
Hoy es viernes, glorioso día de estreno. El asunto, al menos en Murcia, anda bastante discretillo esta semana. Nos llega, por un lado "Sólo quiero caminar", la última película de Agustín Díaz Yanes después de haber filmado ese pestiño insoportable que atiende al nombre de "Alatriste" por lo que ganas, ganas, lo que se dicen ganas de verla, tengo más bien pocas y eso que la película parece que regresa a los -magníficos- orígenes de Díaz Yanes con "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto". De lo demás..., pues eso, nueva imbecilidad de sub-cine de soplapolleces con "Disaster Movie", tontería más o menos simpatiquilla al servicio de Will Ferrer con "Hermanos por pelotas", superproducción americana camuflada de co-producción asiática dirigida por Roger Spottiswoode ("El mañana nunca muere"), con el exótico título de "Los niños de Hang Shi", que tiene pinta, antes de su estreno, de ser un film con insuflas de Oscar que se ha desinflado antes de estrenarse y esta si, "La boda de Rachel", el esperado regreso de Jonathan Demme ("El silencio de los corderos") con un film de corte independiente una vez ha admitido públicamente, su desinterés por las grandes producciones de Hollywood.
Pero hoy, en buena parte del mundo, también se estrena otro film que ya está dando mucho de que hablar, "Quantum of Solace" (que por lo visto nadie se ha atrevido a traducir y que tiene toda la pinta, termine estrenándose con su título en inglés), como todos los que no hayan estado estos últimos meses en Marte sabrán, la última aventura de James Bond. Y es que, cada vez que se estrena un nuevo film de 007, los comentarios previos suelen ser similares, que si el actor que en ese momento encarné a Bond lleva camino de convertirse en el mejor Bond de la serie, que si el personaje es más humanizado, que si todo esto se ha hecho sin obviar persecuciones y espectaculares escenas de acción, que si la chica Bond esto y aquello, en fin...
Por lo visto "Quantum of Solace" no es una excepción y aquí están las, más que rumores, afirmaciones de que si, de que este Bond es otra cosa. Desde luego, de entrada, hay una novedad significativa y es que esta película es una continuación dramática de la anterior "Casino Royale". Como sabrán, las películas de 007 rara vez tienen conexiones entre si, tratándose de episodios aislados con escasa conexiones, pero aquí no, aquí se trata de hecho de la venganza a sangre fría que Bond llevará a cabo tras la muerte de su amada en "Casino Royale". Así las cosas, se ha insistido también mucho últimamente en que en esta ocasión, el personaje de Bond será mucho más ambiguo, más abstracto, hasta el extremo de que uno nunca tiene del todo claro si está ante un héroe o un villano. Interesante, no cabe duda.
Para orquesta semejante propuesta está el director Marc Foster, un hombre muy bien considerado en general pero que a un servidor, le gusta más bien poco. No me gusta como filma y aunque sus historias son ciertamente interesantes o como mínimo, prometedoras, me parece un cineasta bastante descafeinado para lo que se ha venido diciendo de él últimamente. De lo que no cabe ninguna duda desde luego, es que se trata de una propuesta insólita. Por lo general, los directores que se han enfrentado a un Bond han sido cineastas forjados en el cine de acción y suspense y a grandes rasgos, gente sin demasiadas inquietudes dispuesta a venderse al mejor postor por un vaso etrusco. Pero con Foster el asunto es distinto. El director de "Más extraño que la ficción" asegura que no le interesan este tipo de películas y que accedió a dirigir "Quantum of Solace" porque el personaje de Bond presentaba matices muy interesantes para un director como él. De modo que dada esta combinación, a lo mejor es verdad, y en esta ocasión nos encontramos con un Bond decididamente distinto.
Pese a todo, tanto Foster como el propio Daniel Craig han insistido, que nadie se asuste, que Bond seguirá teniendo chica (la bellísima ucraniana Olga Kurylenko) y habrán escenas de acción suficientes como para que todos estén contentos. A mi, lo que más preocupa de un Bond no es tanto si el personaje es más o menos humanos, más o menos ambiguo, más o menos romántico, lo que a mi preocupa es que los responsables de 007 hagan por fin, una película redonda. Por lo general, una triste -aunque no dramática- característica de las películas de James Bond es su -al parecer- inevitable vaivén de ritmo. Siempre llega un momento en el que flojean, siempre hay saltos de interés, parece que la cosa, no hay forma de redondearla. Sólo voy a poner un ejemplo y además, bastante gráfico. La última media hora de "Casino Royale" es un pegote injusto para un film que andaba ciertamente equilibrado. A ver si ahora con Foster, el asunto, se iguala un poco más.