
Una película como "La ola" me viene a confirmar algo que ya sospeché muy seriamente con el estreno de "El hundimiento" de Oliver Hirchbiegel, que los alemanes a estas alturas son mucho más críticos, analíticos y reflexivos con su trágico pasado que nosotros. O dicho de otro modo, que ellos, han sido capaces de aproximarse al nazismo desde ópticas absolutamente impensables a día de hoy en un cineasta epañol con respecto al franquismo. "La ola", si cabe, va todavía un poco más allá de "El hundimiento". Si el film de Hirschibiegel proponía humanizar la figura de Hitler aún sin quitarle un ápice de maldad, la película de Gansel nos sumerge en la propia naturaleza del fascismo y lo que es más, no invita a participar de él para demostrarnos que no resultaría tan extraño que semejante barbarie volvería a repetirse. En este sentido, si cabe, "La ola" es un film más necesario incluso que "La lista de chindler". Hay muchos documentales sobre el holocausto judío pero muy pocas aproximaciones como las que nos propone "La ola".
La idea es la siguiente. Un profesor imparte un seminario en un instituto sobre autocracia. Como base de sus clases utiliza el fascismo nazi. Al empezar las clases el profesor pregunta a los alumnos si creen posible que una situación como la Alemania nazi volviera a repetirse y -casi- todos responden sin pensárselo demasiado que no, que algo así sería impensable. Entonces el profesor se propone hacerles ver su propio error mostrándole la seducción del fascismo, que le de unidad, de bloque, de cohesión interna tiene una comunidad unidad bajo una ideología. Lo que el profesor no se puede imaginar es que aquel experimento rebasará los muros de ese instituto alemán.
¿Ustedes se imaginan un film que retratara a Franco desde una optica humana sin despojarlo de su crueldad? ¿Ustedes se imaginan una película que nos propusiera penetrar en el franquismo desde su vertiente más seductora? No, ¿Verdad? Pues los alemanes si.
Pero es que además "La ola" está muy bien filmada. Arranca de forma preocupante, música estridente, muchos planos, mucho movimiento, pero raudo el film, se postra ante las evidencias de la historia. Con una tonalidad premeditadamente estándar, igualada, el film de Gansel nos invita a penetrar en el infierno mientras nos lo pinta como un mundo apacible y lo que es más, seguro, apetecible. La verdad es que a la película no le sobra un solo plano y puede que ni una sola escena. En suma, un largometraje esencial y además, ejemplar.