viernes, 26 de diciembre de 2008

Tod Browning


Ando yo estos días absorbido por la apasionante lectura de "Monster Show. Una historia cultural del horror", de David J. Skal. El volumen, aunque pueda sugerir una sesuda reflexión sobre las múltiples conexiones que configuran las relaciones entre las culturas modernas y el cine de terror, es más bien un recorrido por la siempre turbulenta relación entre el cine de horror y el público y, esto es importante, los censores de la época. El libro, que como digo lo estoy devorando con placer, dedica una generosa parte a un realizador creo yo, nunca los suficientemente recordado, Tod Browning y no es de extrañar, dado que fue precisamente David J. Skal el único autor que hasta la fecha, le ha dedicado un monográfico a tan complejo y excelso cineasta.
Esto me ha recordado cómo conocí yo a Tod Browning o dicho de otro modo, cómo me percaté de que Tod Browning era algo más que el director de "Drácula " (1931) y que yo me estaba perdiendo algo muy importante. No recuerdo los detalles pero si el hecho. Estaba yo en un bar, estaba sólo, de modo que estaría leyendo el periódico y tomando un café, o una caña. De pronto me percato de que en la televisión, están pasando un programa de cine, no se puede escuchar lo que dicen pero aún así, le presto atención. De pronto sale un típico tiroteo en un típico salón del oeste de una película muda y súbitamente me doy cuenta de lo asombrosamente bien planificada que está la escena y lo moderno que resulta su montaje. Entonces, aparece en pantalla el título de la película, que no lo recuerdo y su director, Tod Browning. ¡Carajo! me dije yo en mi soledad, ¡este tipo es un monstruo!.
El nombre de Tod Browning está fundamentalmente asociado a dos películas, "Drácula" y "La parada de los monstruos", dos films tan dispares entre si que cuesta trabajo creer que detrás de la cámara estuviera la misma persona. En realidad, esta sospecha está ampliamente justificada, a Browning le arrebataron "Drácula" tanto en el rodaje, donde el -excelente- director de fotografía Karl Freud, cuentan, hizo algo más que iluminar las escenas y en la sala de montaje, donde el productor Carl Leammle por un lado y los censores por otro, se encargaron de mutilar la película. Es por está razón que "Drácula" nunca haya sido un film muy recomendable para admirar los intereses de Tod Browning. El film es importante porque es una obra mítica que destapó una de las etapas más importantes del cine de terror, pero es de dominio público, no supone un particular acierto cinematográfico. La película fue la primera y además tuvo éxito si, pero no es la mejor película de monstruos de la Universal.
Lo verdaderamente interesante de Tod Browning se encuentra en otras películas, en esos mismos largometrajes que el director norteamericano rodó configurando su particular Edad Dorada del cine de terror. Mientras Universal se ponía las botas con películas sobre Drácula, Frankenstein y el hombre lobo, Browning creaba su propio universo, antes, durante y después de la aparición de "Drácula". Tal vez, su película anterior a 1931 más popular sea "London After Midnight" (1927) por dos razones, una paradójica, el film parece estar irremediablemente perdido y la otra, porque según los cronistas de la época esta película supuso la cumbre del formidable matrimonio que durante años formaron Tod Browning y el maestro del disfraz Lon Chaney.
Tras "Drácula", Browning fue tentado por la Universal para nuevas producciones pero el director ya tenía muy claro lo que quería hacer y con quien. Se fue a la Metro Goldwyn Mayer, que ansiosa por hacerle sombra a los cada vez mayores éxitos de la Universal en al apartado de cine de terror, dio luz verde a un particular proyecto personal de Tod Browning, "Freaks", titulada aquí "La parada de los monstruos". El guión fue apoyado contra viento y marea por el niño prodigio de la Metro Irving Thalberg pese la férrea oposición de Louis B. Mayer. "La parada de los monstruos" se estrenó en 1932, nadie fue a verla. El público estaba muy ocupado llenando las salas en las que ese mismo año se estrenaba "La momia", no por casualidad, de Karl Freud con Boris Karloff. El film de Browning fue atacado y abucheado. Y en cierto modo, no era de extrañar. Mientras el público de todo el mundo se dejaba seducir por los monstruos clásicos, Browning propuso una truculenta historia de amor entre un enano de circo una bella trapecista en donde los monstruos eran personas reales, con malformaciones reales, y donde eran despreciadas por sentimientos reales. Todo demasiado duro y demasiado complejo para la todavía ingenua población de los traumatizados años 30 post-depresión. El público prefería contemplar metáforas del horror en cuerpos mitificados, pero alejados en su concepción de la sana sociedad estadounidense. Browning proponía una mirada hacia nuestro interior para provocar un pavor que aún hoy, continúa encogiendo corazones.
Después de "Freaks", Browning no levantó cabeza. Estuvo condenado a filmar producciones de segunda que pese a todo el director, se encargaba de transfigurar en obras densas y personales. "La marca del vampiro" (1935) y "Muñecos infernales" (1936) guardan celosamente el secreto de como un director de éxito, fue engullido por la maquinaria de Hollywood importante ante un público que se sentía prendado por un terror domesticado y estandarizado y que prefirió obviar las grotescas pesadillas de Browning.
Tras trece años sin hacer una película, Tod Browning murió sólo en su casa de Malibú. Apareció muerto en el baño. Vivía desde hacia años sólo tras la muerte de su esposa, y su frágil salud mental una apoplejía y un cáncer de laringe lo condenaron a las más triste existencia en sus últimos días. Hoy, Tod Browning sigue sin ser considerado como debía. Expertos en actualizar a los clásicos del horror como Tim Burton, beben continuamente de este complejo cineasta. Y quizá, la mejor forma de iniciarse en el universo de este director o si se prefiere, de volver a cogerle el pulso a Browning sea a través de "La parada de los monstruos". Ahí está todo Browning, sus obsesiones, sus tendencias, sus miedos, sus risas pero también su sensibilidad y su poesía. Mucho donde elegir y sobre lo que reflexionar.

4 comentarios:

Nurit dijo...

Te he mandado un email, pero por si no lo ves te aviso también por aquí. Ya tengo tus cosas preparadas, cuando quieras te las puedo dar ;)

Un saludo!

Fernando Manero dijo...

IMRESIONANTE reportaje. Una auténtica lección de periodismo cultural y de erudición rigurosa, sólida y muy bien transmitida. Tras leer esta entrada, me apresuro a poner al dia mi biblioteca en esos temas, ya que sólo el placer de seguir tus comentarios invita a la lectura y a la reflexión. Un cordial saludo

Sandra dijo...

Hola. Gracias por pasarte por mi blog. El tuyo es genial.
Un gran saludo

Ramón Monedero dijo...

Fernando muchas gracias por tus palabras de todos modos hay un libro sobre cine de terror, a mi parecer, todavía más fundamental; el cine de terror. una introducción de Carlos Losilla y Sandra, bienvenida.