lunes, 10 de noviembre de 2008

Video-clubs


El otro día fui a uno de esos fríos y estúpidos dispensadores de películas que hay en la calle. ¿Ya saben? ¿Una de esas maquinas que te obligan a pagar por adelantado por un producto que no han consumido aún? Vamos, lo que se conoce como un video-bank, un vídeo-club con aspecto de cajero automático y que por lo general, provoca casi tantos disgustos como cuando vamos al cajero de nuestro banco. Saqué, ansioso por verla, "La niebla", de Frank Darabont, de la que me consta por los entusiastas comentarios de mi buen amigo Antonio Rentero que la película está muy bien. Yo, desgraciadamente no puedo corroborar dicha opinión, y no porque la película no me gustara, sino porque sólo pude ver hasta más o menos la mitad. ¿La razón? Ese formidable invento que es el DVD y que se vendió como el disco que nunca se rallaba, probablemente estaba rallado y tras una vistosa escena de mosquitos y gigantes y pájaros con cuatro alas, el asunto se fue a hacer gárgaras. La imagen se detuvo, y ya podías aporrear el mando del DVD que ibas listo...

Tengo que ir a reclamar, es cierto, pero aún así no se como saldré del asunto porque a donde tengo que ir a reclamar es a una..., gasolinera. Como lo oyen, el dichoso vídeo-bank está en una gasolinera. Todavía recuerdo cuando uno iba a una gasolinera, sólo a echar gasolina y con suerte, un bote de coca-cola. Pero ahora no. De hecho, en esta gasolinera en concreto, que se encuentra a la salida de Molina para Altorreal, yo voy a comprar el pan, el periódico, cerveza (incluida una de importación alemana la mar de buena), algunas latas de aperitivos, hielo, pizzas, huevos, útiles de limpieza, carne, fiambre, agua y si quiero incluso, ahora que se acercan los Reyes, puedo comparar el coche de los nazis que aparece en la persecución final de "En busca del arca perdida" (con su marca registrada y todo, no crean). Por si fuera poco, la gasolinera, que de gasolinera cada día tiene menos, ofrece también lavado de coches (a mano y a máquina, siempre al gusto del bolsillo del consumidor), macetas y un bar que está siempre hasta arriba. Vamos, lo que comúnmente se conoce por una gasolinera al uso.

Si no quiero sacar un DVD en ese estúpido expendedor, puedo desplazarme unos cuantos metros (un par de kilómetros diría yo) y deleitarme entre la excelsa oferta que nos propone la cadena de videoclubs Blockbuster, otro centro que cada día tiene menos de vídeo-club y donde uno puede desde conectarse a Internet hasta comprarse una pizza, pasando por pipas y toda la mierda embolsada que quieran, gafas de sol (¿?), coca-cola, pizzas, alquilar vídeojuegos y claro, comprar alguna película, pero nada serio no crean.

En estas, mi mañana de Lunes en la que me ha dado por reflexionar por qué cojones no devolví la película al minuto y me dieron otra copia o como mínimo, me permitieron sacar otra peli como cuando era niño, no he podido acordarme de eso, de mis años mozos con mi querido vídeo-club de barrio. Recuerdo que se llamaba Leyser, y estaba muy cerca del cine Gran Vía (donde por cierto hoy hay un macro-gimnasio impersonalizado donde los haya donde o te curras tu un modelo de ejercicios, o vas listo si pretendes que un instructor con pinta de adolescente te preste algo de atención, aunque bien pensado, mejor me quedo con mi artesanal tabla y me arriesgo a una lesión) y que siempre era recibido con una sonrisa en la boca por la misma chica de siempre. Esa chica que sabía que te gustaba y que preferías obviar.

Recuerdo que en ese vídeo-club vi "Indiana Jones y el templo maldito", una película que para bien o para mal, cambiaría mi vida. "Golpe en la pequeña china" un buen montón de títulos de 007, un pastel intragable que atendía al nombre de "RoboWar" (entenderlo, tendría 12 años...). Pero si hay una película, de riguroso vídeo VHS, claro está, a la que le tengo especial cariño esa es "Esta casa es una ruina"... Les cuento, andaba yo con mi monopatín (nunca fui un experto ni saltaba bancos por la calle, pero me defendía bastante bien) correteando por los alrededores del actual Pabellón Príncipe de Asturias con tan mala fortuna, que una piedrecilla se interpuso entre mis ruedas y el horizonte, saliendo convenientemente disparado por los aires para aterrizar en un suelo, primero con mi hombro, y después con mi boca. Todavía recuerdo escuchar trozos de dientes rebotando por mi alrededor.

Afortunadamente la cosa no fue tan grave. Un diente roto, poca cosa, tan poco, que el dentista me dijo que si fuera él, lo dejaría tal cual, y así hice. Y la verdad es que no es una cosa cantosa, y si te fijas, pues si bueno, ahí está, y no pasa nada. El caso es que aquella tarde mi madre me hizo las curas habituales en un crío de 12 años que se pasaba el día el la calle. Como premio de consolación ante tan traumática tarde, mi madre me dio 300 pesetas para alquilar una película. Así que al vídeo-club Leyser que me fui yo con medio brazo vendado, la espalda y la cara llena de arañazos y moratones. Cuando me vio la chica, lo lógico, ¿qué te ha pasado?, primer relato de una larga lista de relatos trágicos en mi vida (nunca pensé que contaría esto en Internet), y ella me respondió imagino que hoy tendrás ganas de reírte, ¿no?. Yo moví la cabeza como diciendo ¡Imagínate!, y aquella chica me dio "Esta casa es una ruina".

Aquella noche, como respuesta a mi trágica tarde, mis padres accedieron a ver la película conmigo (eso de ver una peli en familia en mi casa era algo muy poco habitual) y resultó que gustó a todo el mundo, incluido mi padre (alguna vez les hablaré de el). Ahora, he visto alguna vez esa película de Richard Benajamin, protagonizada por un Tom Hanks cuando todavía hacía gracia y producida por un Spielberg en plena edad dorada, y la verdad es que la encuentro bastante mala. Pero no puedo evitar reírme, quizá con cierta nostalgia, la misma que estos días me ha venido a la cabeza. ¿Imaginan que fuera a un estúpido dispensador un niño de 12 años con el diente roto a sacar una película?

Se impone la fuerza de la frialdad, de lo global, de lo absoluto. En todos sitios debe de haber de todo y si nos fijamos en realidad, resulta que no hay nada....

3 comentarios:

Athena dijo...

Lo mejor de los viejos videoclubs es lo que le pasó a mahn: se le perdió una película y la encontró no sé cuántos meses después... y no le cobraron multa. Eso es trato humano.

Antonio Rentero dijo...

Un relato fascinante de esos tiempos que... mierda, que viejos somos, ya contamos batallitas!!!

Dale en cuanto puedas una segunda oportunidad a "La niebla" de Darabont, que te has quedado justo cuando empieza lo bueno... y por cierto, los bichos son el McGuffin, no te creas que vas a ver una de monstruitos... que estos estaban ya dentro del supermercado, como habrás empezado a intuir.

Sobre historias de videoclubes... jo, uno que iba yo con 12/14 años en la C/ Lepanto tenía una dependienta que era una absoluta moneria, con una sonrisa y unos ojazos de los que te alegran el día y un aire así a lo Michelle Jenner... han pasado unos 25 años y aún me acuerdo... con eso está tó dicho.

En la calle de enfrente, la que va de Alfonso X al Jardín de los Perros, subiendo unos escalones había un video-club que tenía unas pequeñas salas con un par de sillones y unas teles, alquilabas la peli y la veías ahí mismo!!!

En la Gran Vía, frente al Mercadona, había una tienda de electrodomésticos que tenía en el sótano el videoclub.

Frente al Teatro Circo el video-club que había te obligaba a comprar una (o 2... nosotros comporamos 3) pelis y la "cambiabas" por las que tenían allí. Es decir, que si solo habias comprado una peli solo podías llevarte una peli alquilada.

Las fundas tenían unas carátulas chulísimas con unos dibujos que mezclaban diversos personajes de pelis de la época, desde Clint Eastwood a la nave de "Encuentros en la 3ª fase", pasando por Mazinguer Z y de todo... un día la escaneo y la pongo en el blog (pq SÍ, aún conservo esas cintas!!!!).

De ese videoclub salieron "Tron", "Alien", "En busca del arca perdida"... uf, qué batallitas...

Ramón Monedero dijo...

Batallitas..., ni las de "El señor de los anillos"...
Athena; a mi se me quedo atrapada en el vídeo "800 balas". Fui a devolverla al video-club al mes y pico después, la chica del video-club me dijo que con ese retraso me olvidara de sacar más pelis sin pagar la multa porque el ordenador no me dejaría. Yo le pregunte se ocrría el riesgo de que una pareja de guardia civiles llegara un día a mi casa y me llevara al cuartelillo y me dijo que no. En ese caso... mi multa sigue allí y el video-club, aún está abierto...
Antoñin. Lo cierto es que eso que dices de los bichos de "La niebla" no, no lo había empezado aintuir, GRACIAS, de todos modos te lo agradezco, porque si, me estaba dando al impresión de que era una peli de bichos, si, y con lo que me acabas de decir...me has dejado con la miel en los labios...