Es una idea que lleva rondándome la cabeza hace ya tiempo, bastante tiempo. Es de dominio público que John Williams es lo más grande que ha dado la música contemporanea y si uno se fija en su discografía, también parece claro que Williams, si bien se hizo tremendamente popular a través de sus fanfarrias y leitmotives, siempre ha cultivado, como en un tímido segundo plano otro tipo de música bastante más particular. No hace falta ir a sus obras de música clásica (se que no sería el término adecuado pero creo que todos nos entendemos), no para películas, sino para interpretar en conciertos, es suficiente deterse a escuchar ciertas bandas sonoras para comprobar esa segunda vía por las que siempre han discurrido los intereses de Williams.
De hecho, este particular derrotero williamnesco nació, o en todo caso, tuvo su más significativa eclosión a partir de "J.F.K.", formidable banda sonora que sin renegar de un reconcible y extraordinario leitmotiv, navegaba por terrenos bastante más abstractos de lo que Williams nos tenía acostumbrados. Música siniestra, acompasada con singulares ritmos, casi asonantes, y complejas aunque melódicas composiciones como el significativo y magnífico tema de "Arlington".
Obviando "La lista de Schindler", que dentro de sus particularidades no deja de ser una banda sonora bastante Williams, el siguiente paso en esta variante del compositor norteamericano sería "Nixon", de nuevo con Oliver Stone, pero sobre todo "Sleepers", una de las bandas sonoras más dificiles de escuchar de John Williams y con esqueme similar a las dos anteriores obras; un leitmotiv seguido de complejísimas melodias de no menos complejísima audición.
De hecho, es en torno a estas fechas, alrededor de 1999 cuando la múscia de Williams cambia ya de forma radical. Sus habituales fanfarrias y leitmotivs, tuvieron, a mi modo de ver, su canto del cisne en la sobrevia múscia de "El mundo perdido". Una obra Wagneriana, variadísima, completísima y sumamente entretenida, o dicho de otro modo, una bso de las que todo el mundo esperaría de John Williams. Pero también, por aquellos años, Williams se había zambullido, ya de lleno, en esas composiciones algo más abstractas como "Siete años en el Tibet" (portentoso tema principal seguido de una música complicadísima de escuchar), "Amistad" y "Salvar al soldado Ryan" entre otras.
De hecho, la primera prueba de que algo había pasado con John Williams es "La amenaza fantasma". Hay que admitirlo, yo no soy ningún musicólogo, pero algo pasa en esa bso que la dieferencia sensiblemente de la anterior y riquísima trilogía. Algo, y no se , si sabría describirlo. Es una música menos variada, menos rica en lo que a temas se refiere, Williams incluso repite momentos incidentales, no se..., algo...
Pero la prueba definitva de que en efecto, algo pasa con Williams y este tipo de múscia fue sin duda el "Episodio II". Cuentan las malas lenguas que George Lucas tuvo que darle un toque a Williams cuando éste dijo que se iba de gira cuando la bso del "Episodio II" aún no estaba terminada. Y no sólo eso, si uno se fija en la múscia del "Episodio II", aparte del bellísimo tema de amor, se puede comprobar como Williams, o incluso el propio Lucas, recurrieron a temas del "Episodio I", para acompañar el climax final de la secuela. De hecho, me atrevería a decir que John Williams no compuso ni un sólo tema nuevo para el final del "Episodio II". De hecho, una buena prueba de esto es que mientras el "Episodio I" generó al poco tiempo una edición especial de dos discos de la bso de la película, a día de hoy seguimos esperando una edición especial del "Episodio II". Quizá es que no hay nada especial que añadir, o mejor, nada demasiado nuevo que contar.
A partir de entonces, John Williams no fue el mismo, quizá con la única excepción de la música que compuso para Harry Potter, sus obras para películas, digamos, espectáculo, fueron sensiblemente distintas: "El patriota", "Minority Report", "La venganza de los Sith", "La guerra de los mundos" son composiciones significativamente alejadas de otras obras cumbres de Williams como "Tiburón", "Superman", "La guerra de las galaxias" o los tres "Indiana Jones".
Y es entonces cuando llegamos al meollo de la cuestión; "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal". La música claro, porque la película es higo chungo -que no chumbo-.
De entrada, "La calavera de cristal" no soporta la más mínima comparación con cualquiera de las otras tres entregas. En ninguna cuestión, ni en número de temas, ni en la propia viveza de la partitura, ni si quiera en su sinfonismo. Se nota a la legua que son cosas bien distintas. Una escena cumbre como la persecución en la jungla es solucionada por Williams con un tema arbitrario, muy poco definido, que no tiene nada que ver con otro momento similar como la persecución del camión de "En busca del arca perdida" o la escena del tanque de "Indiana Jones y la última cruzada". La riqueza y la variedad de temas es bastante sencillita y ciertamente confusa, cuando no decididamente abstracta en "La calavera de cristal", todo lo contrario que en las tres entregas anteriores.
En definitva, que a John Williams, hace tiempo que dejó de interesarle la música de acción y aventuras, en favor de una música más experimental, más abstracta y desde luego, mucho menos comercial. Como no podía ser de otra forma, John Williams tiene todo el derecho y hasta puede que el deber de evolucionar a aquellos terrenos que a él, como maestro de la música que es, le parezcan realmente interesantes, pero resulta invitable pensar que Williams, con partituras como "La calavera de cristal" está dando los últimos coletazos de un estilo y un modo de hacer musica para cine único. Es inevitable pensar, que ya nunca nos encontraremos con un "Encuentros en la tercera fase", o un"Tiburón" o hasta un "Tiburón 2" (magnífica, por cierto), o con obras como "Drácula" (formidable), "1941" (espectacular, nada que ver con la escuálidad calidad de la película), "E.T." (qué más se puede decir...) o "Las brujas de Eastwick"...
Puede que haya llegado el temido momento de encontrar un sustituto, alguién, a la altura de John Williams y esa, esa es mucha altura. En otra ocasión tal vez, hablemos de los herederos del universo Williams, que son unos cuantos. Por fortuna, Williams tiene mucho universo para repartir.
De hecho, este particular derrotero williamnesco nació, o en todo caso, tuvo su más significativa eclosión a partir de "J.F.K.", formidable banda sonora que sin renegar de un reconcible y extraordinario leitmotiv, navegaba por terrenos bastante más abstractos de lo que Williams nos tenía acostumbrados. Música siniestra, acompasada con singulares ritmos, casi asonantes, y complejas aunque melódicas composiciones como el significativo y magnífico tema de "Arlington".
Obviando "La lista de Schindler", que dentro de sus particularidades no deja de ser una banda sonora bastante Williams, el siguiente paso en esta variante del compositor norteamericano sería "Nixon", de nuevo con Oliver Stone, pero sobre todo "Sleepers", una de las bandas sonoras más dificiles de escuchar de John Williams y con esqueme similar a las dos anteriores obras; un leitmotiv seguido de complejísimas melodias de no menos complejísima audición.
De hecho, es en torno a estas fechas, alrededor de 1999 cuando la múscia de Williams cambia ya de forma radical. Sus habituales fanfarrias y leitmotivs, tuvieron, a mi modo de ver, su canto del cisne en la sobrevia múscia de "El mundo perdido". Una obra Wagneriana, variadísima, completísima y sumamente entretenida, o dicho de otro modo, una bso de las que todo el mundo esperaría de John Williams. Pero también, por aquellos años, Williams se había zambullido, ya de lleno, en esas composiciones algo más abstractas como "Siete años en el Tibet" (portentoso tema principal seguido de una música complicadísima de escuchar), "Amistad" y "Salvar al soldado Ryan" entre otras.
De hecho, la primera prueba de que algo había pasado con John Williams es "La amenaza fantasma". Hay que admitirlo, yo no soy ningún musicólogo, pero algo pasa en esa bso que la dieferencia sensiblemente de la anterior y riquísima trilogía. Algo, y no se , si sabría describirlo. Es una música menos variada, menos rica en lo que a temas se refiere, Williams incluso repite momentos incidentales, no se..., algo...
Pero la prueba definitva de que en efecto, algo pasa con Williams y este tipo de múscia fue sin duda el "Episodio II". Cuentan las malas lenguas que George Lucas tuvo que darle un toque a Williams cuando éste dijo que se iba de gira cuando la bso del "Episodio II" aún no estaba terminada. Y no sólo eso, si uno se fija en la múscia del "Episodio II", aparte del bellísimo tema de amor, se puede comprobar como Williams, o incluso el propio Lucas, recurrieron a temas del "Episodio I", para acompañar el climax final de la secuela. De hecho, me atrevería a decir que John Williams no compuso ni un sólo tema nuevo para el final del "Episodio II". De hecho, una buena prueba de esto es que mientras el "Episodio I" generó al poco tiempo una edición especial de dos discos de la bso de la película, a día de hoy seguimos esperando una edición especial del "Episodio II". Quizá es que no hay nada especial que añadir, o mejor, nada demasiado nuevo que contar.
A partir de entonces, John Williams no fue el mismo, quizá con la única excepción de la música que compuso para Harry Potter, sus obras para películas, digamos, espectáculo, fueron sensiblemente distintas: "El patriota", "Minority Report", "La venganza de los Sith", "La guerra de los mundos" son composiciones significativamente alejadas de otras obras cumbres de Williams como "Tiburón", "Superman", "La guerra de las galaxias" o los tres "Indiana Jones".
Y es entonces cuando llegamos al meollo de la cuestión; "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal". La música claro, porque la película es higo chungo -que no chumbo-.
De entrada, "La calavera de cristal" no soporta la más mínima comparación con cualquiera de las otras tres entregas. En ninguna cuestión, ni en número de temas, ni en la propia viveza de la partitura, ni si quiera en su sinfonismo. Se nota a la legua que son cosas bien distintas. Una escena cumbre como la persecución en la jungla es solucionada por Williams con un tema arbitrario, muy poco definido, que no tiene nada que ver con otro momento similar como la persecución del camión de "En busca del arca perdida" o la escena del tanque de "Indiana Jones y la última cruzada". La riqueza y la variedad de temas es bastante sencillita y ciertamente confusa, cuando no decididamente abstracta en "La calavera de cristal", todo lo contrario que en las tres entregas anteriores.
En definitva, que a John Williams, hace tiempo que dejó de interesarle la música de acción y aventuras, en favor de una música más experimental, más abstracta y desde luego, mucho menos comercial. Como no podía ser de otra forma, John Williams tiene todo el derecho y hasta puede que el deber de evolucionar a aquellos terrenos que a él, como maestro de la música que es, le parezcan realmente interesantes, pero resulta invitable pensar que Williams, con partituras como "La calavera de cristal" está dando los últimos coletazos de un estilo y un modo de hacer musica para cine único. Es inevitable pensar, que ya nunca nos encontraremos con un "Encuentros en la tercera fase", o un"Tiburón" o hasta un "Tiburón 2" (magnífica, por cierto), o con obras como "Drácula" (formidable), "1941" (espectacular, nada que ver con la escuálidad calidad de la película), "E.T." (qué más se puede decir...) o "Las brujas de Eastwick"...
Puede que haya llegado el temido momento de encontrar un sustituto, alguién, a la altura de John Williams y esa, esa es mucha altura. En otra ocasión tal vez, hablemos de los herederos del universo Williams, que son unos cuantos. Por fortuna, Williams tiene mucho universo para repartir.
6 comentarios:
Como te lo curras...
No soy tan ducho como tú en Williams ni en las BSO (un día te tengo que asaltar la discoteca y llenarme un disco duro de cosas... pero que no se entere Ramoncín), pero parece que efectivamente estamos en un cierto declive creativo de Williams en cuanto a sus habituales sinfonías leitmotivísticas de pelis de acción.
Tb es un hombre ya mayor, con miles de partituras a sus espaldas y que probablemente haya agotado un ciclo y no tenga puñetera gana de seguir haciendo lo mismo.
Creo que cuando se llega a un punto tal en el que tu obra es parodizable (¿existe este palabro?) hay que abordar otros terrenos.
Como ejemplo el capítulo de "Padre de familia" en que el perro se metía a director porno y en la ceremonia de entrega de premios, en el apartado musical a "Mejor banda sonora de peli porno" los dos primeros nominados sonaban como la típica peli porno de los 70, y el tercer nominado era John Williams... y sonaba una orquesta sinfónica con una melodía que creo que no correspondía a ninguna de sus pelis pero que con sus reconocibles toques sincopados de fanfarría hacía inevitable el descojone.
Sobre las BSO de "Star Wars"... pues ahí tengo mis dudas. No al completo los dos primeros Episodios, pero el tercero especialmente lo llevo creo que al completo en el iPod y lo escucho con mucha asiduidad.
Ya sabes q el Episodio III me parece no sólo el mejor de TODA la Saga (incluyendo las Trilogía Original), pero es que la música me parece tb excelsa. Quizá una obra de plena madurez a la altura de lo que la peli supone para Lucas, que creo sinceramente que no volverá a dirigir y que echó el resto en el Episodio III, a mí al menos me demostró que es un GRAN director.
La obra de Williams, en general y en particular en SW, me parece digna de un Wagner nibelúngico (¿esto se puede decir?) y quizá precisamente en la BSO del Episodio III se encuentre el punto de fusión entre su obra clásica y su obra más abstracta.
Pasajes puntuales en medio de la persecución en Coruscant, incluso con ráfagas de guitarra eléctrica (!!!), toda la parte del fascinante espectáculo al que asiste Palpatine cuando le cuenta a Anakin lo de la resurrección, y lo que para mí es probablemente la cúspide creativa de Lucas, la secuencia en que Anakin y Padme, separados por la distancia del mundo-ciudad, pero al mismo tiempo pareciendo capaces de verse cada uno desde el ventanal del edificio en que están, parecen ser conscientes el uno del otro, Anakin reflexiona y toma la decisión de caer en el Reverso Tenebroso (girándose al final de la escena y adentrándose su rostro en una zona de sombra) mientras que Padme solloza sobrecogida.
La forma en que, sin palabras, Lucas consigue transmitir esos monólogos interiores/diálogos a distancia, envuelta en la música casi experimental de Williams, me pareció un momento sublime, y al mismo tiempo me demostró que esa nueva dirección creativa puede proporcionarnos excelsas tardes de gloria en la oscuridad de una sala...
Tengo un recopilatorio buenísimo de lo mejor de John Williams, soy un admirador de sus bandas sonoras (desde la niñez), tengo varias de ellas (no recopilatorios).
Cuando compré la del Episodio I, poco antes del estreno de la película, no me cuadraba nada, me dije ¿qué es esto?, me pareció extraño, nada sinfónico, todo muy abstracto.
De hecho de aquella película, en general, la gente recuerda, aparte del Duel of Fates (que se sale de lo tradicional en el maestro, efectivamente), es "The droid invasion and The appearance of Darth Maul", y ambas se oyen además un poco en el Episodio III.
Y bueno... de la BSO de "Indy IV" se ha dicho que hasta el tema "central" (El "The Raider's March") suena peor que en "En busca..."
Antonio las BSO de SW (toma siglas!!) son wagnerianas está claro. ¿Qué es si no "Imperial March"? (por cierto con mi Ipod he podido detectar en ella sonidos que hasta ahora no había escuchado en cadenas de música)
A mi es que la reiteración propia de los leitmotivs me parece casi siempre un recurso muy interesante, especialmente si, como Williams, se sabe colocar en el momento justo y además adecuar al resto de la partitura de esa pieza.
En ese sentido recuerdo que en el Episodio I había momentos donde se insinuaba lévemente temas como el de Darth Vader, la Marcha Imperial, o se colaban de rondón anticipaciones del tema de Luke o de Leia.
Quizá la pieza más independiente sea el tema de amor del Episodio II "Beyond the stars" que particularmente me encanta aunque la célebre escenita del valle florido rodeado de cascadas era más cursi que un merengue con tirabuzones, además se notaba a años luz de distancia que era todo digital, y a lo mejor habría resultado más hermoso (Y REAL) haber incluído más escenas en el embriagador paisaje del Lago de Como que veíamos luego, el de le célebre baranda de piedra, tb aparecido en "Casino Royale", por cierto.
Lo del iPod, querido Tigre, y su excelencia auditiva, es increíble. Pero más increíble aún fue cuando escuché en el apabullante equipo de Germán, con entre otras cosas unas cajas Sonus Faber Cremona (busca en Google que veas lo PRECIOSAS que son) y u reproductor de SACD (Super Audio CD, el equivalente en sonido a la Alta Definición visual) una versión grabada en dicha calidad de las mejores composiciones de Williams.
La Marcha Imperial, que me la conozco casi como si la hubiera parido (o al menos asistido al parto) me sorprendió tanto al descubrir notas y matices que NUNCA había escuchado que Germán se descojonaba al mirar mi cara de asombro mientras exclamaba: "¡¡¡qué es eso, qué es eso!!!" y señalaba los altavoces como si dentro estuviera el propio Williams y su orquesta.
Desde luego, no cabe duda de que Williams os gusta y que a ti a Antonio, te pirra SW y en especial, el episodio III que como ya sabrás, tengo que volver a ver. Yo estoy deacuerdo con Tigretón, hay pues eso, algo extraño, en esta nueva trilogia musical de Williams, ahora bien, eso no quita, claro está, que sigamos hablando de una obra excelsa y riquísima, al fin y al cabo, es de Williams de quien hablamos. Pero desde luego, se trata de un tipo de música, que sin perder lo lazos originales del Williams más Williams de los 80, se deja filtrar cierto airecillo que enlanza muy bien, con esta última étapa de mayor abstracción. En cuanto a Indy IV, tu lo sabes Antonio, me dejo un poco frio la bso la primera vez que la escuche, pero a fuerza de orila he tenido finalmente que admitir que las cosas han cambiado. De hecho, esta idea de las tenedencias de Williams me llevaba rondando la cabeza hace tiempo pero fue el otro dia cuando tomó forma definitva. Después de haber escuchado Indy IV como 500 veces, me encontré el CD de Superman y me lo puse. NADA que ver, NADA, pero NADA, NADA, que ver. A ver, si tiene que ver pero entendámonos... Las cosas, han cambiado, no hay ninguna duda.
Los genios no se estancan...
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