
Hace ya unos años que algunas voces han comenzado a preguntarse si en realidad Clint Eastwood es el maestro incontestable que según parece es. Desde que en 1992 dirigiera "Sin perdón", Eastwood parece haberse convertido en el divino salvador del séptimo arte. No hace mucho, Tomás Fernández Valentí en un jugoso estudio sobre Eastwood en "Dirigido por..." apuntaba que algunos sectores de la crítica, últimamente andaba rozando la hipocresía cuando ahora, todo el mundo laureaba a Eastwood mientras años atrás se habían despreciado injustamente películas tan notables como "Escalofrío en la noche", "Bird" o "Cazador blanco, corazón negro" por el simple hecho de ser películas dirigidas por el protagonista de "Harry el sucio", película hoy revalorizada pero que en su día fue vista como una producción fascistoide muy poco estimable.
Ahora, las cosas han cambiado y Clint Eastwood es, como he dicho antes, algo así como la Santísima Trinidad del cine americano, el último clásico, el maestro de los maestros. Dentro de esta actual tendencia, algunas voces ha comenzado a hacerse ciertas preguntas muy interesantes sobre si en realidad, Eastwood es tan, tan rematadamente bueno como parece. Un director que no parece fallar nunca y que hasta una película tan mediocre como "Space Cowboys" es rescatada con cierto disimulo subrayando sus escasos aciertos y obviando sus numerosos errores.
Yo, tengo que admitir, que más o menos desde "Mystic River", Eastwood es un tipo que, tengo que admitirlo, me gusta, pero que me da cierta pereza. Pereza porque conozco ya demasiado bien su perímetro de actuación, sus herramientas y sus resultados, por más que rara vez falle. Es curioso, se que voy a ver, como mínimo, una buena película, sin embargo, no me entusiasma demasiada la idea de ir a verla. Ahora bien, lo cierto y verdad es que cuando las veo...
Algo así me ha pasado con "Gran Torino" (no he visto aún "El intercambio"). Conocía más o menos cuales eran sus directrices de partida, pero no percibía yo ninguna novedad sobre el horizonte. Pues bien, así y todo, tengo que admitir que "Gran Torino" es un película de una rotunda solidez muy extraña de ver en estos días. "Gran Torino" es, como casi todo el cine de Eastwood, un film de acero inoxidable. Robusto, redondo, sin una sola pega, más allá de lo que he mencionado antes, reconocer todas y cada una de las herramientas, los clichés y los ticks de Eastwood. En "Gran Torino", Clint Eastwood es, como no podía ser menos (aquí uno de sus ticks), un otoñal ex soldado que luchó en la guerra de Corea. Casi llega a rugir cuando contempla a sus incómodos vecinos orientales, en cambio, de forma muy sutil y cercana, Eastwood entabla amistad con un joven coreano.
Dicen que Eastwood aseguró que "Gran Torino" iba a ser su última película delante de una cámara. Una verdadera pena, porque la presencia de Eastwood en la pantalla llena cada plano, por reconocible, limitada y hasta previsible que sea su actuación. El rostro marcado, arrugado y cincelado por una existencia ruda y cruel no evita supurar una insólita sensibilidad que viniendo de un rostro como el de Eastwood, resulta más enternecedora que nunca, o no, mejor, más humana. Más real, tal vez. Esto no implica, ni de lejos, que "Gran Torino" sea una película sensiblera, en absoluto, al contrario, es un film sensible, que es muy distinto y mucho más difícil.
Hasta en esa afirmación de Clint Eastwood de que "Gran Torino" iba a ser su último film como actor, tiene su reflejo dramático en el film. No voy a contar más pero es cierto que "Gran Torino", vale la pena verla. Es una lección de cine, pero de cine como el de antes, donde casi no se percibe la presencia de una cámara, donde no parece existir un "creador", un "constructor" que al fin y al cabo esta confeccionando un drama, que por natural y bien hecho que esté, no deja de ser una creación, una manipulación. Pues bien, Eastwood consigue que eso se evaporice, es decir, Eastwood, hay que admitirlo, consigue algo muy difícil. Magia.
. Trato de ser todo lo crítico que puedo con Clint Eastwood, pero de verdad, que me resulta muy difícil.