Un año más, con puntualidad luxemburguesa, Cáceres ha sido fiel a su cita con el cine y con ella, un torrente de amantes del cine y consumidores compulsivos del cine en general. Lo bueno de esta cita es que tanto dar hablar de Spielberg que de Bergman, de Vertov que de Roland Emmerich, el paisaje es tan heterogéneo y festivo que todo es bienvenido. Cómo todos los años, acudimos los fijos, ya clásicos diría yo, además de un servidor, Enrique Pérez (Cáceres), Israel de Francisco (Valladolid), José María Santiago (extremeño y este año, Premio al Mejor crítico Versión original), nuevos fichajes como Nacho Cagiga y Pablo Ferrando (Valencia) o Mario de la Torre amén de las obligadas ausencias como los representantes de Miradas.net José David Cáceres y Manolo Ortega, que no se aún donde narices se metieron o Israel Paredes, que vive en Londres y este año lo tuvo complicado para venir. Y también, como casi todos los años, el mentor de casi la totalidad de colaboradores que allí asistimos, el incombustible Hilario J. Rodríguez que nadie diría tiene la edad que tiene y Carlos Tejeda, a título personal, el descubrimiento de la jornada.
Pues imaginaos, después de siete horas de coche (no se que está más lejos, si Murcia de Cáceres o Cáceres de Murcia), cena de recepción que generalmente suele desembocar en copas de recepción y que raro es el año, no cerramos el bar en cuestión. Al día siguiente, presentación de un par de libros (uno coordinado por Hilario y otro por Carlos) seguido de aperitivo que suele conducir a comida de bienvenida y que a su vez suele (de)generar en copas de bienvenidas y que algunos incluso, prolongan hasta empalmar con la cena. Yo este año, claudiqué, y me fui a descansar que falta me hacia. Poco importó eso si, porque por si creíamos que íbamos a descansar mucho, de una comida que terminó casi a las 6 de la tarde quedamos a las 7.30 para tomar unas cañas en un lugar que ya es clásico, el "Beerland", no vaya a ser que nos metiéramos a la gala de clausura (a las 9) sin una cerveza en el cuerpo. A estas alturas, el cuerpo ya empieza a resentirse.
La gala, muy bien gracias. Pablo Carbonel y Pedro Reyes soltaron algunos chistes ciertamente graciosos aunque no hacía más que leer el guión, algo que también aprovecharon, para reírse. Una hora y cuarto, tolerable para unas horas en las que estamos todos con un agujero estomacal bastante importante. Tras la gala y una vez recogimos a los miembros desperdigados del grupo, nos encaminamos al ágape de clausura. Nosotros llegamos tarde, de modo que nos vimos en la obligación gastronómica de cenar una deliciosa hamburguesa en un bar bastante discutible pero también, barato. Después (y ya era la una de la mañana), fiesta de cierre del festival. Allí, por pocas que te quieras tomar, se te hacen las tres y pico de modo que ya os podéis imaginar en que condiciones anímicas cogemos algunos el coche para echarnos al cuerpo 7 horas de carretera.
¿Anécdotas? Varias, pero yo me quedo con Nacho Cagiga, en la puerta del bar, sosteniendo un vaso vacío durante horas esperando, o más bien, suplicando que alguien regresara al hotel porque no sabía como llegar. Al final, nos lo llevamos nosotros de una pieza. Carlos y yo, de noche por Cáceres, con la voz hecha unos pollos, parloteando de amores de la adolescencia, que no se a cuento de qué surgió el tema, pero ahí que nos entretuvo durante el apacible paseo por una ciudad preciosa que además, tuvo un tiempo absolutamente primaveral. Deserciones de peña que desaparece, otros abandonan antes que los demás y también quien aguanta, no se exactamente de qué forma hasta bastante más tarde.
Al día siguiente las caras son de cuadro cubista. Las voces más propias de un antro tipo "La teta enroscada" y el cuerpo, que no se sostiene recto. Al final una pena, siempre da pena irse de Cáceres. Un día y medio sabe a muy poco, pero lo exprimimos al máximo. Muchos abrazos, estamos en contacto y a ver si nos vemos antes de un año son las frases que adornan la trágica, pero necesaria despedida. Al llegar a Murcia el cuerpo es un desecho. Ni de ver una película hay ganas. Solo echarse un rato, y dormir...
Pues imaginaos, después de siete horas de coche (no se que está más lejos, si Murcia de Cáceres o Cáceres de Murcia), cena de recepción que generalmente suele desembocar en copas de recepción y que raro es el año, no cerramos el bar en cuestión. Al día siguiente, presentación de un par de libros (uno coordinado por Hilario y otro por Carlos) seguido de aperitivo que suele conducir a comida de bienvenida y que a su vez suele (de)generar en copas de bienvenidas y que algunos incluso, prolongan hasta empalmar con la cena. Yo este año, claudiqué, y me fui a descansar que falta me hacia. Poco importó eso si, porque por si creíamos que íbamos a descansar mucho, de una comida que terminó casi a las 6 de la tarde quedamos a las 7.30 para tomar unas cañas en un lugar que ya es clásico, el "Beerland", no vaya a ser que nos metiéramos a la gala de clausura (a las 9) sin una cerveza en el cuerpo. A estas alturas, el cuerpo ya empieza a resentirse.
La gala, muy bien gracias. Pablo Carbonel y Pedro Reyes soltaron algunos chistes ciertamente graciosos aunque no hacía más que leer el guión, algo que también aprovecharon, para reírse. Una hora y cuarto, tolerable para unas horas en las que estamos todos con un agujero estomacal bastante importante. Tras la gala y una vez recogimos a los miembros desperdigados del grupo, nos encaminamos al ágape de clausura. Nosotros llegamos tarde, de modo que nos vimos en la obligación gastronómica de cenar una deliciosa hamburguesa en un bar bastante discutible pero también, barato. Después (y ya era la una de la mañana), fiesta de cierre del festival. Allí, por pocas que te quieras tomar, se te hacen las tres y pico de modo que ya os podéis imaginar en que condiciones anímicas cogemos algunos el coche para echarnos al cuerpo 7 horas de carretera.
¿Anécdotas? Varias, pero yo me quedo con Nacho Cagiga, en la puerta del bar, sosteniendo un vaso vacío durante horas esperando, o más bien, suplicando que alguien regresara al hotel porque no sabía como llegar. Al final, nos lo llevamos nosotros de una pieza. Carlos y yo, de noche por Cáceres, con la voz hecha unos pollos, parloteando de amores de la adolescencia, que no se a cuento de qué surgió el tema, pero ahí que nos entretuvo durante el apacible paseo por una ciudad preciosa que además, tuvo un tiempo absolutamente primaveral. Deserciones de peña que desaparece, otros abandonan antes que los demás y también quien aguanta, no se exactamente de qué forma hasta bastante más tarde.
Al día siguiente las caras son de cuadro cubista. Las voces más propias de un antro tipo "La teta enroscada" y el cuerpo, que no se sostiene recto. Al final una pena, siempre da pena irse de Cáceres. Un día y medio sabe a muy poco, pero lo exprimimos al máximo. Muchos abrazos, estamos en contacto y a ver si nos vemos antes de un año son las frases que adornan la trágica, pero necesaria despedida. Al llegar a Murcia el cuerpo es un desecho. Ni de ver una película hay ganas. Solo echarse un rato, y dormir...
6 comentarios:
Pues me alegro que te haya ido tan bien.
Un saludete
Muy lleno debía de haber estado el vaso de Nacho Cagiga para convertirse en baso. Es lo que tienen las noches de excesos.
Yo también me alegro, ya te lo predije en la entrada correspondiente (ya me explicarás a que se debe el borrado), tenías todos los ingredientes: Buena compañía femenina (la de tu novia, si mal no recuerdo ibas con ella), cerveza, y cine (tu pasión) y Cáceres. No podía fallar. ¡Foto con Pedro Reyes, o Carbonell, ya! :-)
Un abrazo y que descanses.
Algún día contaré mis superviajes Murcia-León, León-Murcia, casi semanales... Ahora los añoro y todo, y eran un palizón, pero merecía la pena ir allí, ... y volver a Murcia.
Tomás, es lo que tienen los excesos y que en el teclado la b y la v estén pegadas, a esto, le añadismo unas gotitas de despiste, que yo soy único para eso y..., errata al canto! Lo peor es que quedas como que no sabes escribir...
Tigretón. Este año no me hice fotos con los famosillos la verdad y eso que además de Pedro Reyes y Carbonel, estaban Luis Tosar, Jaime de Armiñan, Malena Alterio y José Coronado, pero chico, qué quieres que te diga... además, me dejé la cámara de fotos...
Eso si, estuve hablando con Jon Garaño que había hecho un corto sobre la frontera méxico-EE.UU. rodado en España! Fue muy enriquecedor, además de hablar de cine, subvenciones del estado, enseñanza cinematográfica y películas que amamos al final terminamos hablando también del País Vasco, los pintxos, los nacionalismos, la izquierda abertxale... De lujo, si señor.
bueno, pues encantado de ser tu anécdota favorita...he llegado tarde a la cita y ya he visto vaso como corresponde, así que no diré nada de lo mucho que bebí (y comí) este día y medio cacereño, pero doy fe de que a esas horas, y en efecto, era ya un BASO como dios manda...
Hombre! que alegría Nacho verte por estos suburbios de la bloggosfera. Es que tenías que haberte visto la cara cuando te dijimos que nos íbamos a ir en breve, cruzaste las manos dijieste "Graaaciiiaaass" y después alguién me dijo, "mira a Nacho, lleva aguantando el vaso vació como una hora" y me fijé y en efecto, no lo soltabas..., con ese limón ya más seco que una piedra en el desierto de Nevada, en fin..., fue gracioso.
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