miércoles, 30 de septiembre de 2009

"El malvado Zaroff" de Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack (1932)

Es uno de esos clásicos engullidos por la poderosa sombra de la Universal, que durante los años 30 y 40 monopolizó el cine de terror. Parecía que nada se hacía más allá de las paredes de los estudios de la familia Laemmle. Nada más lejos de la realidad. Hay unas cuantas obras maestras que poblaron la cinematografía del horror de aquellos, pero si hay un estudio que más y mejor supo ver en el cine de terror un interesante potencial económico y también, subversivo, esa fue sin duda la RKO. Y no es raro, puesto que tras la decadencia de los estudios Universal y de sus revisitaciones de los mitos clásicos del horror, sería precisamente la RKO quien tomaría el relevo como el estimulante del cine de terror más importante en Hollywood. Pero antes de aquellos años de vino y rosas de la RKO fueron los años 30. La Universal estrenó "Drácula" con un éxito que nadie se esperaba y algo parecido ocurrió con "El doctor Frankenstein" y con "La momia". En el cine de terror había una mina y había quedarse tiempo para explotarla si la RKO también quería su pedazo de pastel.
De este modo, más o menos, debió de alimentarse la idea de hacer un film de terror en los estudios RKO. De hecho, la majors no se tomó el asunto a broma y puso a trabajar en su película a algunos de los nombres más importantes que por aquel momento tenía en nómina, los productores David O. Selznick y Merian C. Cooper, el director Ernest B. Schoesdack, el compositor Max Steiner y los actores Joel McRea y Fay Wray. Estaba toda la carne en el asador y así nació "El mlavado Zaroff", una interesante adaptación del relato de Richard Conell "El juego más peligroso".
Lo primero y más curioso de esta película es que en muchos sentidos, "El malvado Zaroff" es un aperitivo de lo que vendría a ser un par de años más tarde "King Kong", y ya no sólo por determinadas similitudes dramáticas (un barco zozobra y el único superviviente va a parar a una misteriosa isla) sino porque entre sus créditos ya se encontraban algunos de los responsables del mítico film, Cooper, Schoesdack, Wray... También se nota el interés de los responsables de "El malvado Zaroff" por la jungla y sus accidentadas circunstancias y se advierte también un afán técnico verdaderamente importante para la época. Algunas de las escenas de acción están rodadas con asombrosa virtuosismo y con una cámara asombrosamente autónoma para aquellos años, recordemos, 1932.
La película nos propone un interesante cambio de roles ante un cazador que de pronto se verá situado en el lugar del cazado. Resulta que el malvado Zaroff que da título a la cinta es un curtido cazador que ha perdido el interés por la caza, digamos, convencional y ha encontrado en la caza de seres humanos su particular pasión. "El malvado Zaroff" nos propone por tanto retroceder hasta los orígenes más animales del hombre ante una implacable caza por una frondosa jungla que no puede sino recordar al futuro paisaje donde habitará el rey Kong. El film además, en una etapa como la de principios de los años 30 plantea también la abisma diferencia que los norteamericanos encontraban en los europeos, situando a Zaroff como un emigrado ruso huido de la revolución de Octubre. Lo curioso del caso es que 70 años los americanos siguen mirando al viejo continente con cierto recelo, como si en Europa se dieran las mayores atrocidades de una sociedad aún con sus raíces ancestrales todavía muy presentes. Ahí está si ir más lejos, "Hostel", donde unos jóvenes americanos penetran en las profundidades de una Europa anquilosada, casi en la Edad Media.
El film dura unos escasos 68 minutos y no le falta nada. Es más, la película está llena de significativos matices, como esa aldaba con la que se abre el largometraje en donde un demonizado centauro herido de una flecha y una mujer entre los brazos surge victorioso, una imagen muy similar de lo que en suma, nos va a proponer "El malvado Zaroff", un encarnizada lucha en definitiva, por la posesión de una mujer, lo que además, le añade al conjunto unas interesantes pulsiones sexuales que si cabe, enrarece todavía más una película impecable.

lunes, 28 de septiembre de 2009

"Malditos bastardos" de Quentin Tarantino (2009)

Ya saben los que me conocen que a mi Quentin Tarantino es un tipo que me cae regular. Desde luego, el hombre sabe de cine y eso se nota. Planifica sus películas con envidiable sobriedad y escribe guiones repletos de frescura y ocurrencias, pero creo, sinceramente, que no hay nadie detrás que le indique hasta donde llegar, cómo domesticar su ingenio, que sin duda, lo tiene. Esta incapacidad para moderar sus estallidos de genialidad, en ocasiones lo conducen a una exposición de su genio excesiva, desmedida, de modo que alcanzados ciertos extremos, pueden llegar a perjudicar un film esencialmente brillante.
Algo así, creo yo, es lo que le ocurre a "Malditos bastardos". Una historia bien planteada, desarrollada y resuelta se ve inevitablemente lastrada por esos momentos tan del gusto del cine de Tarantino, en el que las escenas se alargan mucho más allá de lo aconsejable a base de diálogos virtuosos, interpretaciones soberbias, situaciones disparatadas o atmósferas asfixiantes. El arranque de "Malditos bastardos" es un ejemplo perfecto de esto. Un coronel nazi, interroga a un pobre granjero de la Francia ocupada. En la conversación, lo que al fin y al cabo se viene a decir es que el oficial nazi anda buscando a una familia judía que vivía por los alrededores y de los que no se sabe nada. Entre una cosa y otra, el coronel le termina diciendo que haga lo que quiera pero que si está ocultando a judíos en su casa lo mejor será que se lo diga si no quiere sufrir las consecuencias.
Pues bien..., lo cierto es que no tenía un cronómetro a mano pero la escena, fácil, fácil, puede llegar a los quince minutos, sino veinte, tranquilamente, y todo, sin que haya nada mal hecho en conjunto, al contrario. Magnífica planificación, extraordinaria interpretación de Crhistoph Waltz y un suspense que se va incrementando cada minuto que pasa. ¿Problemas? que cuando un se percata el tiempo que le ha dedicado Tarantino a semejante planteamiento resulta imposible no preguntarse por qué no lo habrá hecho de una forma más directa, más concreta. Habrá quien asegure que en ese tempo reside buena parte del alma de Tarantino, pero una cosa es el tempo y otra la más absoluta de las detenciones. Durante minutos enteros la narración no avanza, es verdad que uno se puede regodear con los múltiples matices que Waltz imprime en su personaje, pero no deja de resulta demasiado paralítico todo, como para no terminar resintiendo al espectador.
Este mismo ejemplo, se puede aplicar a otras -memorables- escenas, como el encuentro con una espía en una taberna que termina con un formidable tiroteo, pero resulta inevitable que escena tras escena, pese a la virtud de Tarantino con su pluma y su cámara, al final uno termine por preguntarse por qué tanto tiempo para tantos matices que en el fondo sólo son eso, matices, nada particularmente esclarecedor ni para la trama ni para el drama.
Quizá por esto, cuando "Malditos Bastardos" se anima del todo es en su tercio final. Cuando se nota que a Tarantino le entran las prisas (como saben, el director recortó la película una vez se hubo estrenado en Cannes) y las cosas son más directas, más concretas. Lo bueno de esto, es que esa concreción dramática y formal no afecta en absoluta al conjunto, razón por la que sospecho, todo se podría haber reducido un poco más, sobre todo, en su primera mitad.
A mi, que no me gustó nada en absoluto "Kill Bill" (hasta el extremo, de que no he visto ni pienso ver, de momento, "Kill Bill 2") ni muchísimo menos "Death Proof" tengo que admitir que "Malditos bastardos" me ha resultado un entretenimiento bastante digno. Por qué, y esto es importante recordarlo, el cine de Quentin Tarantino, más allá de sus referencias culturales a la subcultura de movimientos pasados que el director actualiza para venderlas como vanguardia, su cine es mero y puro entretenimiento, tanto como una película de Indiana Jones. Y uno, con "Malditos bastardos" puede pasar un buen rato. Brad Pitt está casi grotesco de lo caricaturesco que resulta, hay momentos desternillantes y la acción, aunque siempre muy contenida, resulta brutal en cada momento. De modo que nada que objetas, excepto sus veinte o treinta minutos que sin duda, le sobran...

jueves, 24 de septiembre de 2009

Master of Horror. Temporada II. Peter Medak

Agradable sorpresa la que nos ofrece el penúltimo episodio de la segunda temporada de la serie de televisión "Master of Horror". Por partida doble porque primero, los capítulos habían empezado a decaer alarmantemente y segundo, porque hacía tiempo que no veíamos a un director como Peter Medak haciendo cosas interesantes, al menos, que se hayan podido ver por estas latitudes. La historia de "Los washingtonianos" es la siguiente, una agradable familia media americana se traslada a un pequeño pueblecito de Virginia. Allí, apacibles ellos, escarbando entre las posesiones de su abuela encuentran un retrato del ex presidente George Washington que, sorpresa, descubre en su reverso un manuscrito, al parecer, del propio Washington, en el que reconoce su pasión por cocer niños y comérselos...
Dicho esto, y hecho público el descubrimiento entre los simpáticos lugareños del lugar, la apacible familia de pronto, comienza a verse acosada por unos extraños personajes. Ataviados con ropajes del siglo XVIII, acosan a la familia exigiéndole que le devuelvan el dichoso manuscrito. Hasta aquí, "Los washingtonianos" no ofrece nada nuevo, familia apacible acosada por extraño descubrimiento..., nada nuevo sobre el horizonte, pero se agradece la puesta en escena de Medak que sabe como empañar de inquietud momentos, en principio, no particularmente terroríficos.
Pero cuando el asunto se pone de verdad interesante viene después. No voy a desvelar mucho del resto porque le quitaría la gracia al asunto, digamos sólo que "Los washingtonianos" resulta un saludable ejemplo de autocrítica hacía los Estados Unidos, la divinización que su pueblo tiene sobre el presidente de los Estados Unidos, y un dardo envenenado final especialmente dedicado a George Bush que no tiene ningún desperdicio.
El resultado final es una película saludable, con sus momentos de vísceras y sangre por doquier, inquietud y unas notas de intriga y suspense muy bien dosificadas, para que nos vamos a engañar. Lo bueno de todo quizá sea que al final, "Los washingtonianos" demuestra ser un chiste y nada más, un chiste con mala uva si, un chiste ácido, pero un chiste, y eso es algo que no se suele ver en el cine de terror. La última vez, tal vez, en la propia "Master of Horror" con el episodio de Joe Dante "El regreso" o "El ejército de los muertos" creo que se tituló por aquí.

martes, 22 de septiembre de 2009

"Superhero Movie" de Graig Mazin

Mi buen migo Pedro solía decir que como más cine se aprende es viendo malas películas. Porque según esa teoría, de ese modo veías lo que nunca se debía hacer... Dejando a un lado afirmaciones tan radicales como esta, lo cierto es que de vez en cuando, el cuerpo pide un encefalograma plano. Y nada mejor para semejante empresa que un film de humor de la calaña de "Superhero Movie". De todos modos, es películas de esta naturaleza, también existen sus matices, sus aciertos y sus defectos. Y la verdad sea dicha, asumiendo que clase de película es "Superhero Movie", el largometraje de Graig Mazin tiene más virtudes que defectos, algo que ateniéndonos a sus créditos podemos deducir por qué. Primero porque David Zucker, director de "Aterriza como puedas", "Top Secret!" y "Agárralo como puedas", verdaderos clásicos modernos del humor absurdo, es su productor. Y por qué aún más por encima de él, están detrás de Zucker los hermanos Harvey y Bob Weinstein, unos hombres coléricos pero que saben como moderar el humor zafío tan habitual en este tipo de producciones y que se procuran un guión con un mínimo de planteamiento, nudo y desenlace, tan escaso habitualmente en películas similares.
"Superhero Movie" es por tanto, una parodia, fundamentalmente de "Spider-Man", aunque también deja caer alguna que otra mención hacía producciones de éxito como "X-Men" o "Los cuatro fantásticos". Pero mientras largometrajes como "Skary Movie" o "Epic Movie" se fundamentan sobre inconsistentes referencias a los más recientes éxitos del momento, al menos "Superhero Movie" enlaza las referencias con un mínimo de sentido, de coherencia narrativa. Además, "Superhero Movie" también contiene sus chistes de trazo grueso -que no significa que no los tenga- y esos chistes protagonizados por afroamaericanos y su cultura que francamente, nunca he entendido que gracia pueden llegar a tener. Es más, "Superhero Movie" tiene algunas caídas francamente buenas en sus diálogos y hasta en determinados momentos visuales, como ese travellíng circular que se detiene ante el mareo de los actores...
En fin, una tontería donde uno puede pasar el rato echando unas cuantas risas sinceras, lo que no es poco, y una película con un mínimo de dignidad y sobre todo de respeto por la inteligencia del espectador. De todos modos, bien lejos quedan todavía aquellas maravillas esperpénticas del trío Zucker-Abraham-Zucker, y yo me preguntó por qué. ¿Por qué el humor es cada vez más disparatado e hilarante (lo que no tiene nada de malo) pero a la vez, resulta menos coherente, menos y peor hilado todo? ¿Por qué no se hacen ya comedias absurdas con un trama, y no se confecciona una parodia a partir de su historia, y no del hecho simple y directo de ridiculizar éxitos recientes? ¿Por qué? ¿Porque da más dinero? No lo tengo yo muy claro...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

"Doomsday" de Neil Marshall (2008)


Tengo que admitir que mi opinión sobre Neil Marshall es contradictoria. No me gusta como filma, tengo la impresión de que coloca diecisiete cámaras para rodar cualquier escena y que después ya veremos cómo le da forma. Para mi eso no es cine. Para mi eso cachondeo, arbitrariedad, suerte, no se..., cualquier cosa, menos cine. Pero por otro lado tengo que admitir que abordó un tema tan trillado como el de los hombres lobo en "Dog Soldier" y lo hizo bastante bien. Con pulso, tensión y sobre todo abordando un tema que ya para muchos suena a broma con seriedad. No se crean, eso no es fácil. Y luego también tengo que admitir que también me gusto, si cabe más aún, "The Descent". Algo mejor rodada, Marshall se atrevió con uno de esos rodajes complejos por necesidad (ente grutas, cuevas y claro, estudio) al relatar la claustrofóbica historia de un grupo de espeleólogas que se pierden en el interior de una cueva laberíntica minada de extrañas criaturas.
Quizá mi moderada antipatía por Marshall venga de la rabia que me da que él, haya logrado destacar dentro de la cinematográfica británica con un cine, en cierto modo, fácil, y que un hombre como Rob Green, director de la fantástica "El bunker" (una película más difícil con sabor a cine de terror clásico), que no ha logrado filmar otra película desde entonces -hace ya siete años-, que apunto estuvo de alimentarse de los éxitos de Marshall al coger las riendas de "Dog Soldier 2" (al final abandonó el proyecto) y que ahora se ha metido en el rodaje de una cosa que se titula "Gladiadores Vs. Hombres lobo" que no me pregunten qué es que no lo tengo muy claro.
El caso es que, tenía yo cierta expectación por ver "Doomsday" aunque tengo que admitir, que de entrada, no me llamaba demasiado la atención. Tenía una pinta regular, y en efecto, es una película regular. Primero porque la historia de la sociedad al borde de la extinción aunque interesante, es un tema un pelín manido y además "Doomsday" sólo lo toca de pasada, porque lo que al film le interesa son otras cosas. Segundo porque "Doomsday" es antes que nada y sobre todas las cosas una película de acción, salpicada de bastante sangre, pero una película de acción que conforme avanza el metraje desvela que había más interés por rodas escenas de acción que por terminar diciendo algo. Tercero porque la idea de sociedades nacidas de los desechos de una civilización aparentemente extinta, recuerda demasiado a "Mad Max" y "Doomsday" no disimula esto en absoluto. Y cuarto porque cuando uno llega al ecuador del film empiezan a pasar ciertas cosas que hacen que el espectador empieza a preguntarse si no estará ante una de esas películas vestidas de cine adulto pero en el fondo, una aparatosa broma.
En este último sentido, creo que radica buena parte del desencanto de "Doomsday", en que Neil Marshall no define el sentido último de la película. El final es un completo disparate que es imposible, nadie se pueda tomar en serio y en cambio, el tono general de la película es presuntamente adulto, presumiblemente trascendental. A esto hay que sumarle que Marshall, que había demostrado tener muy buena mano para crear ambientes claustrofóbicos y generar suspense, se pierda en una película con demasiados escenarios, mucho espacio abierto teóricamente opresor y una trama que a partir de la segunda parte del metraje se pierde por completo, divaga en exceso, pierde el norte y nada de lo tocado, resulta lo suficientemente consistente.
A todo esto habría que añadirle cierto aire heredado del cine de John Carpenter (de hecho, uno de los personajes se apellida como el director), una agradable y simpática sorpresa que no dura demasiado. "Doomsday" me recuerda bastante a "1997. Rescate en Nueva York", esos estrafalarios uniformes de los soldados y alguna que otra pincelada acerca del honor, la amistad y a fuerza de los personajes femeninos, pero nada deja huella. Si, si uno se empeña, de "Doomsday" se pueden sacar determinadas lecturas acerca la naturaleza violenta del hombre, de la monstruosa naturaleza del ser humano, de lo fácil que es corromper a la sociedad, de lo frágil que resulta desmoronar la sociedad, pero todo dicho de manera muy superficial, muy trillada, nada nuevo en suma. O dicho de otro modo, bastante aburrida.

lunes, 14 de septiembre de 2009

"Crepúsculo" de Catherine Hardwicke (2008)


No había visto yo "Crepúsculo". Si, ya se, que dicen por ahí, es el acontecimiento cinematográfico-literario del momento, pero me debo de estar haciendo mayor, de eso no cabe duda. Hace unos años sabría más de la saga de "Crepúsculo" que sus propios creadores antes incluso que el día de su estreno. Pero ahora, me enteré de que la película en cuestión estaba basada en un libro superventas cuando vi la noticia en un informativo. La verdad sea dicha, no me llamaba demasiado la atención ver la película en cuestión, pero un amigo me ha invitado a dar una charla en la Biblioteca Regional de Murcia justo el día antes que se estrena "Luna nueva" para que hable de vampiros, cine y literatura. Como no podía ser de otro modo, acepté encantado, aunque en lo que llevo de vida habrá dado cinco charlas y en cuatro de ellas ha sido para hablar de vampiros, por lo que empieza a preocuparme que un día me salgan colmillos...
Así que me pongo a verla, tengo que admitir, que con cierto recelo. De entrada, una historia de amor adolescente con vampiros de por medio, por mucho que me gusten los no-muertos, no es mi propuesta ideal para un domingo por la tarde, pero en fin... Tengo que admitir que receloso y todo, "Crepúsculo" no me disgustó. Hice desde luego un esfuerzo por obviar todos y cada uno de los tópicos que aparecen en la película así como esa sensación de estar viendo "Sensación de vivir" en su versión vampírica, pero debajo de todo esto, había al menos un film entretenido. Sobre todo, creo yo, por una cuestión, a mi parecer, fundamental. Y es que en "Crepúsculo", al contrario que en muchas otras películas el vampiro no es un ser marginado que se esconde de la sociedad, sino un personaje que se confunde con los humanos, fundamentalmente para corromperlo.
El acierto de "Crepúsculo" es verdad, llega hasta aquí. Los vampiros del film de Hardwicke (por qué aparece su título al final de la película, porque resulta tan impersonal que podría haberla dirigido casi cualquiera), los buenos y los malos, no aspiran a corromper nada, aquí los vampiros se limitan, unos, a pasar lo más desapercibidos posibles, otros, a cazar humanos. Aquí habita uno de los mejores momentos de “Crepúsculo”, ver a los vampiros cocinar, jugar al baseball, en suma, hacer cosas mundanas... Pero el enfrentamiento entre buenos y malos es sólo cuestión de tiempo y la excusa perfecta para ofrecer un digno espectáculo de acción y efectos especiales aunque eso si, todo pasado por el filtro "Matrix".
Pero el problema de base de "Crepúsculo", creo yo, es la actual tendencia que tenemos todos de humanizar a los mitos y leyendas, de forma que los desprendemos de su misterio y se quedan en vulgares monigotes. O dicho de otro modo, aunque "Drácula de Bram Stoker" articulara tosa su trama en torno al romance entre el popular vampiro y Mina Harker, un vampiro, por esencia, por definición, no puede, ni debe sentir piedad, y muchísimo menos amor. Si, podemos pasar por el aro porque no nos queda más remedio, pero siempre siendo conscientes de que eso ya no es un vampiro. Un vampiro es malo, y hace el mal porque esa es su forma de vida, su naturaleza. No es que haga el mal por hacerlo, sino porque no entiende otra forma de vivir. Pero más allá, su mal, no se queda en matar y comer a seres humanos, sino a corromper el alma humana, forzando al hombre a mirarse ante un espejo para descubrir que él, no es en su raíz, menos malo que la bestia que está tratando de destruir.
Nada de esto hay en "Crepúsculo", entre otras cosas porque no era esa su intención, eso está claro, y por supuesto, es una decisión legítima, pero lo que a mi me preocupa es que las próximas generaciones, las que no se han leído y ni piensan leerse "Drácula" y crean que la novela tiene algo que ver con el film de Coppola, y se queden con cosas como "Crepúsculo", asumiendo que un vampiro es un lastimero que puede decidir entre beber sangre humana o sangre de animal y al final, el legendario mito del no muerto, que lleva acompañando al hombre desde la cueva de Altamira, se convierta en una vulgar marioneta.

viernes, 11 de septiembre de 2009

"Despedidas" de Joe Hisaishi (2008)


A mi novia, ahora mi mujer, no le gusta en absoluto la música de cine, lo cual complica un poco, no crean, mis momentos para podes escuchar música, sin embargo, si le gusta Joe Hisaishi. El asunto tiene su gracia, porque Joe Hisaishi es uno de los compositores más melódicos y sensibles que habitan el actual panorama mundial. Su verano de Kikujiro es simple y llanamente genial, una melodía a piano tan sencilla como pegadiza, habita una banda sonora impecable. Sus colaboraciones con el cine de Takeshi Kitano, no suelen tener desperdicio alguno. Y sus trabajos para el cine de animación de Hayao Miyazaki son absolutamente arrebatadores, quizá, con "La princesa Mononoke" a la cabeza.
El compositor, que el próximo mes de diciembre cumplirá los 49 años, en plena madurez creativa, es probablemente el músico más solicitado de Japón. Uno de sus últimos trabajos ha sido para la película nipona "Okuribito", traducida en nuestro país como "Despedidas", del director japonés Yojiro Takita, responsable de la que fue la auténtica sorpresa de los últimas Oscar al hacerse con la estatuilla al mejor de film de habla no inglesa. La película, que yo sepa, aún no se ha estrenado en nuestras salas, y si lo llega a hacer, sabe Dios si legará a las santas salas de esta, mi reverenciada Región, en fin...
El caso, es que aún sin haber visto la película, y sabiendo que el film trata sobre un joven que encuentra trabajo en una funeraria amortajando cadáveres, la música compuesta por Hisaishi desvela, que además de una honda sensibilidad, el largometraje de Takita debe de estar empapado de optimismo. Y todo, amortajando muertos, si. Desde luego, "Despedidas" no es "El verano de Kikujiro", en el sentido de que no tiene esa melodía tan pegadiza y de una forma tan insistente, pero probablemente eso no fuera lo que se estaba buscando para el film de Takita. "Despedidas" es otra cosa bien distinta, pero también bellísima. Su leit motiv es total y absolutamente arrebatador, menos fácil que el de Kikujro, pero igualmente bello.
De este modo, lo cierto es que Hisaishi no ha hecho más que demostrar que está en pleno momento álgido y que es ahora cuando todavía, puede llegar a superarse, en cuyo momento, francamente, no se va que va a pasar, porque se me hace imposible imaginar melodías más emotivas y sensibles que las que ya ha compuesto el músico japonés. Pero son precisamente partituras como la de "Despedidas", las que mejor ponen en evidencia el talento de un músico que todavía sigue creciendo y que lo demuestra con cada nuevo trabajo. Que no tiene miedo a experimentar y que además sabe como ofrecer un trabajo aparentemente sencillo pero esencialmente complejo y siempre, bello.
Para los que no se hayan convencido, aquí os dejo el leit motiv y ya os adelanto en cualquier caso que si bien, se trata del tema principal de la BSO, no es la variación más arrebatadora, para eso, hay que esperar al penúltimo tema. En todo caso, lo que si está claro es que la película, habrá que verla si o si.

jueves, 10 de septiembre de 2009

"El niño con el pijama a rayas" de Mark Herman (2008)


Vaya por delante que no he leído la novela original de John Boyne, lo cual, también vaya por delante, he lamentado profundamente una vez he visto "El niño con el pijama a rayas" de Mark Herman, por qué me siento incapaz de definir a partir de qué punto empiezan y termina los logros del libro original y a partir de que punto arrancan las virtudes y los defectos del film de Herman. Lo que por otro lado, sitúa sobre un castillo de naipes una de mis teorías más cacareadas y defendidas por un servidor; que no haber leído el libro en el que se basa una película siempre nos permitiría analizar con mayor objetividad las virtudes y los defectos del film. Lo que ocurre con "El niño del pijama a rayas" es que se trata de un film tan correcto como falto de garra, de igual modo que se trata de una película sorprendente como sospecho, es el libro de Boyne.
Yo, por si acaso, recomendaría a todos aquellos que no hayan visto la película y que no hayan leído el libro, que lo lean, por qué al fin y al cabo, independientemente de lo sano que es leer, "El niño del pijama a rayas" de John Boyne es un volumen, por lo que recuerdo al verlo en las tiendas, bastante finito, de esos que se puede leer en dos o tres tardes y, visto lo visto en el film, creo que merece la pena.
De todos modos, hay algo que sí que resulta evidente en "El niño del pijama a rayas", una producción de Miramax, es que detrás de los populares estudios ya no está Harvey Weinstein. Se ha dicho un millón de veces que sólo apreciamos lo que realmente queremos cuando carecemos de ello y en Miramax, por colérico, tirano y peligroso que resultara Harveyu Weinstein lo cierto es que sólo alguien como él era capaz de sacar un éxito de propuestas, sobre el papel tan arriesgadas como "Shakespeare in Love", "Chicago" o hasta "Gangs of New York", que pese a su irregular resultado, dejó un buen resultado en las taquillas de todo el mundo. Harvey, desde luego, como todo el mundo, cometió errores ("Kate & Leopold", una comedia romántica de 40 millones de dólares que fue un fracaso absoluto, o "Todos los caballos son bellos") pero salvo imprevistas contrariedades de producción y/o creativas, "El niño con el pijama a rayas" era la propuesta perfecta para que Weinstein hubiera amasado miles de millones de dólares y que además hubiera ganado algún que otro Oscar. En cambio, la película de Herman, como digo, no tiene garra propia, tal vez porque su director no tiene intuición, su reparto siendo correcto, no trasciende, o porque su guión, siendo impecable, no se arriesga más allá de lo que, sospecho, propone el libro.
Una pena, porque como digo, el film está llevado con suma corrección. Además se nota que tenía la mirada puesta en los Oscar, factura impecable, reconstrucción histórica al dedillo (el niño del pijama de marras está clavado), preciosa melodía de James Horner, trágico y sorprendente final... Si es que la película tenía todos los ingredientes, pero insisto, hay algo en el conjunto que no llega. Desde luego, resulta muy complicado permanecer impasible ante el largometraje y muy especialmente a su cuarto de hora final, pero hay algo en el largometraje de Herman que no funciona, como si no pretendiera ir más allá, como si su única pretensión fuera reflejar lo mejor posible el relato de Boyne, sin añadir nada más de su propia cosecha. La decisión es desde luego legítima y a veces, es mejor esto que irse por las ramas y hacer un "Drácula de Bram Stoker" o algo parecido, pero resulta inevitable que se eche de menos algo de personalidad, algún apunte personal.
Insisto, esa es la impresión que me ha dado el film de Mark Herman, porque como he dicho, no he leído de Boyne. Ahora bien, prometo que lo leeré y entonces, volveremos a retomar la cuestión.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

"The Wicker Man" de Neil LaBute (2006)


En su día, "The Wiker Man" (literalmente, "El hombre de mimbre", un ritual asociado al ámbito céltico donde al parecer, se llevaban a cabo sacrificios humanos) fue recibida con moderado entusiasmo, pero de una forma mucho más calurosa que cualquier thriler de suspense al uso manufacturado en Hollywood. Y lo cierto es que el film de Neil LaBute está por encima de la media. El cineasta norteamericano se atrevió con un inquietante relato de Anthony Shaffer que ya fue objeto de una adaptación en 1973 a manos de Robin Hardy en una película del mismo título que tengo que admitir, no he visto.
En cualquier caso, hay que admitirle a "The Wicker Man" una inquietante atmósfera conseguida no a partir de los resortes habituales del terror (oscuridad, sombras amenazantes, rayos y truenos...) y muy al contrario, la película se situa en un entorno abierto a plena luz del día. Tal vez por esto, y porque la trama recuerda inevitablemente a una película como "El bosque", se dijo en su día que "The Wicker Man" era una de las primeras respuestas a la senda estilística de M. Night Shyamalan. Al menos con "The Wicker Man", LaBute pareció exponer unos intereses cinematográficos muy similares a los de Shyamalan, aunque con una finalidad muy distinta, unos recursos narrativos que mantienen cierta distancia y en suma con resultados bastante dispares.
Y es que, mientras el cine de M. Night Shyamalan, guste o no, siempre se ha situado en un extraño lugar dentro del cine de Hollywood, lo cierto es que "The Wicker Man", más allá de su inquietante propuesta dramática, no termina de encontrar un lugar en el universo de Hollywood, quedándose a medio camino entre la propuesta convencional y la radical. Esto es así, creo yo, porque el film de LaBute primero, está planificado con bastante desgana, es decir, con escasa o poca inventiva visual, con poca o ninguna sensación de que el director estuviera rodando con la mente puesta en el montaje, salvo en momentos muy concretos y si pensaba en el montaje, estaba pensando en un montaje muy insustancial, poco revelador. Por si fuera, el film juega además a una falsa espectacularidad dentro de la trama que propone, que da muy poco juego en este sentido. Un ejemplo, si el protagonista, Nicolas Cage, se queda colgando a través de una plantilla, la música sube y LaBute filma el momento con cinco o seis cámaras que se superponen en una sucesión de planos poco estimulante y si muy banal, convencional.
Pese a todo, insisto, "The Wicker Man" está por encima de la media. A mi modo de ver, a años luz del cine de M. Night Shyamalan, o a otras propuestas recientes de cine de género como "Los extraños", para mi, de lo mejor del año pasado y está si, marcando las distancias con el cine de Hollywood, por más que contará con intérpretes del tirón comercial de Liv Tyler. En cierto modo, y en ese sentido, a "The Wicker Man" le pasa algo muy similar porque aunque cuente con la presencia de Nicolas Cage, la película es un film independiente de 40 millones de dólares (poco para el rasero de Hollyood y hasta para algunas producciones supuestamente independientes aunque "Los extraños" sólo rondara los 10 millones si bien es cierto, la complejidad de "The Wicker Man" debió de resultar bastante más costosa que la de "Los extraños" que al fin y al cabo se desarrollaba íntegramente en un único escenario, una casa) que salió adelante gracias a la apuesta personal de Cage que produjo el film a través de su productora y además garantizo su presencia al frente del reparto, lo que siempre es bien visto en Hollyood. Eso si, hasta nuevo aviso..

martes, 8 de septiembre de 2009

"Encantada" de Kevin Lima (2007)


Como decía en la anterior entrada me encanta el cine musical y además, también el cine de animación. Por esta razón, cuando Walt Dsney anunció que dejaría de producir películas de animación tradicional sentí una profunda tristeza. Recuerdo que fui a ver su última película de animación tradicional casi como si de una ceremonia se tratase. Fui solo. Había niños, pero muy pocos al lado de cualquier producción Pixar. "Zafarrancho en el rancho" costó algo más de cien millones de dólares y en Estados Unidos recaudó sólo la mitad. Era un fracaso. Aquella película había sido la última oportunidad que Disney se dio a si misma para seguir adelante con el cine de animación tradicional o no.
Tal vez por está razón me causó una singular simpatía el estreno de "Encantada", especialmente por ese arranque en animación tradicional que recordaba a los mejores tiempos de la casa del tío Walt. Pero obviamente, la película iba por otro camino. La propuesta tenía si gracia, recurrir a todos los tópicos del cine de animación de Disney y para convertir la película en parodia. Tenía su gracia y su habilidad la idea, y más aún en unos tiempos en que esos mismos tópicos habían pesado a provocar cierta distancia entre el respetable que se había empezado a inclinar por otros tópicos, los del cine Pixar, que también los tiene.
De este modo, en "Encantada" ocurre lo impensable, una joven princesa de cuento de hadas recibe la maldición de rigor de la imprescindible bruja, sólo que en esta ocasión la maldición de marras no consiste en sumirla en un sueño eterno, sino en enviarla al Nueva York real del siglo XXI. El contraste ya se lo pueden imaginar. Giselle (Amy Adams), vive literalmente en un cuento de hadas, de modo que no tiene inconveniente en ponerse a cantar en mitad de Central Park ante la atónita mirada de los transeúntes o de pedir ayuda a los pajaritos para que le ayuden a hacer las labores del hogar...
Por esto digo que en el fondo "Encantada" es un film prototípico del Disney más clásico, porque bajo todas estas caídas que ponen en evidencia la ingenuidad de su recursos más habituales, habitan sin problema alguno todos y cada uno de sus tópicos, aunque estén situados en el mundo real bajo una cuidada tecnología en tres dimensiones, como ocurre al final del film con el espectacular dragón que casi destruye un edificio de la Gran Manzana. Hay baile, historia de amor con un inesperado príncipe azul, un ridículo caballero andante, una bruja (Susan Sarandon, nada menos), en fin, todo está ahí.
Y no es de extrañar, su director, Kevin Lima, era un formado alumno de los estudios Disney. Director del que tal vez fue el último éxito de Disney en el terreno de la animación tradicional, "Tarzan", Lima también había dirigido la simpática "Goofy e hijo" y la innecesaria y desesperada secuela "102 dálmatas". Lima por tanto conocía los resortes que dieron un nombre a Disney que para la ocasión, iban a ser trasteados a golpe de parodia. por contar, Lima contó con el ya legendario Alan Menken (una vez más soberbio, Menken es un tipo que no falla), antaño, imprescindible compositor de toda producción Disney autor de las BSO de los últimos grandes éxitos de la productora, "La sirenita", "La bella y la bestia", "Aladdin", "Pocahontas", "El jorobado de Notre Damme", "Hércules" y hasta "Zafarrancho en el rancho".
"Encantada" por tanto es, además de un perfecto film para los más pequeños también un agradecido vistazo para los más adultos a ese mundo Disney que tantas ilusiones creo y que hoy no puede o no sabe como mantener el tipo. Y además "Encantada" permite un disfrute adicional para los mayores, contemplar una suerte de parodia de ese mismo mundo que dio fama y éxito a Disney. No es ninguna obra maestra, pero es un film muy agradecido de contemplar que va algo más allá de su mera apariencia infantil que es seguro, habrá echado para atrás a más de uno.

lunes, 7 de septiembre de 2009

"Mamma Mia!" de Pyllida Lloyd (2008)


Qué le voy a hacer, me encantan los musicales. Me gusta cuando un personaje, sin venir aparentemente a cuento se pone a cantar y a bailar y súbitamente, un coro anónimo se une al baile al unísono. No se, me parece un acto de confraternidad y optimismo generalizado muy raro de vez en la vida real. Tal vez por eso, un musical sea un género eminentemente fantástico, irreal. De hecho, habida cuenta de las complejidades añadidas que implica filmar un musical resulta casi un milagro que hoy día se sigan rodando musicales. Una película musical conlleva un esfuerzo extra y un importante gasto adicional que no siempre se ve recompensado. Quizá por esto, he procurado no perderme un sólo musical en los últimos años, y probablemente por mi admiración por el género, casi todos me han gustado mucho, dejando a un lado sus carencias y obviando el único título musical que consiguió que me rasgara las vestiduras y que de hecho me negué a terminar de ver, "Moulin Rouge" (si, ya se que está película tiene una legión de fans pero es que yo no la soporto).
Recuerdo que en su día, cuando se estrenó "Mamma Mia!", leí una crítica en un periódico nacional que decía algo así como que resultaba bastante complicado sacarle una sola pega a la película aún admitiendo que era un film cinematográficamente muy deficiente, porque la película conseguía de cabo a rabo que el espectador, y hasta algunos críticos, pasaran un rato de lo más entretenido. Y algo de verdad hay en esto. "Mamma Mia!" como película, como narración cinematográfica es una propuesta bastante endeble, sus personajes no es que sean endebles, es que son raquíticos. Sus motivaciones resultaba bastante irrisorias y en conjunto, dramáticamente, la película de Lloyd no tiene nada digno de mención que aportar. Ahora bien...
Es también cierto que "Mamma Mia!" supone uno de esos dignos de ejemplos que de vez en cuando nos ofrece Hollywood en favor del puro entretenimiento sin más ambiciones que esas, algo por otro lado, nada malo. No hay una intención digamos, intelectual, pero tampoco la necesitaba para lo que buscaba una película como "Mamma Mia!". Pyllida Lloyd consigue los mínimos, pasar un buen rato, esbozar una perpetua mueca de sonrisa en el espectador y que termine por creerse que esa idílica vida en una remota isla de Grecia puede ocurrir de verdad. Al fin y al cabo, como decíamos al principio, el musical es un género eminentemente irreal, por esto los decorados, sean reales o no, tienen un tono de falsos, de artificiales. Y eso es bueno, a la vista del conjunto de la película.
Además, en esencia, "Mamma Mia!" respeta determinados postulados clásicos del cine musical, optimismo contagioso, cierto aire folletinesco e inesperadas actuaciones de un público aparentemente ajeno a los números musicales que de pronto se suma a una canción. Es cierto que ya no hay grúas que trasmitan grandes cosas, en su lugar hay mucho montaje. Las cosas cambian y no siempre para bien. También cambia su contenido, o su mensaje. Si en el cine clásico el musical era un canto a la vida provocado generalmente por un amor verdadero o por un éxito profesional -o por ambas cosas-, "Mamma Mia!" es un canto a la lozanía, a la lujuriosa juventud, a la expectativas vitales de la juventud que con todo parece poder y cuyas estupidez propias de la edad del pavo, se tornan sólidos justificantes existenciales. Aquí habrá opiniones para todos los gustos. De hecho, "Mamma Mia!" tiene algo de ese "Mucho ruido y pocas nueces" de Kenneth Branagh, con esa villa de tintes europeos que parece erigirse como una burbuja existencial donde los deberes y obligaciones desaparecen y donde todo el mundo se entrega a la vida, el amor y la diversión. No es lo mismo Shakespeare que Abba estamos de acuerdo, pero hay poso común, eso está claro.
En cualquier caso "Mamma Mia!" se deja ver con agrado y además la película ofrece algunas agradecidas sorpresas. Julie Walters y Christine Baranski está verdaderamente espectaculares en su rol de hilarante amigas de Donna, una Meryl Streep por otro lado, que sigue destilando una madura lozanía ciertamente agradable de contemplar. Hay muchas canciones, algunos dirán que demasiadas, bueno, es un musical de lo que estamos hablando (de hecho es la adaptación de un musical propiamente dicho, que no es exactamente lo mismo que una película musical al estilo de "Cantando bajo la lluvia") y se nota eso si, que todos se lo pasaron de fábula rodando la película. Al menos consiguen, que el público también disfrute, que no es poco.

domingo, 6 de septiembre de 2009

"Valkiria" de Bryan Singer (2008)


"Valkiria" está muy bien. Vaya por delante. Si, ya se que ahora Tom Cruise cae mal y que por tanto hay que ponerlo a parir siempre que se tiene oportunidad, pero atacar un film como "Valkiria" por la sola presencia del actor norteamericano me parece un ejercicio de hipocresía bastante importante. La película de Bryan Singer funciona a la perfección, desde el primer al último plano, y lo hace -y esto es lo más difícil- con una historia cuya final conocemos, el fracaso de la operación Valkiria y el fusilamiento de sus principales responsables. De hecho, y por está razón, "Valkiria" es la prueba más reciente que nada como Hollywood para hacer trepidante y entretenido un relato real y complejo como fue aquel intento de golpe de estado contra el régimen nazi. O dicho de otro modo, "Valkiria" es una película de Hollywood, con todos sus tics pero sin que ello implique que estemos ante una mala película. "Valkiria", que nadie se vaya por las ramas, es lo que es, un film de suspense, y por esto funciona.
Singer, que sabe muy bien como crear tensión y suspense, aunque tengo la sensación de que filma con demasiadas cámaras y con la cabeza ocasionalmente puesta en el montaje, logra además que el último tercio del film sea un arrebatador cresccendo que concluye, como hemos dicho, con la muerte de su protagonista. "Valkiria", más que un drama histórico es a todas luces un thriller político de conspiraciones para destronar al diabólico Hitler del poder. De hecho, las escenas en las que interviene el Führer están rodadas con especial detenimiento, con un patente espíritu ceremonial, que combinado con los lentos movimientos de Hitler (David Bamber), dotan a esas escenas de una particular atmósfera de inquietud, como si tuviéramos delante al mismísimo Satanás.
Como digo, película con el pulso de acero y in una sola pega formal. Hay alguna que otra concesión si, como digo, había que simplificar y acercar al gran público un acontecimiento muy complicado que además se llevó a cabo en secreto, entre susurros dentro de los muros del Tercer Reich. De hecho, si algo flojea con mayor clarividencia esto sin duda, la relación familiar de Stauffemberg (Cruise), hay un intento por situar a la mujer y los hijos del protagonista como verdadero pilar emocional del personaje, pero lo que manda en "Valkiria" es la conspiración, la colaboración, y como el engranaje nazi a punto estuvo de darle la vuelta a la tortilla aún estando Hitler vivito y coleando.
"Valkiria" es por tanto un afortunado regreso del mejor Bryan Singer, porque creo yo, los fracasos y los tirones de orejas, tanto del público como de la crítica, siempre vienen muy bien. Suele ser un jarro de agua fría que, de vez en cuando, hace que algunos directores bajen de las nubes y se centren en lo que mejor saben hacer. Singer, que teniendo fantásticas películas a sus espaladas, había perdido últimamente el norte con largometrajes tan malos o simplemente, carentes de todo interés como "X-Men 2" y "Superman Returns". El director de "Verano de corrupción" se estaba volviendo cada vez más ceremonioso y también, más caro, pero sus objetivos, el peso específico de sus propuestas habían caído en picado.
Por esto creo que cuando "Superman Returns" no funcionó como nadie esperaba (y no me extraña porque la película es un tostón de dos horas y pico complicado de digerir), Singer se bajo de su particular pedestal y ahora en "Valkiria" se ha limitado a hacer lo que mejor saber hacer, narrar suspense.

sábado, 5 de septiembre de 2009

"Indiana Jones y la tumba del emperador" de Clint Bajakian


Bueno, pues ya estoy de vuelta. Como algunos sabrán, estos días no se me ha ocurrido mejor cosa que casarme. Si señores, como lo leen. Ya soy un hombre casado. Y como es bien sabido, a la habitual parafernalia social y festiva que suele acompañar a estos momentos, he tenido la suerte además de pegarme un generoso viajes a Praga y Berlín. La capital checa ya la conocía para ha sido en esta ocasión cuando he averiguado por qué me gusta tanto esa ciudad, porque es un perfecto escenario natural de una película de la Hammer. Qué callejuelas, qué edificios, qué estatuas...
Berlín, por su parte es una cosa bien distinta. Afortunadamente menos cargada de turistas (Praga tenía algo de Disneyworld), la capital alemana es una megalópolis tan o más grande que un Londres, pero también más fría, demasiado expandida, como si hubiera demasiada ciudad como para que todas sus calles estuviera constantemente transitadas por viandantes. Y además, también un poco sucia, un poco inquietante en según qué callejones, y mucha gente de todas las culturas, edades y además, mucho pinta, mucho vagabundo, mucho estrafalario, mucho punky, mucho tipo raro... Cuando llegué a la estación central de seis plantas rodeado de carteles en alemán que no entendía ni por asomo, cargado con dos maletones de veinte kilos cada una y me recibió un vagabundo orinando en pleno andén, me sentí como Paco Martínez Soria en "La ciudad no es para mi".
Y se preguntarán ustedes, que qué tiene que ver todo esto con el videojuego que titula esta entrada, pues les cuento. Andaba yo por Berlín, ya algo más situado y menos acomplejado por no entender un carao de alemán, y como hice en Praga, no hubo tienda de discos, DVD o similares que se me resistiera al menos, a una cordial visita de cortesía. Estaba yo por tanto, en pleno centro de Berlín y no se me ocurre mejor cosa que meterme a una tienda de discos que de entrada, casi parecía más un sex shop, con carteles amarillos anunciado lo que vendían en su interior, en un entresuelo desde fuera, un poco siniestro. Pero el caso es que cuando entro...
Yo creo, sinceramente, que no recuerdo haberme topado con una sección de música de cine más grande. Cuando fui consciente de lo que tenía delante, os juro por Dios que me puse a temblar, me flojearon las piernas, y mi tarjeta de crédito se temió lo peor...
Afortunadamente, o no, aún no lo se, la verdad, hice de tripas corazón y me retuve hasta extremos que yo mismo me sorprendo. Y fue allí, escarbando entre miles de bandas sonoras cuando me topé con esto, la banda sonora del videojuego "Indiana Jones y la tumba del emperador". Así, de entrada, entiendo que uno debe de pensar que se tiene que ser muy freak para comprarse la BSO de un videojuego y hombre, razón no le falta a quien sospeche eso, pero no es menos que cierto que en más de una ocasión, las consolas han servido de nutritivo campo de formación para algunos de los compositores modernos más representativos. El caso, sin duda, más claro en este sentido es el de Michael Giacchino, curtido entre videojuegos y posteriormente formidable compositores de BSO´s como "Los increíbles", "Ratatouille", "Up", "Mission: Impossible III" o "Star Treck".
El caso es que aún arriesgándome a que el CD en cuestión sonora a huevos fritos (no es la primera vez que Perico, el de los palotes, coge una marca registrada tipo Indiana Jones o Star Wars e con un órgano Sony en ristre se pone a tararear determinados temas por más que se anuncien como Orquestas Sinfónicas de sabe Dios que condición y calaña...), me lo compré. Y no era precisamente barato. Pero ahí estaba yo, en mi plena condición de freak y más aún, si es de Indiana Jones de quien hablamos.
Como digo, el CD de marras, presidido, eso sí, por el nombre de John Williams, como irrefutable autor de determinados temas (los clásicos de Indiana), la BSO venía también acompañada por el nombre de Clint Bajakian (en aquel momento y para mi humilde conocimiento, un Perico el de los palotes) y una de esas temidas orquestas de las que uno no ha oído hablar en su vida, la Northwest Sinfonia Orchesta. Insisto, yo, no sin cierto temor, me lo compré.
Luego, para tranquilidad mía me fijé que en los créditos del CD aparecía George Lucas como productor ejecutivo. Eso significa, como bien saben ustedes que a efectos prácticas Lucas autorizó la música y que dio el visto bueno a explotar tanto su creación (Indiana) como su nombre a la BSO. No será una total castaña, pensé yo... Y bueno, la verdad, no me equivoqué del todo...
Hombre, se nota que detrás no está la Orquesta Sinfónica de Londres, y también que el señor Bajakian, con toda su buena intención, no es Williams, y también se nota que "Indiana Jones y la tumba del emperador", es la BSO de un videojuego (algunos temas duran escasamente veinte o treinta segundos), pero el compacto, como curiosidad, está bastante bien. Conserva, desde luego la "Raiders March", aunque sea en estos momentos, cuando la Northwest Sinfonia Orchesta más pone de relieve sus deficiencias. Lo mejor de "La tumba del emperador" es cuando se aventura con nuevos temas y nuevas propuestas musicales. El resultado es una BSO entretenida, fácil de oír y que sobre todo, hace soñar con una nueva BSO del Williams de los buenos, y no con ese prestigioso imitador del compositor de "Star Wars" que compuso "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal", aunque claro con una película así, era difícil encontrar la inspiración, eso también...
Por si fuera poco, la BSO de "Indiana Jones y la tumba del emperador" contiene un par de suites de otros dos videojuego sde Bajakian de Indiana, "Indiana Jones and de Fate of Atlantis" e "Indiana Jones and the Infernal Machine" y además, un jugosa selección de nada menos que veinte cortes de la música de "The Young Indiana Jones Cronichles", osea, tela... y además, todo muy cuiroso. Si señor.