
Leyendo un artículo en un diario de tirada nacional me ha venido a la cabeza uno de los temas más debatidos y discutidos entre los cinéfilos y los amantes de la literatura. ¿Cuantas veces hemos escuchado eso de qué es mejor, el libro o la película? Evidentemente, la cuestión en si acusa una peligrosa simpleza pero también es cierto, que no le falta parte de verdad. ¿Qué es mejor, un libro o una película? A veces está claro que el libro y otras, que la película. No obstante, habría que partir de una premisa fundamental; un libro es una cosa y una película otra muy distinta. Esto puede parecer una obviedad pero a la vista está que no lo es tanto cuando todavía hoy hay quien debate abierta y extensamente sobre este sesuda problemática.
El cine y la literatura se diferencian, fundamentalmente, en dos cuestiones; la forma y la extensión. La forma del cine es la imagen, la de los libros la escritura. La extensión de un film no debería (atención ¿eh?, debería) sobre pasar las dos horas de duración. La de un libro puede rondar tranquilamente las 600 o 700 páginas que no pasa nada. Un libro se lee en varios días. Una película se ve de un tirón. De este modo, los valores de un film no tienen casi nada que ver con los de un libro. Una prosa fluida y una cuidada presentación y evolución de sus personajes, no se puede, ni se debe comparar con los de un film, que deben desarrollar la misma idea en dos horas de metraje. ¿Es entonces un libro mejor que una película porque el libro dispone de más espacio para desarrollar ideas y personajes?
No. Aquí entramos en la cuestión de ser fiel a la letra o ser fiel al espíritu. Me explico. Una película como "Drácula de Bram Stoker" de Coppola, es un largometraje que nació con la pretensión de ser tdo lo fiel a la letra que se pudiera. De hecho, el film fracasa entre otras razones porque está demasiado obsesionado por aglutinar pasajes de la novela que insertados en dos horas de metraje pierden todo su sentido y se tornan confusos, incoherentes. Pero aún así, la intención estaba allí. Coppola estaba más preocupado por ser fiel a la letra que al espíritu. En esencia, la película respeta la estructura de novela, sin embargo, su espíritu es completamente diferente. Nadie en "Drácula de Bram Stoker" parecía preocupado en ser mínimamente fiel al espíritu de la obra de Stoker. Si en el original literario Drácula era un sanguinario vampiro que viaja a Londres en busca de más sangre porque esa es su forma de vida, su naturaleza, el Drácula de Coppola es un Don Juan de ultratumba que viaja a Londres en busca de su amada. Como digo, nada que ver.
Sin embargo, un film como "Drácula" de Terence Fisher, de escasa hora y media de duración y con significativos cambios en su estructura con respecto a la obra de Stoker (sólo un ejemplo, el film arranca, como en la novela como Jonathan Harker llegando al castillo de Drácula pero en la película de Fisher, Harker sabe que va a la morada de un vampiro y lo que es más, está aliado con Van Helsing para acabar con el reinado de terror de Drácula), resulta uno de los largometrajes más fieles al espíritu de la novela. En film de Fisher está la maldad anima y voraz del Drácula de Stoker, su sed de sangre, los ribetes eróticos y moralistas que empapan la novela, y lo que es más importante, en el film de Fisher las ideas originales de Londres victoriano son trasladadas, adaptadas a los temores de finales de los 50.
Luego, a mi modo de ver, hay otra cuestión de calado. Los valores de un libro y de una película. Como he dicho antes, un libro para ser un buen libro, además de una historia interesante, buenos personajes y una buena estructura, debe estar bien escrito, es decir, debe utilizar bien la prosa, el lenguaje escrito. Una película, para que sea una buena película, además de una historia interesante, buenos personajes y una buena estructura, debe estar bien filmada y montada, es decir, utilizar bien el lenguaje cinematográfico, la imagen. De este modo, un libro mediocre como "Psicosis" ó "Tiburón" se puede convertir en una, o en dos excelentes película. De igual forma un libro excelente, el mismo "Drácula", se puede convertir en un film mediocre como el de Coppola.
En suma, en ocasiones pienso que está discusión resulta ya un poco estéril. Hay quien todavía le gusta divagar sobre ella, a los propios cinéfilos, de vez en cuando nos sentimos tentados a sacar el tema porque garantiza un par de horas de apasionante y en ocasiones, hasta acalorada conversación. Pero lo cierto es que hablar de cine y literatura son dos cosas bien distintas, riquísimas cada una en su terreno, pero tan distintas que no vale la pena compararlas. Tal vez la literatura aglutine más complejidad y matices, porque le lleva al cine varios siglos de historia. Pensemos que el cine, tiene poquito más de cine años. Y eso, al lado de la literatura, es un arte en pañales. Tiempo al tiempo. Pero si empezamos a destacar las virtudes de la literatura ante las deficiencias del cine sólo vamos a terminar por acomplejar un arte al que aún le queda mucho camino, con recursos suficientes y un largo y apasionante camino por recorrer.
El cine y la literatura se diferencian, fundamentalmente, en dos cuestiones; la forma y la extensión. La forma del cine es la imagen, la de los libros la escritura. La extensión de un film no debería (atención ¿eh?, debería) sobre pasar las dos horas de duración. La de un libro puede rondar tranquilamente las 600 o 700 páginas que no pasa nada. Un libro se lee en varios días. Una película se ve de un tirón. De este modo, los valores de un film no tienen casi nada que ver con los de un libro. Una prosa fluida y una cuidada presentación y evolución de sus personajes, no se puede, ni se debe comparar con los de un film, que deben desarrollar la misma idea en dos horas de metraje. ¿Es entonces un libro mejor que una película porque el libro dispone de más espacio para desarrollar ideas y personajes?
No. Aquí entramos en la cuestión de ser fiel a la letra o ser fiel al espíritu. Me explico. Una película como "Drácula de Bram Stoker" de Coppola, es un largometraje que nació con la pretensión de ser tdo lo fiel a la letra que se pudiera. De hecho, el film fracasa entre otras razones porque está demasiado obsesionado por aglutinar pasajes de la novela que insertados en dos horas de metraje pierden todo su sentido y se tornan confusos, incoherentes. Pero aún así, la intención estaba allí. Coppola estaba más preocupado por ser fiel a la letra que al espíritu. En esencia, la película respeta la estructura de novela, sin embargo, su espíritu es completamente diferente. Nadie en "Drácula de Bram Stoker" parecía preocupado en ser mínimamente fiel al espíritu de la obra de Stoker. Si en el original literario Drácula era un sanguinario vampiro que viaja a Londres en busca de más sangre porque esa es su forma de vida, su naturaleza, el Drácula de Coppola es un Don Juan de ultratumba que viaja a Londres en busca de su amada. Como digo, nada que ver.
Sin embargo, un film como "Drácula" de Terence Fisher, de escasa hora y media de duración y con significativos cambios en su estructura con respecto a la obra de Stoker (sólo un ejemplo, el film arranca, como en la novela como Jonathan Harker llegando al castillo de Drácula pero en la película de Fisher, Harker sabe que va a la morada de un vampiro y lo que es más, está aliado con Van Helsing para acabar con el reinado de terror de Drácula), resulta uno de los largometrajes más fieles al espíritu de la novela. En film de Fisher está la maldad anima y voraz del Drácula de Stoker, su sed de sangre, los ribetes eróticos y moralistas que empapan la novela, y lo que es más importante, en el film de Fisher las ideas originales de Londres victoriano son trasladadas, adaptadas a los temores de finales de los 50.
Luego, a mi modo de ver, hay otra cuestión de calado. Los valores de un libro y de una película. Como he dicho antes, un libro para ser un buen libro, además de una historia interesante, buenos personajes y una buena estructura, debe estar bien escrito, es decir, debe utilizar bien la prosa, el lenguaje escrito. Una película, para que sea una buena película, además de una historia interesante, buenos personajes y una buena estructura, debe estar bien filmada y montada, es decir, utilizar bien el lenguaje cinematográfico, la imagen. De este modo, un libro mediocre como "Psicosis" ó "Tiburón" se puede convertir en una, o en dos excelentes película. De igual forma un libro excelente, el mismo "Drácula", se puede convertir en un film mediocre como el de Coppola.
En suma, en ocasiones pienso que está discusión resulta ya un poco estéril. Hay quien todavía le gusta divagar sobre ella, a los propios cinéfilos, de vez en cuando nos sentimos tentados a sacar el tema porque garantiza un par de horas de apasionante y en ocasiones, hasta acalorada conversación. Pero lo cierto es que hablar de cine y literatura son dos cosas bien distintas, riquísimas cada una en su terreno, pero tan distintas que no vale la pena compararlas. Tal vez la literatura aglutine más complejidad y matices, porque le lleva al cine varios siglos de historia. Pensemos que el cine, tiene poquito más de cine años. Y eso, al lado de la literatura, es un arte en pañales. Tiempo al tiempo. Pero si empezamos a destacar las virtudes de la literatura ante las deficiencias del cine sólo vamos a terminar por acomplejar un arte al que aún le queda mucho camino, con recursos suficientes y un largo y apasionante camino por recorrer.