jueves, 16 de abril de 2009

"Caza de brujas"


Acabo de terminar de leerme "Caza de brujas" de Román Gubern. Como es bien sabido, se trata de un lamentable episodio político-ideológico que asoló Estados Unidos en general y Hollywood en particular en la década de los 50 en busca de seguidores del comunismo y sospechosos de promulgar su ideología por las santificadas tierras norteamericanas. El libro, viniendo de un monstruo como Gubern es impecable, tal vez, demasiado impecable, puesto que al trabajo sospecho le falta alma, pasión, poso humano, y se limita a una exposición de los hechos con tanta corrección y clarividencia como aséptica. Pese a todo, se trata de un libro fundamental.
Yo, tengo que admitir que la Caza de Brujas era un episodio del que tenía conciencia de su existencia pero que no conocía con demasiados detalles, error fundamental, dado que en muchos sentidos la Caza de Brujas nos explica determinadas circunstancias que condicionaron el cine de Hollywood de la época y en cierta medida también, el inicio de la Edad Dorada del Hollywood clásico. Por lo visto, Hollywood se dividió entre acusados y por tanto, demonizados, y por otro lado los exculpados o simplemente chivatos que dieron nombres de otros compañeros supuestamente comunistas. La malos estaban en las denominadas listas negras, elaboradas por los propios estudios y por tanto profesionales vetados para trabajar en la industria de Hollywood. Por lo visto hubo de todo, pero lo cierto es que Roman Gubern sólo lo deja entrever en su libro dada su extremada brevedad dado que por ejemplo, ni se menciona la absoluta colaboración de algunos actores, directores y productores que apoyaba la causa del senador McCarthy.
Lo que si explica muy bien Gubern son las circunstancias política e ideológicas que desembocaron en una Caza de Brujas que por lo visto, el propio presidente Eisenhower no compartía pero cuya influencia de McCarthy hizo imparable. ¿Se pueden imaginar? Guerra fría, migraciones masivas de europeos a Estados Unidos a causa de la II Guerra Mundial, paranoia comunista generalizada y un dato curioso, la puesta en marcha de diversos sindicatos de actores, guionistas y directores. ¿Sindicatos?, eso suena a comunista debió pensar McCarthy. Y a por ellos que fue.
El asunto se fue de las manos cuando Hollywood, consciente de que no podía hacer frente al senador McCarthy comenzó a presionar a algunas de sus más rutilantes estrellas para que declarara en el Comité, diera un par de nombres y lo dejaran tranquilo. Pero no todos fueron tan obedientes. Dashiel Hammet por ejemplo, monumental e imprescindible escritor y guionista de algunas de la obras más grandes jamás filmadas dentro del denominado film noir, fue preguntado sobre que significaba eso de D.H. estampado a modo de firma al final de una documento sospechoso de una reunión de comunistas. Hammet respondió sin titubear, dos letras del alfabeto. Y se quedó tan pancho.
Ahora mismo no recuerdo todos los nombres pero fueron muchos los hombres que se vieron obligados a emigrar (Chaplin, el mismo Frtiz Lang, Dalton Trumbo, etc...) cuando no se quedaron directamente sin trabajo. Gubern lo menciona pero no logra trasmitir en su libro la angustia, la presión y la sensación de pesadilla que debieron experimentar algunos profesionales del cine de aquellos años en Hollywood, pero por lo visto la situación no era para tomársela a broma. Si te negabas a declarar te caía una multa importante (unos mil dólares de la época) y podía pasar entre rejas de seis meses a un año.
Le falta creo yo, también al libro de Gubern un ápice de reflexión sobre los denominados chivatos, gente que no lo tuvo nada fácil, y que en ocasiones tenía a sus espaldas familias enteras que había que sostener y que sin poder trabajar en Hollywood lo iba a tener muy difícil. En este sentido, sin duda, uno de los episodios más recordados fue el momento en el que Elia Kazan fue requerido para declarar. La Fox, no podía permitirse el lujo de prescindir de un talento creativo como Kazan que además le reportaba jugosos beneficios en taquilla, y lo presionó a gusto. Kazan, siguiendo la tónica de los que se negaban a responder, en un primer momento no dijo ni una palabra al tribunal considerando que aquel comité era anticonstitucional en tanto que estaba juzgando las tendencias ideológicas presentes o pasadas en un país con liberta de opinión, prensa y pensamiento, en teoría... Pero la Fox, no se sabe muy cómo ni de qué manera, puso a Kazan entre la espada en la pared. Entonces Kazan solicitó voluntariamente comparecer ante el tribunal y leyó una extensa carta en la que negaba su vinculación al comunismo, analizaba casi plano por plano todas sus películas retando al tribunal a descubrir algún rasgo de comunismo y eso si, dio algunos nombres que dejó caer entre miles de palabras. Eso lo condenó en la mitad del Hollywood que estaba soportando el peso del McCarthysmo. Kazan pudo seguir filmando y otros en cambio no.
Por aquel entonces Hollywood se estaba enfrentando a la competencia de la recién aparecida televisión, esto, y el temblor creativo que sacudió los estudios en la década de los 50 llevó a Hollywood a su consabida decadencia. Hubo muchos chivatos, pero también algunos héroes. John Huston salió del país a toda prisa, Chaplin seguía dando guerra desde Hollywood, los intelectuales franceses apoyaban con cartas, artículos y comunicados a Hollywood ante aquella presión estatal injustificada, Dalton Trumbo fue sin duda, uno de sus más logrados héroes. Se llevó un Oscar cuando firmaba sus guiones con pseudónimo, en total escribió más de 20 largometrajes con otro nombre hasta que su presencia en los títulos de crédito se convirtió en motivo escándalo y también de éxito con películas como "Éxodo" de Preminger y "Espartaco" de Kubrick. Trumbo logró sobrevivir porque su ávida pasión por el cine, porque trabajo por un chusco de pan casi en cualquier producto, nunca se desvinculó del cine y eso le hizo aguantar el tirón y resurgir como un verdadero héroe.
En suma, un libro en el fondo muy básico, perfecto para conocer el fenómeno, sus antecedentes y consecuencias más directas, pero también, insisto, falto de garra, de alma.

2 comentarios:

Tomás Serrano dijo...

Siempre que se habla de "La ley del silencio" de Kazan sale a relucir la historia esta de las delaciones ante el Comité famoso y que la película es una respuesta bla bla bla... Mi pregunta es si crees (creéis) que se puede ver esta y otras grandes películas sin esas implicaciones o siempre hay que mezclar las vidas privadas de los autores con sus obras a la hora de valorarlas. Hay dejo el tema.

Ramón Monedero dijo...

Vaya Tomás, has dado en el clavo... Yo francamente, creo que una gran película se puede disfrutar tal cual en si misma sin ir más allá de lo que estamos viendo. Ahora bien, también creo que una gran película, quizá precisamente por el hecho de ser una gran película, está irremediablemente ligada a otras cuestiones extracinematográficas. Al fin y al cabo, no debemos olvidar que las obras de arte surgen de la mente de uno o varios individuos en un entorno muy concreto y en unas circunstacias muy particulares y esto sin duda, va a condicionar el prodcuto final. Por esta razón yo suelo decir que un cineasta (y un artista en general) es un cronista de su tiempo, porque consciente o incosncientemente siempre iprimirá ciertas huellas del entorno socio-cultural, político y hasta puede que ideológico que lo vio nacer. De hecho, una película tan mala como "Pear Harbor" sería impensable hace sólo cinco o diez años, porque de haberse hecho en otro momento, habría salido otra película (seguramente mejor, porque peor es dificil de imaginar). Pongo un ejemplo de film tan malo porque pienso que hasta las malas películas están codncionadas por su entorno.
En suma, pienso que una buena película se puede disfrutar por lo que está en la pantalla y punto, pero también creo que suma puntos si comprobamos que todo eso que está en el plano tiene una correspondencia real del entorno en el cual nació la idea.
Creo yo...