lunes, 17 de agosto de 2009

"La ola" de Dennis Gansel (2008)


Una película como "La ola" me viene a confirmar algo que ya sospeché muy seriamente con el estreno de "El hundimiento" de Oliver Hirchbiegel, que los alemanes a estas alturas son mucho más críticos, analíticos y reflexivos con su trágico pasado que nosotros. O dicho de otro modo, que ellos, han sido capaces de aproximarse al nazismo desde ópticas absolutamente impensables a día de hoy en un cineasta epañol con respecto al franquismo. "La ola", si cabe, va todavía un poco más allá de "El hundimiento". Si el film de Hirschibiegel proponía humanizar la figura de Hitler aún sin quitarle un ápice de maldad, la película de Gansel nos sumerge en la propia naturaleza del fascismo y lo que es más, no invita a participar de él para demostrarnos que no resultaría tan extraño que semejante barbarie volvería a repetirse. En este sentido, si cabe, "La ola" es un film más necesario incluso que "La lista de chindler". Hay muchos documentales sobre el holocausto judío pero muy pocas aproximaciones como las que nos propone "La ola".
La idea es la siguiente. Un profesor imparte un seminario en un instituto sobre autocracia. Como base de sus clases utiliza el fascismo nazi. Al empezar las clases el profesor pregunta a los alumnos si creen posible que una situación como la Alemania nazi volviera a repetirse y -casi- todos responden sin pensárselo demasiado que no, que algo así sería impensable. Entonces el profesor se propone hacerles ver su propio error mostrándole la seducción del fascismo, que le de unidad, de bloque, de cohesión interna tiene una comunidad unidad bajo una ideología. Lo que el profesor no se puede imaginar es que aquel experimento rebasará los muros de ese instituto alemán.
¿Ustedes se imaginan un film que retratara a Franco desde una optica humana sin despojarlo de su crueldad? ¿Ustedes se imaginan una película que nos propusiera penetrar en el franquismo desde su vertiente más seductora? No, ¿Verdad? Pues los alemanes si.
Pero es que además "La ola" está muy bien filmada. Arranca de forma preocupante, música estridente, muchos planos, mucho movimiento, pero raudo el film, se postra ante las evidencias de la historia. Con una tonalidad premeditadamente estándar, igualada, el film de Gansel nos invita a penetrar en el infierno mientras nos lo pinta como un mundo apacible y lo que es más, seguro, apetecible. La verdad es que a la película no le sobra un solo plano y puede que ni una sola escena. En suma, un largometraje esencial y además, ejemplar.

jueves, 13 de agosto de 2009

"G.I.Joe" de Stephen Sommers (2009)


¡Agárrense a los machos!
Yo soy de la opinión de que un verano, no es digno de llamarse así, sin la degustación anual del blockbuster de rigor mandado por correo Express desde Estados Unidos para su ingestión masiva y su olvido aún más generalizado. Este año lo tenía decidido desde el principio. No me iban a tomar el pelo dos veces con "Transformer 2" y Stephen Sommers, tengo que admitirlo, me calló simpático con "Deep Rising" y "La momia", aunque con "El regreso de la momia" mi simpatía por Sommers se vió gravemente dañada, me entretuvo bien hasta la persecución por autobús en Londres, pero a partir de ahí... "Van Helsing" no me gustó en absoluto, pero bueno..., todos cometemos errores. Yo, a Stephen Sommers lo veo un poco a Roland Emmerich, un director simplón hasta decir basta, pero divertido y hasta con cierto clasicismo en su puesta en escena, no suelen imitar a Michael Bay y uno, generalmente se entera de lo que ocurre en pantalla.
Trágicamente, "G.I.Joe" se parece más a "Van Helsing" que a La momia". La película, que tiene el interés justo, no propone nada absolutamente diferente de lo que uno espera una vez arranca el primer fotograma. Su diversión, se limita a los cometarios del típico alivio cómico que cae gordo a los dos segundos y sus escenas de acción son las habituales aunque eso si, con mucho, mucho, mucho ordenador. Debido a esto último, yo suelo decir que el cine de Sommers es, fundamentalmente un cine plastificado, hueco, no ya porque no tenga fondo, sino porque no tiene sustancia, no tiene gracia, no tiene sentido.
Como en "El regreso de la momia", el único momento digno de mención de "G.I.Joe" es una disparatada persecución por Paris que pone la ciudad patas arriba que concluye con la torre Eiffel tirada por los suelos. Por lo demás, un cocido referencial de producciones de acción de los 80 y 90 con "La guerra de las galaxias" a la cabeza (ese villano sospechosamente parecido a Darth Vader, ese ataque a la base de los malos calcada del ataque a la Estrella de la Muerte y esa sucesión de acciones paralelas que aquí aburren poderosamente) y muchos tiros, explosiones y saltos por los aires. Vamos, lo que se viene conociendo como un pastel.

martes, 11 de agosto de 2009

"Arrástrame al infierno" de Sam Raimi (2009)


Hace años que llevo diciendo por ahí que Sam Raimi es un director que una vez abandonada su particular saga de "Evil Dead", no tenía un lugar realmente cómodo en el que dejarse caer, porque a mi modo de ver, Raimi tenía un serio problema con un concepto tan sencillo como a veces complejo de aplicar como el "equilibrio". El regreso de Raimi a una película más pequeña que una superproducción tipo "Spider-Man" había disparado las expectativas acerca de qué haría Raimi tras un resacón como el del hombre araña, ¿habría perdido Raimi el pedigrí que le dio la fama y la gloría?
Bueno, de entrada, uno puede ni debe esperar que Sam Raimi vuelva a filmar, matiz arriba, matiz abajo, la misma película que a principios de los 80. Raimi ha evolucionado, y eso es bueno, es verdad que hace mucho tiempo que no vemos un "Evil Dead 4", pero tal vez sea algo que a Raimi ya no le interesa. Porque de entrada, lo que "Arrástrame al infierno" pone de manifiesto es que Sam Raimi todavía conserva algunos de esos conceptos que le dieron a conocer a todo el mundo, pero que a la vez, ha sabido combinar mejor sus ideas de forma que puedan llegar al gran público. O dicho de otro modo, "Arrástrame al infierno" es una película perfectamente comercial, a años luz de bazofias como "La semilla del mal", pero con determinados "tics" muy propios del grotesco universo Raimi que, afortunadamente se van acrecentando conforme avanza el metraje.
Viendo "Arrástrame al infierno" me di cuenta que cuando yo solía decir que Raimi tenía un problema con el concepto "equilibrio", en realidad me estaba equivocando. Sus películas son vocacionalmente desequilibradas, visual y narrativamente desmesuradas y dramáticamente simplonas. Esto no tiene que ser una pega necesariamente, sobre todo si como en "Arrástrame al infierno" todo está bien cocinado. Si las salidas de tono no se cargan el drama, o mejor, la atmósfera, y si la simplicidad dramática no nos saca del relato hasta el extremo de que nos importe un carajo los personajes, En este punto, bien es verdad, que el armamento de Raimi se descarga en lo primero.
"Arrástrame el infierno" nos cuenta la historia de una anodina empleada de banca (Raimi tiene la capacidad de extirpar cualquier ápice de carisma de los actores y dejarlos en meros maniquís a sus diabólicos servicios, ahí está su mayor y mejor creación, Bruce Campbell) que ansiosa por lograr un ascenso decide negarle un crédito a una extraña anciana. Error. La anciana en cuestión resulta ser una bruja, y de las malas. A partir de ese momento, la película (hasta este punto convencional y de escaso interés, más bien expectación a lo que está por venir) se convierte en una concanetación de golpes de efectos, muy bien filmados, eso si, con algún que otro toque raminiano como esa mosca que penetra en una fosa nasal para salir por la otra, pero que llegado cierto momento y un vez, percibido el esquema, se hacen peligrosamente reiterativos. Ahora bien...
Lo realmente bueno de "Arrástrame al infierno" comienza en su tercio final, cuando la chica protagonista cree tener ante si la fórmula para acabar con la maldición. La escena de invocación al espíritu del mal en cuestión (un lamia para la ocasión), no tiene desperdicio, hasta el punto de hacernos disfrutar de un cuerpo poseído flotante más que parecido a los posesos protagonistas de "Evil Dead", baile grotesco incluido sobre una hoguera. Aún así, Raimi, y su hermano Ivan, ambos autores del guión, nos proponen un difícil lema moral, la maldición de marras, se puede traspasar a otra persona, regalando el objeto maldito. Pero..., ¿quien se merece semejante martirio?. Así y todo les adelante que el final, sorprende y todo, con lo cual, poco más se puede pedir a un film vocacionalmente divertido.
Raimi además demuestra que sigue tomando muy bien el pulso a las escenas de terror (atención a las escena en el garaje), que sus excesos no implican desenmascarar al monstruo en cuestión (la escena de la "sombra" del lamia en casa de la protagonista es impecable) y que aún así, Raimi no ha perdido su mala uva, que aún tiene ganas de lanzar globos oculares disparados a la cara de sus personajes ("Terroríficamente muertos") y que todavía sabe filmar como lo hizo el primer día, con guasa, pero también con pulso.
En suma un Raimi perfecto. Menos disparatado, es verdad, más maduro, más asentado, también, pero bueno..., así es la vida, ¿no? ¿Mejorable? Si, siempre, pero muy digna. A mi parecer, mejor de lo esperado...

jueves, 6 de agosto de 2009

"Déjame entrar" de Tomas Alfredson (2008)


Rara, rarísima vez se suele uno topar con una película de la naturaleza, la templaza y el nivel de inquietud que "Déjame entrar" verdadera sorpresa de la temporada filmada por el sueco Tomas Alfredson, un nutrido realizador forjado en la televisión. ¡Quien lo diría! Si la caja tonta suele formar a cineastas con más nervio que pulso, con Alfredson el asunto le ha salido al revés y el director sueco ha demostrado con "Déjame entrar" que más vale calma que prisa. Quizá desde "Los extraños" (un film tal vez más convencional pero no menos perturbador) no se veía asomar por las pantallas de todo el mundo un largometraje tan sólido y perturbador como el filmado por Alfredson.
Lo cual, de entrada demuestra una cosa, aunque el tema de los vampiros sea uno de los más recurridos de la historia del cine, aún se pueden decir cosas nuevas, y se pueden decir, de forma también nueva. "Déjame entrar" nos cuenta la extraña historia entre un niño, Oscar, y una niña, una vampira de, se supone, doce años. La idea, no podía ser más truculenta pues la infancia, supone una interesante y acertada aproximación a la temática vampírica debido a que los vampiros (y esto es algo que no siempre se ha entendido bien), son una personificación de un montón de cosas, sobre todo relacionadas con la moral. Bien es ciero que la novela original en la que se basa la película, abordaba cuestiones más bien espinosas acerca de la pedofília que "Déjame entrar" omite veladamente como si no fuera con ella aunque se deje oler cierta... atmósfera. cierto... aire..., no se... cierta... perversión...
En suma..., es cierto eso que dicen por ahí, "Déjame entrar" es una gran película, es un film complejo, con inquietudes, con propuestas, con ideas, con..., cosas que decir...y eso..., aunque parezca mentira, es raro de encontrar. No se la pierdan...

martes, 4 de agosto de 2009

"Serpico" de Sidney Lumet (1973)


Film antológico de uno de los grandes de la denominada generación de la televisión, básicamente, ese grupo de directores que se hizo cargo de Hollywood entre la lenta retirada de la viaja guardia y la inminente llegada de la nueva generación de Spielberg, Lucas, Coppola, Scorsese y compañía. La generación de la televisión, como su nombre indica, está formada por un grupo de directores que se formaron en el medio televisivo que dieron el salto al cine y que dejaron impreso en una generosa galería de películas un sello muy particular que deambulaba entre el clasicismo clásico y las nuevas tendencias del cine europeo.
Cuando uno ve, por ejemplo, "Serpico" se da cuenta de que en el fondo, no hay, en esencia, tanta diferencia con el cine clásico, al fin y al cabo la película tiene planteamiento, nudo y desenlace, pero lo que tal vez sea más interesante, la cámara de Lumet sigue las andanzas de un policía de Nueva York con aspiraciones casi documentales (aquí reside la novedad de la generación tv) pero que en el fondo, como ocurría en los grandes clásicos, logra desaparecer de la narración casi como un personaje más. Quiero decir, llega un momento en "Serpico", sino ocurre desde el primer fotograma, en el que la cámara, el hecho cinematográfico parece desaparecer. Está ahí, pero Lumet lo diluye con una narración impecable, sin grandes muestras de formalismo de auteur y sin con mucha devoción por la historia y eso, es cine clásico.
Por tanto, lo que más destaca de un film como "Serpico" es, creo yo, la perfecta fusión entre nuevas tendencias (esa imagen premeditadamente sucia, aparentemente intuitiva y realista) junto con esa asunción de los parámetros maestros del cine clásico (una cámara/narrador que desaparece del relato, principio intrigante -con Serpico (Al Pacino) malherido-, interés creciente (una investigación por libre sobre la corrupción policía en Nueva York) y final sorprendente (el resultado final de la investigación) que va más allá de ese comienzo con Serpico con un tiro en la cara).
Lumet demostró aquí de lo que era capaz con un guión aparentemente sencillo y un elenco de actores de primera con un Pacino a la cabeza recien salido de "El padrino" y a un paso de meterse en "El padrino II". Lumet, que con el paso de los años ha demostrado ser uno de esos raros casos de cineasta incombustible que a sus 84 años sigue haciendo cine a unos niveles ciertamente envidiables y a una velocidad sólo igualada por Clint Eastwood y tal vez en su día, también por Robert Altman.
Película obligada para todo amante del cine y ejemplo impecable del cine que se hizo en los 70, mientras las viejas vacas sagradas daban sus últimos coletazos y los nuevos tiburones de la industria comenzaban a dar su primeros chapoteos cinematográficos. Un film bisagra.

lunes, 3 de agosto de 2009

"La madre del mal" de Dario Argento. 2007


Trágico regreso el de Dario Argento. Trágico porque "La madre del mal" (que ha ido directamente al DVD, al menos en lo que respecta a este humilde rincón del mundo) no sólo es mala, sino que además es aburrida y por si fuera poco, parece haber borrado del mapa todos los magníficos apuntes de los que Argento hizo gala en su buena época. "La madre del mal" es una de esas películas que cuando la estas viendo es inevitable preguntarse en qué diablos estaban pensando cuando alguien le dio luz verde a ese guión, como es posible que entre el propio Argento y sus ¡¡cuatro!! coguionistas, nadie se detuviera un momento y dijera algo así como un momento, un momento, un momento..., ¿soy el único que no le ve ni pies ni cabeza a lo que estamos haciendo?
"La madre del mal" supone el -lamentable- colofón de la personal trilogía de Dario Argento "Las tres madres", compuesta por "Suspira", "Infierno" y ésta última. Flaco favor el que hace el propio director italiano a su propio universo plagado de una malsana poesía de lo macabro. A cambio, aquí en "La madre del mal", Argento cambia suspense por sangre, por escenas mal planteadas, peor desarrolladas y espantosamente mal resueltas. No hay un ápice de suspense, ya no hay rastro de esa inquietante cámara de Argento que sugería además de empapar en sangre sus películas, de esas imágenes extrañamente inquietantes fijas en un objeto, un muñeco, o un cadáver...
A cambio, insisto, Dario Argento nos obsequia con una rocambolesca historia de brujería que se remonta a no se que siglo en donde una temida bruja todavía anda viva por Roma matando gente. El inicio del film, con el asesinato de una joven en un museo romano ya hace temer lo peor, sin gracia, sin encanto, sin pulso, sin mano, sin montaje... inexplicable, porque Argento ha demostrado que cuando quiere es un maestro de la planificación y del montaje. Hay en "La madre del mal", antes de ese vergonzoso final uno o dos planos, una o dos ideas, pero nada más. Una pena...