lunes, 7 de septiembre de 2009

"Mamma Mia!" de Pyllida Lloyd (2008)


Qué le voy a hacer, me encantan los musicales. Me gusta cuando un personaje, sin venir aparentemente a cuento se pone a cantar y a bailar y súbitamente, un coro anónimo se une al baile al unísono. No se, me parece un acto de confraternidad y optimismo generalizado muy raro de vez en la vida real. Tal vez por eso, un musical sea un género eminentemente fantástico, irreal. De hecho, habida cuenta de las complejidades añadidas que implica filmar un musical resulta casi un milagro que hoy día se sigan rodando musicales. Una película musical conlleva un esfuerzo extra y un importante gasto adicional que no siempre se ve recompensado. Quizá por esto, he procurado no perderme un sólo musical en los últimos años, y probablemente por mi admiración por el género, casi todos me han gustado mucho, dejando a un lado sus carencias y obviando el único título musical que consiguió que me rasgara las vestiduras y que de hecho me negué a terminar de ver, "Moulin Rouge" (si, ya se que está película tiene una legión de fans pero es que yo no la soporto).
Recuerdo que en su día, cuando se estrenó "Mamma Mia!", leí una crítica en un periódico nacional que decía algo así como que resultaba bastante complicado sacarle una sola pega a la película aún admitiendo que era un film cinematográficamente muy deficiente, porque la película conseguía de cabo a rabo que el espectador, y hasta algunos críticos, pasaran un rato de lo más entretenido. Y algo de verdad hay en esto. "Mamma Mia!" como película, como narración cinematográfica es una propuesta bastante endeble, sus personajes no es que sean endebles, es que son raquíticos. Sus motivaciones resultaba bastante irrisorias y en conjunto, dramáticamente, la película de Lloyd no tiene nada digno de mención que aportar. Ahora bien...
Es también cierto que "Mamma Mia!" supone uno de esos dignos de ejemplos que de vez en cuando nos ofrece Hollywood en favor del puro entretenimiento sin más ambiciones que esas, algo por otro lado, nada malo. No hay una intención digamos, intelectual, pero tampoco la necesitaba para lo que buscaba una película como "Mamma Mia!". Pyllida Lloyd consigue los mínimos, pasar un buen rato, esbozar una perpetua mueca de sonrisa en el espectador y que termine por creerse que esa idílica vida en una remota isla de Grecia puede ocurrir de verdad. Al fin y al cabo, como decíamos al principio, el musical es un género eminentemente irreal, por esto los decorados, sean reales o no, tienen un tono de falsos, de artificiales. Y eso es bueno, a la vista del conjunto de la película.
Además, en esencia, "Mamma Mia!" respeta determinados postulados clásicos del cine musical, optimismo contagioso, cierto aire folletinesco e inesperadas actuaciones de un público aparentemente ajeno a los números musicales que de pronto se suma a una canción. Es cierto que ya no hay grúas que trasmitan grandes cosas, en su lugar hay mucho montaje. Las cosas cambian y no siempre para bien. También cambia su contenido, o su mensaje. Si en el cine clásico el musical era un canto a la vida provocado generalmente por un amor verdadero o por un éxito profesional -o por ambas cosas-, "Mamma Mia!" es un canto a la lozanía, a la lujuriosa juventud, a la expectativas vitales de la juventud que con todo parece poder y cuyas estupidez propias de la edad del pavo, se tornan sólidos justificantes existenciales. Aquí habrá opiniones para todos los gustos. De hecho, "Mamma Mia!" tiene algo de ese "Mucho ruido y pocas nueces" de Kenneth Branagh, con esa villa de tintes europeos que parece erigirse como una burbuja existencial donde los deberes y obligaciones desaparecen y donde todo el mundo se entrega a la vida, el amor y la diversión. No es lo mismo Shakespeare que Abba estamos de acuerdo, pero hay poso común, eso está claro.
En cualquier caso "Mamma Mia!" se deja ver con agrado y además la película ofrece algunas agradecidas sorpresas. Julie Walters y Christine Baranski está verdaderamente espectaculares en su rol de hilarante amigas de Donna, una Meryl Streep por otro lado, que sigue destilando una madura lozanía ciertamente agradable de contemplar. Hay muchas canciones, algunos dirán que demasiadas, bueno, es un musical de lo que estamos hablando (de hecho es la adaptación de un musical propiamente dicho, que no es exactamente lo mismo que una película musical al estilo de "Cantando bajo la lluvia") y se nota eso si, que todos se lo pasaron de fábula rodando la película. Al menos consiguen, que el público también disfrute, que no es poco.

2 comentarios:

Major Reisman dijo...

Buenas

Coincido bastante con tu comentario (salvo en lo de "Moulin Rouge" a mí me gustó aunque no sea para echar cohetes). Es una película totalmente banal y simpática que funciona gracias a que las canciones de Abba son superpegadizas.

Solo una cosa. Cuando me puse a pensar en la historia me pareció bastante triste. Una chica joven que tiene una semana loca a resultas de la cual se queda embarazada y después de 20 años de madre soltera y sola en la vida se vuelve a encontrar con sus ex-.

Es broma

Un saludo

Ramón Monedero dijo...

Lo que pasa es que para el film esa es la mejor forma de adquirir un compromiso, cuando ya lo han vivido todo, es la última canción, creo. A quien se lo dicen....