viernes, 18 de julio de 2008

Oh, Jerusalén


Digamoslo desde un principio. "Oh, Jerusalén" tiene algunas virtudes y buen puñado de defectos. De entrada, la película de Elie Chouraqui rezuma una incómoda sensación de telefilm que contrasta bastante, con esa -falsa- impresión que la película quiere dar de obra épica y definitiva. "Oh, Jerusalén" está rodada con cierta tosquedad e incluso montada, con no demasiada habilidad. Sus efectos especiales son alarmantemente precarios (y únicamente me estoy refiriendo a fondos, explosiones y edificios destruidos), sus actores en general, carecen de carisma y el relato, difuso y sobre todo tergiversado.

En realidad, que "Oh, Jerusalén" sea mejor o peor película no es la noticia en si. Al fin y al cabo películas malas se hacen todos los días. La noticia creo yo, recae sobre la supuesta neutralidad con la que el film iba a exponer el conflicto árabe-israelí. Es verdad que en el libro de Larry Collins y Dominique Lapierre también ha sido vendido como un estudio objetivo del conflicto y con ciento y pico páginas leído, creo poder afirmar con escaso margen de error, que esto no es así. Lo que si me llama más la atención es el empeño que durante la promoción del film, ha puesto Dominique Lapierre a lo largo y ancho de todo el mundo proclamando la neutralidad más absoluta en el conflicto árabe-israelí. Al parecer, Lapierre -que no me extrañaría que se hubiera extralimitado en sus funciones de autor de la obra original- rechazó a Costas-Gavras ("Amén") y a William Friedkin ("El exorcista") pero que según dijo, sus ideas "o eran demasiado judías, o demasiado árabes". Me hubiera gustado ver a mi que entiende Lapierre por demasiado. Me explico.

De entrada y fundamentalmente, "Oh, Jerusalén" presenta a los judíos, esencialmente, como hombres de paz forzados a luchar para salvar a los suyos. Su obsesión -que lo es tal- por la posesión de Jerusalén se trata de puntillas, todo lo contrario que en el caso árabe, donde primera una idea, el fanatismo. Los musulmanes en "Oh, Jerusalén" son hombres llevados por la venganza, el odio y la ceguera religiosa. Sólo existe un personaje algo más moderado moderado, el rey de Jordania, pero aún así, sus "moderaciones" están sujetas a la entrega de la ciudad de Jerusalén. Si, entre los judíos hay extremistas, pero los propios herbreos -moderados- los condenan y los aborrecen -una reacción que no existe en el bando musulmán-.

Además, "Oh, Jerusalén" no hace mención alguna a la pesadilla fronteriza que supuso en su día el estado de Israel diseñado por la ONU. Un intrincado de delimitaciones con escaso sentido que nadie en Israel consideraba definitivo. Todos sabían que una vez asentados, el primer paso era expandir las fronteras. Tampoco se hace referencia a los enfrentamientos que durante el protectorado británico, en Palestina, protagonizaron árabes e israelíes (hubo y de hecho, hay convivencia árabe-israelí, pero ya antes de la fundación del Estado fue mucha, la sangre derramada). La película zanja la cuestión sobre los derechos de la tierra de Palestina en el hecho de que los musulmanes han vivido en ella 2.000 años mientras los judíos, han vivido siempre, y llevan 2.000 años esperando volver a su tierra.

En fin..., cuestiones de fondo tal vez, pero que en su conjunto traicionan los objetivos originales del film. "Oh, Jerusalén" es, como película, un largometraje mediocre, y como relato a cerca de la tragedia árabe israelí, una visión sesgada y probablemente interesada. Aunque el film de Chouraqui tenga sus apuntes de interés (el simple hecho de que se haya hecho una película sobre esta cuestión es ya un punto a su favor, en todo caso yo recomiendo con mucho más énfasis "Éxodo" de Otto Preminguer) el conjunto no llega a convencer.

Y todo, dejando claro que no yo no soy ningún defensor de causas perdidas y que no considero que los judíos sean una marioneta de Estados Unidos que mueve los hilos en Oriente Medio. Es más, pienso que el Estado de Israel tiene derecho a existir y admiro la determinación y la pasión que los hebreos han puesto en recuperar su tierra, pero esto también implica a los árabes. Una población que se ha visto perjudicada, fundamentalmente por la falta de unidad entre los propios musulmanes. Sin lugar a dudas, los peor parados en esta tragedia que ya ha sobrepasado el medio siglo de historia. Porque lo cierto es que ellos, los árabes, han terminado cargando con el sentimiento de culpa que invadió a Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

Un conflicto injusto, sin duda. Como todos los conflictos...

4 comentarios:

Ramón Monedero dijo...

Por lo visto nadie tiene nada que decir sobre "Oh, Jerusalén". Interesante..., muy intersante...

Ramón Monedero dijo...

Si, por lo visto a nadie le importa un pijo esta película...

Ramón Monedero dijo...

Y ¿a qué crees tu que se debe este desinterés?

Ramón Monedero dijo...

Oye..., te has dado cuenta de que estas hablando solo...?