Como ocurría con "Zohan", yo creo que con alguna que otra variación, "La sombra del reino" es una de esas películas vendidas como un film de acción, con las que yo suelo mantener una distancia prudencial. Sin embargo, había dos cuestiones que como mínimo me atraían. La primera, su director, Peter Berg, la personificación de la hilaridad cuyas mejores muestras se materializaron en ese disparate de humor negro, negrísimo que es "Very Bad Things" y a la vez, un tipo sin ningún prejuicio dispuesto a vender su alma al diablo por hora y media de banal diversión en cosas como "El tesoro del Amazonas". Y la segunda cuestión, sin duda, más interesante, la propia propuesta de "La sombra del reino", la idea de situar a cuatro agentes el FBI investigando un atentado en Arabia Saudí constantemente controlados y limitados y sujetos a infinidad de obstáculos debido a una cuestión cultural, pero también política, de fondo.
"La sombra del reino" arranca en sus -fantásticos- títulos de créditos haciendo un frenético repaso a la historia reciente de Arabia Saudí, desde las primeras extracciones de petróleo en tierra saudí hasta los atentados del 11-S, dejando caer una idea muy clara, Arabia Saudí es el primer exportador de petróleo y Estados Unidos, el primer consumidor. Acto seguido, Berg nos introduce en uno de esas isletas occidentales que por lo visto salpican el reino saudí, fuertemente vigilados, que suponen un oasis occidental en mitad de un país cargado de prejuicios y pesadas creencias ideológicas. En uno de esos residenciales repletos de occidentales, unos hombres armados acribillan a todo el que se pone por delante y hacen estallar dos bombas. Una, que atrae a los servicios de urgencias, y otra, que arrasa con todos. En total, más de cine muertos.
Dadas las circunstancias y conociendo como se las gastan los americanos, sobre todo en el cine, un equipo de cuatro personas del FBI viajan a Riad casi en secreto y sin la aprobación de la secretaría de Estado norteamericana (cosa poco probable, pero bueno..., hagamos ver que no hemos reparado en ello) para investigar el atentado en tan sólo cinco días.
Durante ese tiempo vemos como el embajador norteamericano invita constantemente a los miembros del FBI a que abandonen un país donde la presencia de policías o militares americanos es casi, casi, una hostilidad. Fuertemente escoltados por la Guardia Nacional saudí, la libertad de movimientos del FBI en Arabia es extremadamente limitada, hasta que poco a poco, van tomando confianza con un miembro del ejército saudí y pueden ir y venir, no sin serios obstáculos.
Llama la atención que aunque el film se vendiera en su día como una película de acción, en realidad, escenas estrictamente de acción, la película de Berg sólo contiene una. Una bastante larga que empieza en una autopista y termina en un cochambroso edificio en un complicado barrio de Riad, pero una escena al fin y al cabo. Esto no quita, no obstante, que el largometraje venga filmado por Berg a un ritmo adrenalítico, en constante tensión, sin dar un respiro visual al espectador. Demasiado diría yo y además, sin demasiado juicio. Quiero decir, Berg parece que quisiera emular al mejor John McTiernan, con imágenes inestables, un montaje frenético, mucho movimiento de cámara y un uso y abuso de los primeros planos, pero lo cierto es que películas como esta, nos demuestran al menos que para hacer lo que hace McTiernan hay que saber hacerlo. Berg no tiene la mesura de McTiernan, ni el cuidado de McTiernan, ni el sentido de ritmo, equilibrio y montaje que en el fondo domina toda película del director de "Jungla de cristal", y esto hace que "La sombra del reino" comience siendo un film adrenalítico para terminar convirtiéndose en una película saturada. Lo que ocurre es que un poco como sucedía con Danny Boyle y su multipremiada "Slumdog Millonaire", la atiborrada planificación de Berg no desentona en el conjunto de la película, en donde ningún movimiento es gratuito ni fácil y donde cualquier cosa puede ser una potencial bomba. Es decir, esa sensación de constante hostilidad y perpetua tensión constante, termina reflejándola muy Berg con su catarata frenética de planos, montaje y cierto nivel de confusión visual.
Y además, al contrario que otras aproximaciones a la guerra contra el terrorismo islamista (véase la disparatada, por insensata, "Estado de sitio" de Edward Zwick), Berg y su guionista Matthew Michael Carnagan, tratan de no cruzar la línea del prejuicio trazando un relato que aunque se escora, inevitablemente hacia la superioridad occidental, clava al final una ácida e incómoda punzada sobre el espectador, metiendo el dedo en la llaga y poniendo de doloroso manifiesto como el odio, engendra odio en una espiral en la que para salir airoso, es imperativo plantarse en seco, no mirar atrás y sentarse a hablar, algo muy difícil cuando términos tan complejos como odio, ideología, dios, constitución, libertad, Alá y Occidente se entremezclan en una madeja de difícil resolución.
"La sombra del reino" arranca en sus -fantásticos- títulos de créditos haciendo un frenético repaso a la historia reciente de Arabia Saudí, desde las primeras extracciones de petróleo en tierra saudí hasta los atentados del 11-S, dejando caer una idea muy clara, Arabia Saudí es el primer exportador de petróleo y Estados Unidos, el primer consumidor. Acto seguido, Berg nos introduce en uno de esas isletas occidentales que por lo visto salpican el reino saudí, fuertemente vigilados, que suponen un oasis occidental en mitad de un país cargado de prejuicios y pesadas creencias ideológicas. En uno de esos residenciales repletos de occidentales, unos hombres armados acribillan a todo el que se pone por delante y hacen estallar dos bombas. Una, que atrae a los servicios de urgencias, y otra, que arrasa con todos. En total, más de cine muertos.
Dadas las circunstancias y conociendo como se las gastan los americanos, sobre todo en el cine, un equipo de cuatro personas del FBI viajan a Riad casi en secreto y sin la aprobación de la secretaría de Estado norteamericana (cosa poco probable, pero bueno..., hagamos ver que no hemos reparado en ello) para investigar el atentado en tan sólo cinco días.
Durante ese tiempo vemos como el embajador norteamericano invita constantemente a los miembros del FBI a que abandonen un país donde la presencia de policías o militares americanos es casi, casi, una hostilidad. Fuertemente escoltados por la Guardia Nacional saudí, la libertad de movimientos del FBI en Arabia es extremadamente limitada, hasta que poco a poco, van tomando confianza con un miembro del ejército saudí y pueden ir y venir, no sin serios obstáculos.
Llama la atención que aunque el film se vendiera en su día como una película de acción, en realidad, escenas estrictamente de acción, la película de Berg sólo contiene una. Una bastante larga que empieza en una autopista y termina en un cochambroso edificio en un complicado barrio de Riad, pero una escena al fin y al cabo. Esto no quita, no obstante, que el largometraje venga filmado por Berg a un ritmo adrenalítico, en constante tensión, sin dar un respiro visual al espectador. Demasiado diría yo y además, sin demasiado juicio. Quiero decir, Berg parece que quisiera emular al mejor John McTiernan, con imágenes inestables, un montaje frenético, mucho movimiento de cámara y un uso y abuso de los primeros planos, pero lo cierto es que películas como esta, nos demuestran al menos que para hacer lo que hace McTiernan hay que saber hacerlo. Berg no tiene la mesura de McTiernan, ni el cuidado de McTiernan, ni el sentido de ritmo, equilibrio y montaje que en el fondo domina toda película del director de "Jungla de cristal", y esto hace que "La sombra del reino" comience siendo un film adrenalítico para terminar convirtiéndose en una película saturada. Lo que ocurre es que un poco como sucedía con Danny Boyle y su multipremiada "Slumdog Millonaire", la atiborrada planificación de Berg no desentona en el conjunto de la película, en donde ningún movimiento es gratuito ni fácil y donde cualquier cosa puede ser una potencial bomba. Es decir, esa sensación de constante hostilidad y perpetua tensión constante, termina reflejándola muy Berg con su catarata frenética de planos, montaje y cierto nivel de confusión visual.
Y además, al contrario que otras aproximaciones a la guerra contra el terrorismo islamista (véase la disparatada, por insensata, "Estado de sitio" de Edward Zwick), Berg y su guionista Matthew Michael Carnagan, tratan de no cruzar la línea del prejuicio trazando un relato que aunque se escora, inevitablemente hacia la superioridad occidental, clava al final una ácida e incómoda punzada sobre el espectador, metiendo el dedo en la llaga y poniendo de doloroso manifiesto como el odio, engendra odio en una espiral en la que para salir airoso, es imperativo plantarse en seco, no mirar atrás y sentarse a hablar, algo muy difícil cuando términos tan complejos como odio, ideología, dios, constitución, libertad, Alá y Occidente se entremezclan en una madeja de difícil resolución.
5 comentarios:
Me gusto esta pelicula... pero vamos, que no me flipo muchisimo.
Un saludete
Respecto a "Very bad things", me gustó y me divirtió mucho y me llamó la atención lo mal que la pusieron algunos.
Si Chache, la peli está bien pero tampoco es para lnzar cohetes. Y si Tomás, a mi también me parece que "Very Bad Things" es un disparate a tener cuenta aunque solo sea por su hilaridad.
Buenas
Maldita sea, la conexión me la ha jugado y mi primer mensaje se me ha perdido en el webspacio.
Bueno, para mi lo mejor que tiene la película son los títulos de crédito. El resto es entretenididllo y totalmente de acuerdo en que la larga escena final está bien pero que donde esté MacTiernan,...
En cuanto a la moraleja final me pareció el típico peaje políticamente correcto. Uno puede sentirse identificado con los polcias saudies que acompañan al FBI. Tienen familia, cuidan de sus mayores y no esperan que sus hijos o amigos se pongan un cinturon con bombas y vayan suicidarse arrastrando al mayor número de perros, perras y perritos infieles con ellos (me gustaron mucho las escenas del policia con su familia y la del que cuida a su padre enfermo). Creo que el guión resbaló muchísimo al poner en el mismo nivel al agente del FBI con un fanático islamista que no duda en obligar a su nieto a mirar como son destrozados los infieles niños norteamericanos. Es como si en una película de la 2GM se iguala a un SS con un soldado americano. Pero eso es lo que tiene ser políticamente correcto.
Un saludo
PD: ¿Cómo que no sigues las series de TV? ¿Y que es "Masters of Horror"?
Touché con lo de la televisión... Si, bueno, vale, Master of Horror es una serie de tv, pero no me negaras que es una serie, como mínimo, particular, directores de cine con -supuesto- pedigrí que dirigen películas de una hora. Bueno, eso, es una serie, pero ojalá todas fueran asi...
Mi problema con las series de televisión es que por lo general me aburren, en tanto se repite la fórmula una y otra vez... Entiendo que en Roma el asunto no debió ser así, dado que era la cronología de un hecho histórico estaría en constante cambio, pero en general, de entrada, soy bastante hostil con las series de televisión(se que tengo que cambiar, lo se...). Ya te digo, con la excepción de Los Simpson, podríamos decir que sigo con cierto interés House, pero no me muero si me pierdo un episodio y lo cierto es que mi interés, cada vez, se ve más afectado...
En cuanto a "La sombra del reino", si, estoy contigo, los títulos de crédito son brutales, tal vez un poco masivos (demasiado información, demasiados conceptos metidos en muy poco tiempo)y luego, también es cierto que hay un elementos terriblemente discutible a la hora de equpirar al FBI y a un terrorista saudí, a mi lo que me gustó es que con distancias morales y todo, el combustible que alimenta a ambos es el mismo, el odio. Un poco tópico, si que es posible, un poco valiente, creo que también, la verdad...
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