajar en la industria de Hollywood. Por lo visto hubo de todo, pero lo cierto es que Roman Gubern sólo lo deja entrever en su libro dada su extremada brevedad dado que por ejemplo, ni se menciona la absoluta colaboración de algunos actores, directores y productores que apoyaba la causa del senador McCarthy.
Lo que si explica muy bien Gubern son las circunstancias política e ideológicas que desembocaron en una Caza de Brujas que por lo visto, el propio presidente Eisenhower no compartía pero cuya influencia de McCarthy hizo imparable. ¿Se pueden imaginar? Guerra fría, migraciones masivas de europeos a Estados Unidos a causa de la II Guerra Mundial, paranoia comunista generalizada y un dato curioso, la puesta en marcha de diversos sindicatos de actores, guionistas y directores. ¿Sindicatos?, eso suena a comunista debió pensar McCarthy. Y a por ellos que fue.
El asunto se fue de las manos cuando Hollywood, consciente de que no podía hacer frente al senador McCarthy comenzó a presionar a algunas de sus más rutilantes estrellas para que declarara en el Comité, diera un par de nombres y lo dejaran tranquilo. Pero no todos fueron tan obedientes. Dashiel Hammet por ejemplo, monumental e imprescindible escritor y guionista de algunas de la obras más grandes jamás filmadas dentro del denominado film noir, fue preguntado sobre que significaba eso de D.H. estampado a modo de firma al final de una documento sospechoso de una reunión de comunistas. Hammet respondió sin titubear, dos letras del alfabeto. Y se quedó tan pancho.
Ahora mismo no recuerdo todos los nombres pero fueron muchos los hombres que se vieron obligados a emigrar (Chaplin, el mismo Frtiz Lang, Dalton Trumbo, etc...) cuando no se quedaron directamente sin trabajo. Gubern lo menciona pero no logra trasmitir en su libro la angustia, la presión y la sensación de pesadilla que debieron experimentar algunos profesionales del cine de aquellos años en Hollywood, pero por lo visto la situación no era para tomársela a broma. Si te negabas a declarar te caía una multa importante (unos mil dólares de la época) y podía pasar entre rejas de seis meses a un año.
Le falta creo yo, también al libro de Gubern un ápice de reflexión sobre los denominados chivatos, gente que no lo tuvo nada fácil, y que en ocasiones tenía a sus espaldas familias enteras que había que sostener y que sin poder trabajar en Hollywood lo iba a tener muy difícil. En este sentido, sin duda, uno de los episodios más recordados fue el momento en el que Elia Kazan fue requerido para declarar. La Fox, no podía permitirse el lujo de prescindir de un talento creativo como Kazan que además le reportaba jugosos beneficios en taquilla, y lo presionó a gusto. Kazan, siguiendo la tónica de los que se negaban a responder, en un primer momento no dijo ni una palabra al tribunal considerando que aquel comité era anticonstitucional en tanto que estaba juzgando las tendencias ideológicas presentes o pasadas en un país con liberta de opinión, prensa y pensamiento, en teoría... Pero la Fox, no se sabe muy cómo ni de qué manera, puso a Kazan entre la espada en la pared. Entonces Kazan solicitó voluntariamente comparecer ante el tribunal y leyó una extensa carta en la que negaba su vinculación al comunismo, analizaba casi plano por plano todas sus películas retando al tribunal a descubrir algún rasgo de comunismo y eso si, dio algunos nombres que dejó caer entre miles de palabras. Eso lo condenó en la mitad del Hollywood que estaba soportando el peso del McCarthysmo. Kazan pudo seguir filmando y otros en cambio no.
Por aquel entonces Hollywood se estaba enfrentando a la competencia de la recién aparecida televisión, esto, y el temblor creativo que sacudió los estudios en la década de los 50 llevó a Hollywood a su consabida decadencia. Hubo muchos chivatos, pero también algunos héroes. John Huston salió del país a toda prisa, Chaplin seguía dando guerra desde Hollywood, los intelectuales franceses apoyaban con cartas, artículos y comunicados a Hollywood ante aquella presión estatal injustificada, Dalton Trumbo fue sin duda, uno de sus más logrados héroes. Se llevó un Oscar cuando firmaba sus guiones con pseudónimo, en total escribió más de 20 largometrajes con otro nombre hasta que su presencia en los títulos de crédito se convirtió en motivo escándalo y también de éxito con películas como "Éxodo" de Preminger y "Espartaco" de Kubrick. Trumbo logró sobrevivir porque su ávida pasión por el cine, porque trabajo por un chusco de pan casi en cualquier producto, nunca se desvinculó del cine y eso le hizo aguantar el tirón y resurgir como un verdadero héroe.
En suma, un libro en el fondo muy básico, perfecto para conocer el fenómeno, sus antecedentes y consecuencias más directas, pero también, insisto, falto de garra, de alma.

miércoles, 15 de abril de 2009

"Wanted" de Timur Bekmambetov

Hacía mucho tiempo que la audición de una BSO no me despertaba el interés por una película en principio poco atractiva para mí. Esto era algo que me sucedía antes con bastante frecuencia (cuando era más joven y compraba muchas más BSO e iba mucho más al cine) pero a día de hoy, por mil razones distintas, mi derivación, de una BSO a una película había descendido considerablemente. Ya hablé hace unas semanas de la fantástica BSO de Danny Elfman para "Wanted", y una de las cosas que más me llamó la atención de aquella partitura fue el hecho de que la BSO no me encajara, a priori, con una película como "Wanted".
Una de esas razones era ese formidable tema principal de la película, una soberbia melodía de cuerda que no cuadraba demasiado con un film que, matiz arriba, matiz abajo, no era más que un émulo de la estética "Matrix". Pues si, si que pega la música, fundamentalmente por los orígenes milenarios de la denominada Hermandad del film, una especie de sociedad de asesinos dedicados a matar a quienes designa "el destino", un gigantesco telar con un código intrincado que bien podría deberse al azar pero que en la película se le da unas dimensiones mesiánicas. Pero más allá de esta anécdota, en realidad, escuchar la BSO de "Wanted" y después ver la película nos dice mucho del modelo de producción de Hollywood, de cómo trabajan los compositores y de cómo las películas van mutando conforme el proyecto va avanzando.
Por ejemplo, sabemos todos los fans de las BSO que Elfman es un tipo que cuando se pone a componer, escoge una escena cumbre de la película (musicalmente hablando no dramáticamente) y a partir de ahí elabora toda la música. Canta a la legua que esa escena es el entrenamiento de Wesley Gibson, el nuevo elegido para asesinar al dictado de los designios de ese gran telar. De hecho, ese tema es el que abre la BSO ya que hace las veces de impecable leit motiv y pieza a partir de la cual se desarrolla el resto del score. Este método de trabajo también pone de manifiesto qué escenas no se tocaron en la postproducción del film que otros momentos no estaba tan claros y fueron alterados en mayor o menor medida. Por ejemplo, otra escena que se aprecia, estuvo bastante clara desde el principio fue el (hilarante) "momento tren", una espectacular escena de acción cuya complejidad técnica seguro que limitó los movimientos a la hora de modificarla en algún sentido.
Esto se advierte porque los temas musicales que aparecen en la BSO, con sus crescendos, sus segmentos y sus nexos de unión están absolutamente desarmados en el montaje final de film. Esto nos dice que cuado Elfman compuso la BSO basándose en una imágenes estas fueron alterados y por tanto, se tuvo que coger de aquí y de allá para completar la banda musical de la película desprendiéndose de buena parte del magistral trabajo de Elfman. Esto es algo que de vez en cuando, se advierte con suma claridad, sobre todo, a los que nos apasionan las BSO cuando comprobamos como una obra maestra musical se queda en la mitad una vez vista en pantalla. Ahí esta esa descomunal partitura que es "El mosquetero" de David Arnold y ese desbarajuste musical (dramático, narrativo, cinematográfico y de sentido común) que es la película de Peter Hyams.
Esto también nos puede servir para valorar en su justa medida una película como "Wanted", dirigida por un recién llegado a Hollywood como Timur Bekmambetov (en la imagen con Angelina Jolie en mitad del rodaje de "Wanted") que se habrá visto forzado a serguir las reglas no escritas (o si, según el contrato) sobre la producción hollywoodiense (esto es, entre otras cosas, que no todos tienen el lujo de tener derecho al final cut) después de sus dos propuestas de vampiros diurnos "Los guardianes de la noche" y "Los guardianes del día". A mi, que francamente no me dijo gran cosa "Los guardianes de la noche" (la secuela no la he visto), si que me dejó una extraña sensación a algo así como un film sucio, lejos de la estilizada producción de un producto de Hollywood, algo como (salvando las abismales distancias) como una especie de Sam Peckimpah del cine de vampiros. Si Peckimpah desterró la épica y la gloria del western convirtiéndolo en un genero realista y sucio, en tanto que sus imágenes parecían más granuladas, menos exquisitas y más centradas en la tosca realidad de aquella época, Bekmambetov parecía haber hecho algo parecido con "Los guardianes de la noche", un film repleto de escenarios truculentos y situaciones..., eso, sucias. "Wanted", por más que sea una producción de Hollywood con todos sus cuidados diseños de producción y sus premeditadas planificaciones, también deja supurar cierta suciedad. Buena parte de la película transcurre en un tosco matadero, guarida de la Hermandad, lo que provoca una extraña sensación de realismo granulado, aunque insisto, todo en "Wanted" resulte mucho más pulido y limado de asperezas. Y en este punto, se ha notado la mano de Bekmambetov. Y eso, en cierta medida es bueno, sobre todo en un lugar como Hollywood.
Por lo demás "Wanted" es un prototípico producto de acción con disparatadas escenas de acción y si uno está curado de espanto, también divertidas, aunque eso si, con cierto sentido del honor, en tanto no trata al espectador como un descerebrado. Fundamentalmente porque lo llama idiota a la cara y creo yo, hay que pillar cierto truquillo en la propuesta para no tomársela al pie de la letra (la moraleja viene a ser yo no soy un don nadie porque soy un asesino, pero tú -mirando a la cámara en su plano final- ¿qué es lo que has hecho?). Se supone además que es un film al servicio de su estrella, Angelina Jolie, cuando ésta en realidad es un personaje secundario sin demasiado peso dramático forzado a permanecer en escena por eso de que se trata de la Jolie. También me llamó mucho la atención como "Wanted" podrían incluirse en esa serie de films tan propios de la era Bush, una película en la que un telar decide quien debe morir y donde se justifica esa acción y en ningún momento, se pone en duda, huele demasiado a esas políticas de excepción tan propias de Bush donde los derechos individuales valían más bien poco y todo estaba al servicio de la Seguridad Nacional.
En cualquier caso "Wanted" no llega a ser una total pérdida de tiempo lo que ya se agradece, uno pasa el rato y como de costumbre, se ponen de manifiesto algunas intrínsecas cuestiones de la lógica de producción hollywoodiense.

jueves, 9 de abril de 2009

"La pasión" de Mel Gibson


Estamos de Semana Santa y ya sabemos lo que toca. Entre otras cosas, cine de romanos y crónicas santas. Ahora, no obstante, los tiempos han cambiado, y en vez de poner "Quo Vadis" o "Ben-Hur" en horario de máxima audiencia, esconden estos peliculones en una esquinita de la parrilla de programación, a las 10.30 un jueves por la mañana, por ejemplo, y en sus honorables lugares, ahora pasan películas como "Gladiator" o "La pasión". No voy a hablar de "Gladiator" porque me parece un film tan insustancial como correcto y francamente creo que dedicarle más espacio sería darle una importancia que honestamente creo, que no se merece. Ahora bien, otra cosa bien distinta es "La pasión".
Recuerdo que cuando se estrenó la aplaudida y polémica película de Mel Gibson yo fui uno de esos que la atacó con furia y alevosía, saña y odio, sanguinolenta y desmedida ofuscación para oponerme al mundo y defender la idea de que "La pasión" era una película rematadamente mala. A ver..., no es "Scary Movie", pero en mi opinión el film de Gibson dista un abismo de ser la obra maestra que muchos se empeñaron en bautizar. Pero de antes de nada, romper una lanza a favor de la película. Mejor o peor, creo que "La pasión" debe ser aplaudida en la medida que fue una apuesta arriesgada y personal tal y como Mel Gibson, en su rol de cineasta la concibió sin ceder a la mayoría de la recomendaciones de los estudios. Y no sólo eso. Contó una historia mil millones de veces retratada subtitulada (de milagro, porque Gibson quería que fuera sin subtítulos) y aún así arrasó en las taquillas de todo el mundo. Hasta aquí, la verdad es que muy bien hecho señor Gibson, nadie lo hubiera dicho. Ahora bien...
Que una película como "La pasión", que podríamos definir como el subrayado sobre el subrayado, un subrayado superlativo, donde no existe un atisbo de respeto hacia el público, en tanto no se le deja reflexionar lo que está viendo asaltado por durísimas escenas de violencia y un reguero de sangre que casi le salpica y que bloquea cualquier capacidad de valoración, de crítica, me parece decir demasiado sobre esta película. Un amigo mío, un tipo listísimo además, y honesta y sinceramente católico, me decía que "La pasión" era una de las lecturas más acertadas que se habían dado de las Sagradas Escrituras. Este amigo mío que el sabe quien es, argumentaba sus respuestas con, ciertamente, interesantes vínculos que a su juicio existían entre "La pasión" y lejanas y arcaicas interpretaciones de los Evangelios. Y yo le respondía algo así como, "vale, eso está muy bien, pero la película es muy mala porque cinematográficamente hablando, no es una obra honesta".
Y no es honesta porque su único recurso es la violencia. Pero la violencia a ralenti, con detallados planos de las heridas supurando sangre, con un incómodo gusto por el dolor y el detalle de la carne desprendiéndose y las venas vaciándose de sangre. Este amigo mío, me decía también que además, la película era muy fiel al Nuevo Testamento, dado que por ejemplo, Cristo se caía de camino al Calvario tantas veces como exactamente describía la Biblia. Y eso, creo poder recordar, que puedo asegurar que no es así. Cristo en "La pasión", no sólo se cae más veces de las autorizadas por la Iglesia, sino que además, cuando se cae lo hace a cámara lenta, fijándose la cámara de Gibson en como su rostro golpea el polvoriento suelo e incluso, como la cruz le cae en la cabeza, para rematarlo.
Mi gran oposición a esta película viene del hecho de que el truco, creo yo de Gibson, fue el de envolver una película con apariencia de film de arte y ensayo, con los mismos trucos de un blockbuster al uso. La acción de cualquier película de Jerry Bruckheimer es aquí sustituida por la violencia, pero ésta es retratada con tanto, tanto, tanto efectismo que poco importa que estemos ante un coche que vuela en una persecución que ante una sesión de latigazos. Por tener, "La pasión" tiene hasta un monstruo digital que fue la manera más sutil que ideó Gibson para representar al Diablo. Eso, o un animal descomponiéndose. Si, muy sutil el hombre si, muy sutil...

miércoles, 8 de abril de 2009

Llorar



Dicen por ahí que admitir que una ha llorado viendo una película es una cosa muy rara de escuchar. No se. Me extraña, porque yo doy por hecho que todos hemos llorado alguna vez en una sala de cine, o en nuestra casa viendo una película y no admitirlo me parecería una actitud un poco ridícula. Yo recuerdo que una de esas primeras veces en las que las lágrimas comenzaron a brotar descontroladamente de mis ojos fue viendo "Despertares" de Penny Marshall, lo que no dice mucho a mi favor. Imagino que mis 14 ó 15 lozanos años tendrían algo que ver con eso, pero lo cierto es que hay lo retengo en mi memoria. Estar en una sala de cine y de pronto, sentir que necesitas llorar. Después la sensación es extraña, por un lado de liberación, de desahogo, por otro lado con un poco de amargura ante lo que te ha hecho llorar.
Otra de esas películas antológicas de lágrima fácil que me hacen llorar sin remisión una y otra vez, sin excepción, siempre que la veo es "El color púrpura". Si, ya se que la película no es de lo mejor que ha hecho Spielberg, pero me puede... Me pueden esas bellísimas imágenes (demasiado bellas de hecho), esa música de Quincy Jones, y esas hermanas llorando a moco tendido porque están siendo separadas como ganado, o porque se acaban de reencontrar décadas después... Si, ya se que esto tampoco dice mucho a mi favor.
También recuerdo que mis amigos de la infancia me advirtieron que había por ahí una película con la que iba a ponerme a llorar si o si. Yo, que por aquel entonces consideraba eso de llorar como algo muy poco habitual y excepcional, me puse a ver "Mi chica" completamente convencido que una película para niñas no me iba a hacer llorar de ninguna de las maneras. Pues si caballeros, lloré y además, a moco tendido otra vez. Y si, una vez más, sospecho que esto no dice nada particularmente bueno de mí.
Resulta curioso como con el paso de los años, las emociones también se han ido puliendo. Ahora también lloro, pero lo hago más de vez en cuando y con películas, creo yo, bastante mejores que las antes citadas. Por ejemplo, recuerdo que una vez fui al cine con mi madre (algo muy raro, por cierto) y vimos "A propósito de Smichdt". Allí conocí y hasta nuevo aviso me enamoré del cine de Alexander Payne. Recuerdo que está disfrutando de la película con sumo interés, sin perder detalle, nada hacía presagiar una catarata lacrimal. De pronto, un arrebatador primer plano de Jack Nicholson, nos muestra un hombre mayor que ya sólo le cabe esperar que llegue la muerte como se rompe a llorar ante la carta de un niño que ha apadrinado en el Tercer Mundo. Yo no pude soportar aquello... Bien es verdad que estaba yo un poco sensible porque no hacía ni dos días que una ex mía me había mandado a tomar viento a la vigésimo quinta farola, pero creo sinceramente que aquel fue un buen momento porque después salí del cine con cierta regeneración, cierta sensación de bienestar, de saneamiento. Llorar en un cine me había gustado, aquello no podía ser malo aunque ya tuviera unos añitos...
Yo creo que la última vez que lloré en un cine fue viendo "Big Fish". Al final, cuando Will Bloom deposita a su padre en el río y éste se convierte en un impresionante pez con la sencilla pero efectiva banda sonora de Danny Elfman... Estaba yo sólo en el cine. Como en otras ocasiones, no tenía yo previsto ponerme a llorar a esas horas, y menos aún en un cine, y todavía menos estando sólo, y desde luego jamás viendo una película de Tim Burton. Pero el caso es que el chasquido se produjo y de pronto me doy cuenta de que estoy llorando. Las luces están apagadas y yo me siento, hasta cierto punto, protegido, pero de pronto, algún insensato enciende las luces del cine y yo me veo con los ojos encharcados, lagrimones por la cara incluidos, sentado sólo en una butaca (bueno, de hecho, en la fila al completo sólo estaba yo) y me imagino la impresión que debía de dar ante quien me viera, allí sólo, empapado en lágrimas. Así que apresuradamente me levanto con la cabeza agachada, me quito algunas lágrimas y salgo del cine sin mirar a nadie a la cara.
Ya en la calle, quitándome todavía las lágrimas de los ojos, pensé, ¿pero será posible?, qué me pase esto a mi..., ¿a mis años?... Entonces después sonreí, aún cuando seguía yo sólo por la calle y los ojos los tenía aún acristalados. Me gustó, estuvo bien aquello. Y entonces, ocurrió algo. Me acordé de mi padre.


Creo que para cosas así también sirve el cine.

lunes, 6 de abril de 2009

Experimento Rosa


Este fin de semana nos ha tocado a mi novia y a mi hacer de canguros con mis dos sobrinas. Una tiene año y medio y apenas se entera del mundo que le rodea, la otra es más delicada porque tiene tres años y pico y ya sabe lo que le gusta y lo que no. Cada vez que vienen a casa suelo poner a su disposición todo mi arsenal animado, no es gran cosa, pero es algo. Obviamente no les coloco "El viaje de Chihiro" o "Persépolis", pero a mi me está sirviendo para hacerme determinadas preguntas sobre el cine de animación y sobre la atención que algunas películas despiertan en los más pequeños.
Por ejemplo, a mi sobrina le chifla "Ratatouille", pero a "Bee Movie" le prestó la atención justa. ¿Por qué? Si, nosotros sabemos que "Ratatouille" es mejor película que "Bee Movie" pero no creo que eso lo perciban los niños, o quizá lo perciben a otros niveles. Otro ejemplo que además viene a confirmar la desconcertante varita mágica en poder de Pixar. En una ocasión le puse a mi sobrina los cortos de Pixar y la niña quedó clavada al televisor. Algunos eran cortos muy toscos, pero la niña no le quitaba ojo. Y otra cuestión, "La novia cadáver" les da miedo. A mi me resultó extraño que me pidiera aquella película (algo debió ver en la carátula), pero no es menos cierto que la película despertó una gran atención en la pequeña hasta que no lo pudo aguantar más y me dijo, me da miedo (fue justo en el momento en el que la novia resucita...)
Yo, que soy un verdadero fan de los Looney Toones, siempre que viene mi sobrina aprovecho para colocárselos, aunque más por mi propias ganas de volver a verlos que por la niña, que ya me demostró que no le interesan demasiado. Pero ¿por qué? La respuesta se me complicó todavía más cuando este fin de semana se lo pasó viendo episodios de la Pantera Rosa, a veces hasta dos veces, hasta que yo mismo no pude más y propuse cambiar de tercio (colocamos "La edad de hielo", como en "Bee Movie", caso, el justo...).
¿Qué hay en la Pantera Rosa que no hay en los Looney Toones? Ambos son series de episodios cortos (no en vano el genio creador de la Pantera Rosa, Fritz Freleng es uno de los padres de los Looney Toones) de no más de 6 ó 7 minutos. Bidimensionales, con dibujos sencillos y articulados en torno al villano y al héroe (o el ingenuo) y una generosa galería de un buen montón de porrazos de los más variados niveles. ¿Qué sedujo a mi sobrina que no había en la Pantera Rosa?
Lo primero que se me ocurrió pensar es que los dibujos basados en el film de Blake Edwards son extremadamente sencillos. Casi no hay fondos y casi todo suele girar en torno a dos tonalidades, el rosa y el blanco. Luego también hay que reconocer que esa melodía terriblemente pegadiza que es el celebérrimo tema de Henry Mancini contribuye también a crear un entorno simpático, pegadizo y divertido. Y luego, claro, no hay diálogos. En Looney Toones tampoco hay demasiados pero es que en la Pantera Rosa las palabras son nulas, por no haber, casi, casi, no hay gritos. Tal vez, en la Pantera Rosa todo es mucho más intuitivo, mucho más directo y también menos frenético.
Muchos de los chistes de la Pantera Rosa giran en torno a la lucha de conceptos como lo era el primer episodio de la serie, "The Pink Phink" en la que el conflicto se plantea en el enfrentamiento entre un pintos que está pintando de azul y la Pantera que hace lo propio repintando el entorno de Rosa. O el mismo "Ponche Rosa" que nos cuenta la disparatada aventura en la que en un presentación de un ponche ideado por la Pantera, en un cartel, el singular punto animado de una "i" se revela del entorno y se empeña en ser de un color distinto, un verde en vez de el dominante rosa. Cuestiones simples y directas, más abstractas si cabe, pero más teledirigidas a la mente de un niño que de paso asombran a los adultos ante el increíble ingenio que supone confeccionar un corto en torno a algo tan simple y surrealista como un punto de una "i", que se revela. Increíble...

viernes, 3 de abril de 2009

Una proposición inquietante


El asunto es serio, y lo tenemos encima. No me resigno a no considerar la cuestión, máxime, cuando algunos tiburones de Hollywood aseguran que el cine en 3-D es el último gran paso del séptimo arte, tanto, como el paso del mudo al sonoro o del blanco y negro al color, "toda una revolución" asegura Jerry Katzenberg, y Jerry Katzenberg no es cualquier hijo de vecino. El estreno de "Monstruos contra alienígenas" le toma así la delantera a Pixar al erigirse como la primera película de la historia del cine concebida, creada y rodada expresamente para ser proyectada en una sala de 3 dimensiones. Hasta, según aseguran los expertos en la materia, Hollywood sólo había adaptado películas en 2-D a 3-D, pero lo de "Monstruos contra alienígenas" es, al parecer, bien distinto. Por primera vez un estudio ha comenzado la creación de una película, desde su concepción sobre el papel hasta su posproducción para ser un film en 3-D.
Y a mi esto, qué quieren que les diga, me preocupa. Me preocupa porque en el fondo yo soy un purista. Soy de los que defienden a ultranza el cine clásico por encima de las vanguardias (también según qué vanguardias y todo con muchos matices), los que destacan la valía de gente como Howard Hawks, John Ford, Henry Hathaway o George Cukor y la habilidad de productores como Carl Leamme, Louis B. Mayer, Irving Thalberg o David O. Selznick, por tiránicos que fueran frente a cineastas teóricamente más libres y mejor considerados por ciertos sectores. Es por esto, que el hecho de que el cine deje de verse en un pantalla plana que pese a todo logra crear la ilusión de que hay un fondo, una profundidad de campo, se convierta en un espectáculo tridimensional, gafas incluidas, me resulta un poco extraño.
Pero lo cierto es que, por puristas que seamos, yo el primero, creo que en el fondo, el cine en 3-D no va a atentar contra los pilares básicos del cinematógrafo. Es decir, al fin y al cabo, una película en 3-D no va a dejar de ser una pantalla plana que va a crear la ilusión de una tercera dimensión, aunque para ello haya que ponerse unas gafas. Que una proyección en 3-D se vaya a convertir en un espectáculo de feria, tampoco creo que atente demasiado contra un medio de expresión que al fin y al cabo, nació como una atracción de feria. De hecho, no es nuevo eso de tratar de hacer del cine una expresión en 3-D ("Los crímenes del museo de cera" está muy bien aunque el sistema en si fuera un fisco) ni si quiera la idea de hacer sentri al espectador en sus propias carnes las sensaciones que se veían reflejadas en la pantalla (William Castel).
Sin embargo, también existe otra cuestión intrigante. ¿Se estará ferializando demasiado el cine? Quiero decir, ¿qué le puede aportar el cine en 3-D a un director como, pongamos por caso, Woody Allen? Ya me imagino que alguien como Allen seguro que terminaría por sacarle las cosquillas al chisme, pero no estoy tan seguro de que pasara los mismo con otros cineastas más minimalistas. Quiero decir, ¿vamos camino de contemplar una trascendental conversación entre dos personajes sentados el uno frente al otro dando la impresión de que están sentados en mitad de la sala? Y de ser así, ¿qué aportaría eso? De todos modos, imagino que hasta llegar hasta dicho momento tienen que pasar todavía muchos años. De entrada nos espera un torrente de producciones de Hollywood embotadas en 3-D, unas buenas ("Monstruos contra alienígenas" no está recibiendo malas críticas, de momento...) y otras seguro que no tan buenas.
Pese a todo, existe otro problema, la adecuación de las salas a este nuevo sistema que no saldría nada barata, mal asunto para una industria que mira cada euro con lupa y que depende del éxito o el fracaso de cada producción. De momento, todavía queda mucho para que todos los cines sean en 3-D, pero lo importante es que parece, que llevamos ese camino. Puede que ahora se nos haga improbable ver un film de Jim Jarmusch en 3-D pero la amenaza, está ahí y no está mirando a los ojos.

jueves, 2 de abril de 2009

Regresa Alex Proyas


Entiendo que de entrada, un director como Alex Proyas pueda generar una lógica indiferencia. Muchos lo recuerdan por "El cuervo", lo que no es un film, precisamente, de referencia. Pero creo yo, que también es verdad, que conforme han ido pasando los años y Proyas ha ido metiendo la cabeza en otros proyectos, su forma de hacer y entender el cine ha ido variando significativamente. De entrada, ahí está "Dark City", una obra verdaderamente interesante, tal vez demasiado apoyada en su estética pero con una lógica interna mucho más coherente que, pongamos por caso, "Matrix", con la que comparte algún que otro nexo argumental. De hecho, "Dark City" es una de esas raras películas que han ido ganando con el tiempo y que poco a poco se ha ido convirtiendo en una pequeña joya de culto, que con sus defectos y todos, está aglomerando a su alrededor una nutrida legión da fans.
"Dias de garaje" fue su particular aproximación al cine más o menos independiente, hecho con pocos recursos y con más diálogos que acción. Con un guión escrito por el propio Proyas el film no llamó demasiado la atención y aquí con suerte, la podríamos encontrar perdida en la estantería de algún videoclub. No es una gran película pero es un curioso ejemplo del director de "Dark City".
Pero fue en 2004 cuando Proyas ingresó oficialmente y por la puerta grande en Hollywood. Lo hizo al servicio de su estrella más rentable, Will Smith, sustentado en un clásico de la literatura de Issac Asimov y en una digna adaptación de Jeff Vintar ("Final Fantasy") y Akiva Goldsman ("Una mente maravillosa" por no mencionar algún que otro estropicio en el que el hombre ha metido la cabeza). "Yo, robot" costó 120 millones de dólares y terminó recaudando más de 342 millones. La película, más allá de su aparataje visual y de su adecuación más o menos fiel a la obra de Asimov (partiendo del hecho de que "Yo, robot" no es una novela sino un conjunto de relatos cortos), resultaba un efectivo y bien llevado relato de acción y suspense donde por primera vez la acción, no se merendaba a la trama. A uno le podía irritar más o menos la presencia de Smith (eso es algo contra lo que Proyas, al menos a estas alturas de su carrera, no puede luchar), pero hay que reconocer que la película en conjunto, estaba bastante bien, si obviamos también determinadas salidas de todo de Proyas sobre todo el clímax del film, con la cámara de Proyas dando vueltas al rededor de Smith (¡qué daño a hecho "Matrix"!). En suma, cine de acción con pegas, pero bastante por encima de la media y además, con reflexión añadida, exportadas del universo Asimov, pero bueno, de eso, cómo mínimo se trataba, ¿no?
Pues bueno, el caso es que ahora regresa Alex Proyas con una película que, todo parece indicar, responde a la magnífica recaudación que "Yo, robot" tuvo en Estados Unidos. El film se titula "Knowing" (conociendo), aquí tenéis su cartel y aquí podéis ver el trailer. Con otra estrella al frente del invento, el no menos irritante Nicolas Cage (a mi la verdad, creo que a estas alturas..., si..., si, me cae más gordo Cage), "Knowling" nos cuenta la historia de un chaval, hijo de un profesor (Cage), que recibe un papel que ha permanecido enterrado cincuenta años con una extraña sucesión de números, que en última instancia parecen configurar un código (de hecho el título del film debería escribirse como "Kn0wl1ng", al estilo "Se7en", ya me entienden) que presagia, atención, una serie de catástrofes que ya han ocurrido y que van a ocurrir....
Dilema planteado en una película cuyo cartel promocional (en la imagen) recuerda a "La guerra de los mundos" de Spielberg, el trailer a "El incidente" de Shyamalan pero con efectos especiales y nueva apuesta por esa tendencia que Hollywood tanto está explotando últimamente de contarnos de una y mil formas el fin del mundo (ya hablamos en su día de "2012"). Contras de entrada, pues que aquí no está Asimov, en su lugar tenemos en relato de partida de Ryne Douglas Pearson (autor de la novela en la que se basó "Al rojo vivo" con Bruce Willis y códigos numéricos de por medio también). Aquí tampoco tenemos ni a Vintar ni a Goldman y a cambio nos han colocado al propio Douglas Pearson de cuyos antecedentes tampoco nos podemos fiar demasiado, a Juliet Snowden y a Stiles White, la pareja de -irresponsables- guionistas autores de "Boogeyman" -¡alerta!-. Mal pinta el asunto mal.
A mi me interesa Proyas pero con reservas y una de esas reservas es que no se hasta que punto puede llevar a buen puerto un guión que cojee por veinte sitios. Ya veremos. Esperemos en cualquier caso que este "Knowling" no sea el "23" del 2009 que mira que... ¿cómo es posible reventar una propuesta tan interesante como la de "23"? Bueno, pues allí ahí una película que lo demuestra...